miércoles, 6 de octubre de 2010

"Cuando eres indigente, causa más dolor la compasión que el desprecio"

Por quince años vivió como un 'sin techo' alcohólico, y ahora nos lo cuenta en una estremecedora novela gráfica.


Durante quince años vivió alcoholizado en las calles de Barcelona. Con su ropa sucia, su larga barba y sus bolsas de indigente. En el mejor de los casos, invisible ante los ojos del resto de la sociedad. En el peor de los casos, sintiéndose "escoria" o percibiendo una compasión que "te hunde más porque te hace ser todavía más consciente de tu propia ruina".

Miguel Fuster logró desintoxicarse y salir de la calle hace siete años. Hace más de dos años comenzó a publicar los bocetos de su historia en su blog http://miquelfuster.wordpress.com/ Ahora recopila su brutal experiencia en la novela gráfica Miguel, 15 años en la calle (Glénat).

Cuenta su desgarrador proceso de deterioro físico y psicológico con una energía y vitalidad que hacen pensar que todo aquello ya está superado. Pero sus palabras no dan tregua.

¿Hubo algún momento de felicidad?
"Te aseguro, hijo, que no. (…) El sol y la primavera son para todos, pero en algunas circunstancias se convierten en una tortura."

¿Y amor?
"Cuando vives en la calle, toda historia de amor es una historia de dolor".

-¿Cómo es la primera noche en la calle?
-La primera noche en la calle no te das cuenta que estás en la calle. No tienes dinero para ir a una pensión o a casa de un amigo, vas pasando el rato en el sitio que estás sin saber a qué esperas y empalmas sin pegar ojo. Estás sin un duro en el bolsillo, con el vino justo para aguantar la noche, con cuatro colillas, temblando de frío… completamente destruido.

-¿Piensas que es sólo por una noche?
-No, yo era consciente que era esa noche y las siguientes. Lo que no te imaginas es que vaya a ser eterno, que vaya a durar siempre. Parece como si estuvieras esperando un milagro, aunque sabía que no tenía recursos y era consciente de que estaba alcoholizado.

-¿Hay algún momento en el que se deje de esperar el milagro?
Teresa WEB-Sí, ese momento llega. Cuando ya llevas algunos años…

-¿Años?
-Sí, años. Cuando sólo llevas medio año, todavía se te acerca gente que conoces o que ven la situación a la que has llegado y te recomiendan que vayas a Cáritas o a acudas a algún tipo de asistencia social. Pero cuando logras que te den alguna ayuda para reintegrarte y desintoxicarte, te das cuenta que el drama que llevas encima y la situación en la que te encuentras es tal que no puedes aceptar ninguna ayuda. Todo lo que te pasa lo vives a través de tu estado de ánimo tan jodido y te dices que, hagas lo que hagas, ya no vas a volver a ser lo que fuiste, a tener el trabajo que tenías, a tener las relaciones que tenías… Así que te vas dejando arrastrar, van pasando los años y te das cuenta que tu lugar ya va a ser la calle. Pierdes la esperanza.

-¿Qué importancia tiene el alcohol en este proceso?
-El alcohol es determinante para caer en la calle y también para aguantar en ella, para aguantar los recuerdos que te van torturando. Te conviertes en alcohólico sin darte cuenta. Y cuanto más evidente es la situación en la que te ves, peor te encuentras. Se convierte en una pescadilla que se muerde la cola.

-¿Cómo es la ciudad para una persona sin techo?
-Es todo hostil. Te das cuenta de que eres un engorro para la gente, que les incomodas. Y ya no te digo si te acercas, aunque sea con todo la buena educación del mundo, a pedirles una limosna. Ni en mis peores pesadillas se me había pasado por la cabeza verme así. Visualmente, por el aspecto que llevas, mal vestido y con los cabellos y las barbas largas, ya eres digno de sospecha.

-¿Te parece normal esta sospecha?
-No es justo, pero sí es normal. Todo lo que nos es extraño nos provoca un sentimiento de precaución. Y esto es lo que sucede cuando una persona cargada de bolsas, con las barbas largas, que incluso puede oler mal y que lleva una botella o un cartón medio camuflado está en un sitio donde todas las personas van vestidas para ir a trabajar o para ir a ver a la novia. Pero no todo el mundo te demoniza por verte así.

-¿También hay gente comprensiva?
-Sí, pero habría que matizar si causan más dolor las personas que te miran con desprecio y que piensan que eres una ruina de persona o las personas caritativas. Las personas que te vienen a ayudar con una limosna y te quieren dar ánimos te reblandecen y lo que hacen es hundirte más. Te hacen ser todavía más consciente de tu ruina.

-¿Quizás provocan dolor pero te ayudan a seguir sintiéndote "persona"?
-Exactamente. Te quitan la fuerza y el ímpetu que te mantienen en pie con la ayuda del vino. Te debilitan. Pero al mismo tiempo te mantienen sintiéndote humano, porque hay miradas que te miran como si ya estuvieras muerto. Son miradas que… no sé como te miran y no sé porqué. Es irracional. Quizás sea el miedo a las personas desconocidas.

-¿Vivimos en dos mundos diferentes?
-Cuando estás en la calle tienes la sensación que estás en un mundo paralelo. Cuando estaba con otros compañeros indigentes, éramos como un grupo y después estaba el resto de las personas, el mundo normal. Intentas pasar desaparecibido y no molestar a nadie, pero ves que van pasando dos mundos completamente diferentes. Para unos van pasando los años, siguen con su trabajo, familia, niños… pero tú sigues parado en el tiempo.

-¿Cómo se vive en la calle?
-Vivir en la calle conlleva un gran deterioro físico. Poco a poco te van cogiendo las enfermedades por la humedad de dormir en el suelo y por la mala alimentación, porque muchos alcohólicos también dejan de comer. Estás en tal estado que el vía crucis es enorme.
Maniquies WEB
-También estás expuesto a agresiones.
-Unos muchachos me partieron el tabique nasal en el Maremágnum. Supongo que no tenían nada mejor que hacer. No me robaron ni nada. Eran dos chicos jóvenes y educados, que me dieron conversación y, al irse, sacaron un adoquín de algún lado, me partieron el tabique nasal y se fueron riendo. Yo había oído que dan palizas o incluso matan a indigentes, pero cuando te toca ves que el peligro es de verdad y que te estás jugando la vida. Los fines de semana la gente se pone hasta el culo, sale por ahí, ven a una persona tirada… e invita. La cosa es así de disparatada pero por desgracia existe.

-¿Hay camaradería entre las personas que viven en la calle?
-Hay amigos de circunstancias y una cierta camaradería. Si te quedas con alguien a pasar la noche en una plaza, compartes vino y cigarrillos. Pero al ser personas acostumbradas a estar de lado de todo, la gente desaparece sin dar explicaciones. No hay que dar explicaciones. También hay nexos de amistad y de afecto en casos concretos, pero no en general como si fuera una cofradía.

-¿Y solidaridad?
-Lo que sí se da entre los indigentes es compartir el vino. Està muy bien lo de compartir un bocadillo, pero que un alcohólico se quite de su vino para compartirlo, eso tiene tela marinera. El mono que no tienes tú se lo come él porque piensa que tú lo necesitas más. Es de un altruismo que, de pensarlo, me voy a poner a llorar y yo no hago comedia ante nadie. A veces, las personas que te dan limosna me decían que no me la gastara en vino. Yo les decía que me lo gastaría en lo que necesitara. Esas personas no saben que el vino es lo único te aguanta de pie, que evita que te acabes de volver loco y que los recuerdos que llevas dentro te acaben destruyendo.

-En tu álbum hablas del punto de no retorno hacia la locura. ¿Cómo te salvaste de cruzarlo?
-No sé porque yo no llegué a ese punto. Hay compañeros que siguen en psiquiátricos y no sé si saldrán. Yo intentaba seguir siendo yo mismo. Una de las cosas que me ayudaron fue irme a dormir detrás del Tibidabo, a Collserola. Necesitaba estar a solas para reponerme y cargar las pilas. Porque, si duermes en los cajeros o en otros sitios, coincides con otras personas que también llevan su tragedia encima y te lo vas transmitiendo unos a otros. En el bosque me encontraba más libre, dentro de lo esclavo que era del alcohol.

-¿Le dabas vueltas a tus recuerdos?
-Constantemente.

-¿En qué pensabas?
-Te planteas si merece la pena que te impongas ese castigo, te sientes culpable por malas respuesta que hayas podido dar y también tienes resentimiento. A veces piensas en las personas que saben que estás en la calle, te preguntas si se acuerdan de ti y si merecían la pena porque decían que eran tus amigos. Pero entonces te das cuentas que te han ofrecido ayuda y tú has salido huyendo. El resentimiento entonces no lo vuelcas hacia ellos sino hacia ti mismo. Y eso te va destruyendo y debilitando.

-¿Cómo lograste salir del bucle?
-Fue después de 50.000 recaídas y entradas y salidas en centros. Cuando llegó la Fundació Arrels ya habían transcurrido 15 años. Estaba tan amargado, hundido y debilitado que pesaba 42 kilos. Y yo mido 1,82 metros. Al doctor de la fundación le dije que no quería tomar reactivos como el Antabus, que cuando bebes hace que te sientas morir, te pone enfermo, colorao y te da una taquicardia espantosa. Él me contestó que hiciéramos lo que yo creyera y eso ya me dio confianza.

-¿A qué te dedicaste?
-Otra clave fue la asistenta Charo, de Arrels. Le dije que casi a los 60 años yo lo único que sabía hacer era dibujar, pintar, ilustrar, contar historias… Así que les propuse que, en vez de hacer un cursillo, pintaría mis cosas en la habitación de la pensión. En la habitación empecé a pintar y a pintar. Llevaba un año sin alcohol, pintaba y conseguía cosas que me gustaban. Empecé a apreciar los cambios de luz, las hojas, colores, los contraluces.

-¿Cuándo decidiste contar tu historia?
-En la Fundació Arrels me propusieron crear un blog para colgar mis dibujos con las reflexiones sobre las historias que había pasado en la calle. Y a la gente le interesó porqué no era la historia anónima de una persona tirada en la calle, sin saber quien es, cómo se llama o porque está ahí. Aficionados al cómic me animaron a darle forma de novela gráfica. Otra persona quizás lo podría describir mucho mejor, pero no sería real. Yo lo cuento como lo percibía y me ciño exactamente a como fue. Es la fuerza que tiene: contarlo como lo viví y como he visto vivirlo a los otros compañeros. Imagínate, con 15 años en la calle, si tengo material para hacer.
2-€

-¿Ver el álbum publicado es un paso más hacia tu superación de aquella época?
-Al principio de creación del álbum fue muy doloroso revivir todo el proceso. Me costaba mucho apartarme de lo que estaba contando y volver a la vida real. Pero hacer el álbum ha sido, curiosamente, una forma de seguir tirando del hilo de mi pasado inmediato y de mantenerme conmigo mismo.

-Evidentemente, la situación es muy dura. ¿Pero hay algún momento de felicidad?
-No. Momentos de felicidad te aseguro, hijo, que no. Hay algún momento de tranquilidad, algún día que has conseguido vender un cuadro bien, te vas para la montaña con tus cajoncitos de vino y el tabaco, te pones más o menos tranquilo y ves una puesta de sol preciosa. Pero encontrarte en este estado de tranquilidad tiene doble filo, porque piensas que todo eso lo tenías cuando eras tú mismo, tenías otras cosas alrededor, a gente que querías y que te quería. Y estás ahí completamente solo. El sol y la primavera son para todos, pero en algunas circunstancias se convierten en una tortura.

-¿Y hay momentos de amor?
Rostro Color -Sencillamente, se te olvida. Bueno, no se te olvida. ¿Pero con quién te puedes plantear el amor? ¿Qué chica se te va acercar? Se te acercará a darte caridad, consuelo o algo así. En esos años tuve relaciones con tres o cuatro chicas. La más importante, Victoria, era heroinómana y desgraciadamente falleció. Pero son relaciones con personas tan destruidas como tú. No sé si hay amor, pero sí recibes e intentas dar un poco de ternura. Es un igual tuyo, no te mira por encima del hombro ni te ve como una escoria porque hayas caído en la calle. Sois almas gemelas, pero dentro de la desesperación. No son historias de amor sino historias de dolor.

-Pero, después de todo, ahora transmites fuerza positiva.
-Lo de la energía y la vitalidad debe ser una cuestión genética. Mi doctor está espantado. Me mira y me recomienda que done mi cuerpo a la ciencia. Pero aunque me encuentre bien de salud y esté ilusionado con este proyecto, me he plantado en una edad en la que mi mundo ha dejado de existir. Me he perdido vivencias como ver películas o ir al teatro. Me hablan de ellas y es como si acabara de llegar.

-¿Qué es lo que más se valora cuando se deja de vivir en la calle?
-Después de todo el tiempo que te has pasado bebiendo, manteniendo esa línea para no volverte loco, viviendo narcotizado y entre algodones, viéndolo todo a través de una nebulosa de tela de araña, cuando despiertas te das cuenta de las cosas que te dolieron de verdad y del dolor que causaste a personas que te querían ayudar. Ver esto completamente sobrio es mucho más duro. En la calle no estabas por menudencias porque estabas intentando salvar la vida cada día, no desmayarte y caerte en una esquina donde te pudieran comer los perros. Al revisar todos esos errores irreparables tienes que intentar ponerte en paz contigo mismo.


Autorretrato acuarela

texto solo visto en: http://www.lavanguardia.es/ciudadanos/noticias/20100430/53917172391/cuando-eres-indigente-causa-mas-dolor-la-compasion-que-el-desprecio-fuster-collserola-barcelona-vict.html
dibujos tomados de http://miquelfuster.wordpress.com/ y de http://www.flickr.com/photos/21534489@N03/


¿Qué es lo está pasando Blogguer?... Mis disculpas a los lectores.

Desde hace una semana este blog ha estado experimentando serios problemas para publicar los artículos, incluso para guardar los borradores pues, ni lo uno ni lo otro lo está haciendo, a pesar de contar con un excelente informático que ha tratado de solucionar los errores que se están presentando. He tenido que esperar hasta 6 horas, de día o de noche para que no pase nada y si logro publicar algo, entonces debo corregir una y mil veces debido a la extrema lentitud de respuesta de Blogguer. La semana pasada esperé cuatro días para guardar el borrador y después publicarlo, y ninguna de las dos cosas pude hacer. Por tanto, desistí y el viernes me fui de vacaciones por 3 días a ver si en ese tiempo mejoraba el servicio de Blogguer. No lo hizo. Desde el lunes 4 de octubre, otra vez, sigo pasando muchísimo trabajo para hacerles llegar las actualizaciones, y así poder continuar con el ritmo de publicación acostumbrado, pero en Blogguer parece no existir nadie que haga algo. Entre ayer y hoy he gastado 10 horas para subir lo redactado o editado, y ya no sé a quién dirigirme pero, espero que por lo menos esta nota sirva de disculpas a los que se acercan al Club de las Neuronas Muertas aunque sea para ver la hora y las fases de la luna.
Muchas gracias a todos y seguiremos esperando...

El Prejuicio o Efecto Halo.

"Es más fácil romper un átomo que un prejuicio"
Einstein

De cómo inventamos una justificación para decisiones que no sabemos cómo las hemos tomado.

Una serie de experimentos famosos llevados a cabo por los doctores Richard E. Nisbett y Timothy D. Wilson, en 1977, enseñó que la gente rara vez admite que ha tomado una decisión arbitraria. En uno de los experimentos, por ejemplo, a un grupo de mujeres se les dio a elegir un par de medias de nailon entre una selección de medias. Cuando se les preguntó porqué habían hecho su elección, todas las mujeres dieron razones sensatas y detalladas, aludiendo a ligeras diferencias en los colores, la textura o la calidad. El hecho es que todos los pares eran idénticos. Las "razones" para elegirlos eran en realidad racionalizaciones construidas para explicar un comportamiento inexplicable, el cual se le ha denominado efecto Halo.

El efecto Halo es una forma de error en el proceso de información llamado "prejuicio cognitivo" o "distorsión cognitiva", y que afecta el modo de cómo percibimos la realidad. En otras palabras, es la tendencia de un observador a efectuar una evaluación tendenciosa (ya sea positiva o negativa) de otra persona, basándose en características que, si bien son notorias, no tienen relación o carecen de pertinencia respecto de lo que debe evaluarse de esa persona. Por ejemplo, si una persona es bonita tendemos a pensar que es más inteligente, buena gente o más limpia, o si una persona normal está en terapia psicológica y lo sabemos, nos inclinamos a ver indicios de patologías mentales en actos comunes y corrientes realizados por esa persona. El efecto Halo es un sesgo cognitivo que hace pensar que unas características limitadas se aplican al todo.




No hace falta tener demasiada imaginación para darse cuenta de cómo un proceso de este tipo puede ser usado para justificar actitudes emocionales o arbitrarias en la vida diaria. Emplear a una persona de un color, por ejemplo, en vez de a otra de otro color. También es fácil ver por qué muchos de nosotros nos sentimos obligados a analizar y explicar nuestro comportamiento y el de los demás -la afición a buscar explicaciones muy elaboradas acerca de nuestro comportamiento es una "virtud" de la que todos estamos bien dotados. Este fenómeno podría también dar alguna pista acerca del porqué el análisis freudiano se convirtió durante casi un siglo en una obsesión entre los círculos sociales que se podían dar el lujo de recurrir a él, a pesar de que no existe casi ninguna evidencia de su eficacia como terapia.

La necesidad que tenemos de racionalizar nuestro comportamiento tiene una capacidad de supervivencia considerable. La especie humana ha llegado en gran medida a ser lo que es a través de la formación de complicadas estructuras sociales -desde una partida de cazadores a un partido político- y de hacer funcionar esas estructuras. Para que "marchen" hace falta que tengamos confianza en ellas, y para que tengamos confianza en ellas hace falta que estemos convencidos de que la acción de esas organizaciones se basa en juicios sanos y racionales. Por supuesto, hasta cierto punto sabemos que nos estamos engañando a nosotros mismos. Todos los gobiernos, por ejemplo, en todas las sociedades, tratan de establecer ciertas políticas que son objetivamente irracionales. Sin embargo, ningún miembro de ningún gobierno en ninguna parte admite jamás que esto sea así. Y no ahora, siempre. Lo que sí hacen es racionalizar su política. Y aunque nosotros nos demos cuenta de que es así, nos gusta que así sea: nos hace sentirnos seguros.

De igual manera, racionalizar nuestros propios actos nos da confianza en nuestra cordura...

Leído en "El nuevo mapa del cerebro", Rita Carter. pág. 41-42.
Ver también http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/6841811/Ceguera-a-la-eleccion.html


Aún nos quedamos sin entender nada

A pesar de lo real que es este Argumento,
el hombre siempre se queda sin entender nada,
tanto antes de haberlo escuchado como tras haberlo escuchado;

Puesto que aún cuando todas las cosas terminan ocurriendo de acuerdo con
este Argumento,
los hombres se comportan como ignorantes o inexpertos cada vez que acometen o
experimentan
tanto palabras como acciones,

mientras que yo, por mi parte, hago patentes tales palabras y cosas
separando cada una de ellas de acuerdo con su real constitución
para mostrar luego como es;

En cuanto al resto de los hombres,
ellos no caen en cuenta de lo que hacen tras despertarse
así como se olvidan de lo que hacen mientras duermen.

Heráclito, Fr. 1
(- 544 a - 484)