domingo, 8 de julio de 2012

Por qué cocinar nos hizo humanos

Kanzi, el mono bonobo que enciende el fuego y cocina los alimentos en una fogata (video)


Encuentro en los archivos de mi Pc una interesante entrevista que explica porqué cocinar nos hizo humanos. La misma fue realizada por el divulgador científico español Eduard Punset al antropólogo Richard Wrangham de la Universidad de Harvard y también autor del libro Demonic Males. El encuentro sucedió en Boston, en mayo de 2008 y a pesar de la fecha sigue siendo muy actual ya que en las búsquedas que efectué para actualizar el tema que les traigo sólo encontré un documental de la BBC del 2010, en gran parte basado en las investigaciones de Richard Wrangham. 

Eduard Punset:
Pues vamos a hablar un poco de chimpancés y de humanos… de bonobos y amor…

Richard Wrangham
Claro, ¡vamos allá! Toma asiento.

Eduard Punset:
Richard, me gustaría escucharte decir que cocinar es lo que realmente nos diferenció de los
homínidos.

Richard Wrangham
Oh, bueno, aquí viene lo curioso: cocinar es el rasgo distintivo de la especie humana, en lo
que a la dieta respecta. En cualquier cultura, todas las noches, todo el mundo espera la cena. Hay gente ahora que vive en ciudades y dice: “los humanos deberían comer la comida cruda. Cualquier otro animal come la comida cruda, somos un animal, por lo tanto deberíamos comer nuestra comida cruda.” Y, ¿qué pasa? Los humanos no están adaptados a comer comida cruda. Y es muy extraño dado que en cualquier otro animal pensamos que la dieta es muy importante para conformar el organismo. La gente no ha pensado en el hecho de que no podemos vivir sin comida cocinada. Las mujeres no pueden reproducirse sin comida cocinada. Incluso un varón, si sólo se alimenta de comida cruda, deja de producir esperma. Estamos muy mal adaptados para comer sólo comida cruda.

Eduard Punset:
¿Y cuándo crees que empezó todo esto? Porque cuando éramos como monos, comíamos
comida cruda como ellos. 

 
Richard Wrangham
Tenemos dos indicios claros: el primero son los dientes. Nuestros dientes se volvieron mucho más pequeños que los de nuestros antepasados hace 1 millón novecientos mil años, con el Homo Erectus. Creo que el Homo Erectus fue la primera especie que cocinó.

Eduard Punset:
Y ya era muy parecido a nosotros en cuanto al tamaño.

Richard Wrangham
Exacto, así es. Otra cosa que ocurrió en aquella época tiene que ver con el tamaño de la caja torácica. La caja torácica de un chimpancé es protuberante para poder albergar unas entrañas enormes, un intestino grande. Los humanos  tenemos en relación con nuestro cuerpo un intestino más pequeño que cualquier otra especie de primate. ¿Por qué? Porque hemos evolucionado para comer comida que ha sido muy elaborada, es decir, cocinada.

Eduard Punset:
Algunos dicen: “Bueno, vale, lo que dice Richard puede ser verdad, puede ser correcto pero, ¿qué pasa con la carne? ¿Acaso la carne no habría desempeñado la misma función cuando la gente en lugar de comer tubérculos y carne, de todo, decidió comer sobre todo carne? ¿Habría provocado los mismos cambios biológicos en nuestros dientes, en nuestros intestinos, en nuestros cerebros, o no?

Richard Wrangham
Es evidente que la carne debe de haber sido muy importante en la dieta de nuestros
antepasados, sobre todo porque desde hace 2 millones y medio de años tenemos pruebas
fantásticas que demuestran que ya comían y procesaban carne. Así que ya medio millón de
años antes de la aparición del Homo Erectus, ya comían carne. Pero yo he estudiado los
chimpancés. A veces los chimpancés capturan monos para comérselos. Pero no se los comen
fácilmente. Es muy difícil comer carne cruda. ¿Has intentado comer carne cruda?

Steak tartar. Imagen de Affotd

Eduard Punset:
Bueno, si ha sido preparada... ¿cómo se llama? Un steak tartar.

Richard Wrangham: 
Sí, ¿y cómo preparas un steak tartar? Tiene que ser un filete muy muy bueno, del lomo del
animal, que es muy tierno, después se trocea y se le añade un poco de huevo crudo, limón,
cosas que permiten romper...

Eduard Punset:
Cosas que el mono no tenía tiempo de hacer.

Richard Wrangham: 
Exacto. Los chimpancés, cuando tienen al mono entre los dientes, comen muy despacio
porque la carne cruda… la carne cruda es muy dura. Es lo que el Homo habilis, el predecesor
de Homo erectus, hubiese tenido que hacer si no hubiera encontrado un truquillo. Y me parece que lo descubrió. El  Homo habilis sólo podía comer carne si la procesaba. Pero no hay ninguna prueba que indique que utilizaran fuego. Mi opinión es que le daban martillazos.

Eduard Punset:
Martillazos, ¿eh?

Richard Wrangham: 
Sí. En tal caso, en lugar de pasarse entre cinco o seis horas comiendo carne, sólo se necesita un par de horas. Sigue siendo difícil de masticar pero se puede comer.


La cocina y el ahorro energético

Richard Wrangham: 
Más adelante, ya con los Homo sapiens, algo muy común entre los cazadores recolectores, es que cocinaban la carne y luego la trituraban  o martilleaban. Cuando la carne estaba tierna, después de haberla cocinado, la ponían en la olla y le daban martillazos para que estuviera todavía más tierna. Mira, te hablaré de unos experimentos donde mostramos que si le damos carne a una pitón...

Eduard Punset:
¿Una pitón?

Richard Wrangham: 
Sí, una serpiente. Les dimos a  las pitones carne cruda sin procesar y medimos su índice
metabólico, pues hacen funcionar el estómago, lo hacen trabajar bastante. Si luego coges el
mismo trozo de carne y lo trituras, se lo das para que lo coman y mides su índice metabólico, comprobarás que ha disminuido. No tienen que trabajar tanto si la carne ha sido triturada. Hacemos lo mismo con la carne cocinada y de nuevo ha disminuido. Cada vez que preparamos la comida de esta forma, ganamos energía.

Eduard Punset:
Richard, esto me hace pensar que cocinar es realmente un activo muy valioso. Es una reserva energética fantástica.

Richard Wrangham: 
Exactamente.

Eduard Punset:
Ahorro energético. Y probablemente podría transformar la vida. Quiero decir que una vez
tenemos un activo tan importante, casi como lo  ha sido el oro después, creo que lo que
sugieres en algunos de tus trabajos es que la hembra empezó a buscar un macho fuerte para
que vigilara ese activo precioso que era la comida cocinada. ¿Es así?

Richard Wrangham: 
Sí, eso es lo que ocurre con la comida. ¿Cómo evolucionó esto? Quizás todo el mundo se
sentó alrededor del fuego y fueron echándole los trozos de carne, los tubérculos para comer
después. Pero entonces los machos pensaron: “Um, puedo salir durante todo el día, puedo
buscar comida rica pero quizás no la consiga… sin embargo, aún tengo la que está guardada
en casa”. Porque alguien allí va a estar cocinando el mejunge. Una mujer, que es mucho más débil físicamente que cualquier hombre, puede  traer comida al campamento, dejarla en el suelo, delante de todo el mundo, y nadie se la quitará. Si se tratara de un chimpancé, si fueran leones, víboras, cualquier otro animal, los grandes se quedarían con la comida. Pero en los humanos esto no sucede y es porque hemos desarrollado un sistema cultural que dice: “No, esta carne le pertenece a ella”, pero tiene un precio, y el precio es que la defiende su marido.

Eduard Punset:
Fantástico. Quizás, quizás, ¿qué crees? Quizás incluso el Estado nació así. Alguien tenía que
vigilar la comida que teníamos en grandes cantidades en un momento dado, cuando ese
cazador recolector decidió establecer un modo  de vida gregario. Y lo primero que le
encargamos al Estado fue que vigilara la comida, la comida cocinada, que era tan preciada. Y
ese mismo Estado actualmente puede entrar en tu cuenta bancaria y expropiar tu dinero. Pero al principio, probablemente su único poder era... esa idea de la cocina era la idea del poder estatal, ¿no?


Tomado de Proza.ru

Richard Wrangham: 
Bueno, lo que yo creo que hace la cocina es contribuir al desarrollo de una coalición
masculina, es de lo que estás hablando, es decir, el origen del Estado, y es una de las formas en que lo hace. En cierto modo, la división sexual del trabajo es una empresa corporativa. Creo que lo fundamental en la división sexual del trabajo es la cocina. El hombre puede salir y hacer otras cosas y una de las cosas que hace es establecer alianzas políticas con hombres de su grupo o de otros grupos vecinos...

Eduard Punset:
Matar a los enemigos...

Richard Wrangham
De modo que tiene la libertad de salir y desarrollar todavía más esas coaliciones masculinas
que sí, tienes razón, son tan importantes para el desarrollo de la sociedad humana en general. 


El origen de la violencia humana y el amor de los bonobos

Eduard Punset:
Sí y que conduce a la violencia. Hablemos un poco de esta violencia. Lo que precisa de una
explicación urgente es tu argumento de que la violencia de la que formamos parte, que vemos cada día en nuestro mundo, no es un instinto, no es un instinto atávico que hayamos heredado del pasado porque sí. Lo que sugieres es casi aterrador, es que la violencia es el subproducto de la inteligencia. Si no fuésemos más inteligentes que otros animales, seríamos menos violentos.

Richard Wrangham: 
Bueno, creo que hay dos cosas aquí. La observación básica es extraordinaria. Sólo hay dos
especies de animales en el mundo en las que el macho tiende a vivir en grupos con sus
familiares más cercanos, y en los que a veces estos machos salen y hacen expediciones para
matar deliberadamente a los miembros de otros grupos. Esos dos animales a los que me
refiero son los humanos y los chimpancés. Lo que vemos en los chimpancés: tenemos dos
grupos vecinos y algunos pueden vivir en grandes grupos porque hay mucha comida, y otros
viven en grupos pequeños porque no tienen mucha comida. Si un gran grupo se encuentra con un individuo solo en su territorio ¿qué harán? Es lo que diríamos “disparar a matar”. Lo
matarán con gran ferocidad, con mucha crueldad, y nunca quedarán heridos cuando lo hagan porque son lo bastante inteligentes como  para decidir atacar sólo cuando tienen mucha ventaja. De modo que la víctima tiene cicatrices en toda la parte  frontal de su cuerpo. Necesitas inteligencia para planear todo eso. Pero también hay un poco de nuestra psicología y de la psicología de los chimpancés, me refiero a los machos en particular, pues si reconocen que otro individuo es un enemigo y que hay un desequilibrio de poder, se sienten excitados, es algo muy visceral, la perspectiva de atacar al enemigo y eliminarlo. Esto es a la vez inteligencia y psicología.



Eduard Punset:
¿Y qué hemos heredado de los bonobos? Son  primos muy cercanos a nosotros también...
¿Heredamos su erotismo, al menos? ¿qué heredamos de los bonobos? Se supone que son más
alegres, más eróticos, más cooperativos...

Richard Wrangham: 
Bueno, no creo que hayamos heredado nada directamente de ellos, pero sí aprendimos una
lección. Aprendimos una lección y es que la evolución no tiene porqué ser así. Podemos tener una especie muy cercana a los chimpancés y lo que los bonobos nos dicen es que un pequeño cambio en la ecología lleva a un gran cambio en el comportamiento. Tiene que ver con cosas divertidas desde el punto de vista humano. Tienen mucha más emancipación respecto del sexo reproductivo que los chimpancés.


Eduard Punset:
Sexo para...

Richard Wrangham: 
Sexo con propósitos sociales, para hacer amigos, reconciliarse después de cierta tensión. No es como en los humanos, pero hay ciertas similitudes.

Eduard Punset:
Tengo una última pregunta. Has estudiado la  evolución de hace dos millones de años e
incluso más. Pero mirando al futuro y al pasado, ¿qué crees? Sé que es un poco de ciencia
ficción pero, ¿estamos evolucionando hacia un tipo de vida violento, al estilo de los
chimpancés, o más bien hacia un tipo de cultura parecida a los bonobos o a los perros? 

Tomado del artículo ¿porqué los chimpancés matan?

Richard Wrangham
Lo dramático de la especie humana es el contraste que mostramos entre la violencia entre
grupos rivales y la tremenda tolerancia  que permite que personas que prácticamente
desconocidas puedan sentarse a charlar, sonreírse, en todas partes del mundo, siempre y
cuando demuestren que pertenecen al mismo grupo. Los humanos tienen esta mezcla
fantástica. Los chimpancés son mucho menos  cordiales en ese sentido, siempre se están
peleando, riñendo... Nosotros somos muy tranquilos. El futuro va a ser una domesticación
creciente de nosotros mismos. Si nos remontamos a 50.000 años atrás, los machos eran
mucho más masculinos, con la cara mucho más ancha, probablemente daban mucho más
miedo. Pero hemos evolucionado, nosotros los machos, nos hemos feminizado, sin duda
mostrando una domesticación de nuestras propias formas de comportamiento.

Eduard Punset:
Y de nuestra juventud.

Richard Wrangham
Sí, creo que podemos esperar que los hombres se feminicen cada vez más y tendrán
comportamientos cada vez más parecidos a los de los jóvenes. Y esto puede dar pie a cierto
optimismo siempre y cuando podamos superar  las tensiones actuales a medida que nos
acercamos a un mundo más unido.

Eduard Punset:
O sea que, al final de este  programa, realmente, la conclusión que podemos sacar es que
estamos evolucionando hacia sociedades que se irán alejando poco a poco de esto. Seremos cada vez menos chimpancés y quizás un poco  más bonobos a lo mejor o hasta como los perros, más domesticados, más tolerantes. Y hay pruebas ya de ello, por ejemplo, la maldita violencia y crueldad. A pesar de lo fuertes que han sido en el siglo XX, eran mucho mayores en la antigüedad de lo que han sido estas últimas décadas. Sigamos por este camino.

Fuente: Redes para la ciencia

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