sábado, 7 de julio de 2012

Un 'robot-culo' japonés ideado para desarrollar la comunicación humanoide

 
¿Unas nalgas mecánicas como ejempo de desarrollo de la avanzadísima robótica japonesa? Quizá parezca banal, pero podría suponer un salto en el futuro de la comunicación no verbal en androides.

El inventor japonés Nobuhiro Takahashi creó este peculiar robot, llamado 'SHIRI' ('Culo' en japonés), capaz de responder a diferentes estímulos táctiles, desde caricias hasta azotes.

Takahashi, de 24 años de edad, espera utilizar este prototipo para desarrollar respuestas que pueden ser aplicadas a otras partes del cuerpo de un humanoide, en particular la cara, para ayudar a la comunicación no verbal.

De hecho, el inventor decidió desarrollar su tecnología en unas nalgas artificiales porque los movimientos de los glúteos son más grandes y, por tanto, más sencillos a la hora de reflejar respuestas visibles.

"Quise utilizar el culo para reflejar emociones como el miedo, la alegría o la relajación", comentó Takahashi, un estudiante de comunicación electrónica en la Universidad de Tokio.

Los robots son ya capaces de comunicarse por voz (algunas veces de forma sorprendentemente realista), pero carecen en gran medida de recursos para la comunicación no verbal para esas respuestas físicas que ayudan mucho en la comunicación humana. Takahashi espera que su tecnología puede utilizarse para eso.

Por ejemplo, para obtener que un robot muestre miedo, Takahashi utiliza un golpe o, en el caso de estas nalgas artificiales, unos azotes. "El miedo es una emoción muy humana, muy viva, por lo que se expresa con fuerza tras un azote", comentó el inventor. Este 'culo robótico' responde a un golpe con temblores. Un bamboleo lento, que es su estado inicial de reposo, denota relajación.

"Si pudiéramos aplicar esta tecnología a los robots humanoides convencionales -en la línea divisoria entre el hombre y el robot-, quizá éstos serían capaces de expresar suficientes sentimientos para comunicarse con los seres humanos adecuadamente", comentó.

Fuente: El Mundo

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