jueves, 22 de marzo de 2012

El león, el viejo y la rubia


El propietario de un circo ha colocado un anuncio solicitando un domador de leones.

Aparecieron dos personas: un hombre de buena apariencia, jubilado, llegando a 70 años y una espectacular rubia de 25 años.

El dueño del circo, habla con los dos candidatos y les dice:

Me voy directo al grano. Mi león es muy fuerte y mató a mis dos últimos entrenadores.

¡O ustedes son realmente buenos, o no van a durar un minuto! Aquí está el equipo banco, látigo y pistola. ¿Quién quiere ser el primero?

La rubia dice: Voy yo.

Hace caso omiso del equipo, del látigo y la pistola y rápidamente entra en la jaula.

El león ruge y empieza a correr hacia la rubia. A falta de un metro, la rubia se abre el vestido y se queda completamente desnuda, mostrando todo el esplendor de su cuerpo.

¡El león se detiene de inmediato!

¡Se acuesta en la parte delantera de la rubia y le lame los pies!

¡Poco a poco, va hacia arriba y lame todo el cuerpo de la rubia durante un buen rato!
Al dueño del circo, se le cae la quijada al suelo y dice:

¡Nunca he visto nada como esto en mi vida!

Se da vuelta hacia el anciano y le pregunta:

¿Usted puede hacer lo mismo?

Y la respuesta del hombre fue:

¡Por supuesto!


Pero primero saque al león...

Científicos proponen los "derechos de los delfines"


Están seguros de que estos mamíferos son lo suficientemente inteligentes como para ser considerados como semejantes. Activistas medioambientales llaman a que se apruebe la “Declaración de los derechos de los cetáceos”, cuyas cláusulas serán observadas por la legislación internacional y nacional. Muchos de ellos son seres asombrosos que han sido incluidos en el Libro Rojo y está prohibido matarlos. Además, el mantenimiento de los delfines en cautiverio no es ético y aparte inadmisible –estiman los defensores de los animales.

Esta resolución tan peculiar fue aprobada en la reunión Anual de la Asociación Norteamericana para el Avance de las Ciencias, celebrada en la ciudad canadiense de Vancouver. En la referida declaración se habla del derecho de vida y “trato humano” de cada animal de la familia de los cetáceos. No pueden ser mantenidos en cautiverio, ser explotados, maltratados, privados de su medio natural, ser propiedad de algún Estado, corporación, grupo de personas y simplemente de cualquier persona”.


La opinión de varios especialistas extranjeros es que el cerebro de los delfines y ballenas, por su complejidad, es comparable al humano. Por eso los cetáceos poseen una autoconsciencia próxima a la del homo sapiens. El profesor de ética de Los Ángeles, Tom White, considera que “el asesinato premeditado de tal individuo es análogo al asesinato premeditado de un ser humano”.

De todos modos, no tiene sentido humanizar a los delfines – asegura el jefe de laboratorio de mamíferos marinos del Instituto de Oceanología de la Academia de Ciencias de Rusia, Vsévolod Belkóvich:

–Los delfines son seres altamente organizados. Tienen emociones, excelente memoria y un sistema de comunicaciones. Pero nada puedo decir con respecto a la autoconsciencia –duda el biólogo. Todos los animales poseen extraordinarias capacidades, son inteligentes, tienen emociones, pero, claro está, cada uno a su manera. Estos sentimientos y posibilidades están adaptados al medio en que viven.


Los defensores de los derechos de los delfines insisten en que esos seres sufren en cautiverio. Su hábitat – el mar abierto, el agua salada, les garantiza un perfecto mantenimiento del estado de su piel. En el delfinario ese papel lo cumple el cloro. Pero este elemento químico produce en los delfines afecciones cutáneas y lo peor es que estos animales pierden la vista. Además, la imposibilidad de desplazarse normalmente en un espacio limitado no resulta confortable para esos grandes mamíferos. En su medio natural los delfines superan por día ciento sesenta kilómetros y se sumergen hasta doscientos metros. Ningún delfinario puede garantizarles tal posibilidad. Hay que tener fundamentos de peso para cazar o pescar cualquier animal y tenerlo en cautiverio –considera Vsévolod Belkóvich:

–¿De qué tipo de fundamentos se trata? Millones de personas nunca podrán ver a este animal si no se lo muestran. No todos se pondrán a navegar por el mar para ver a esos animales. El delfinario es lo único apropiado para ello. Por qué esto es importante, simplemente porque no se puede amar de forma abstracta. Al delfín hay que verlo, acariciarlo, comprender no sólo contemplativamente, sino concretamente, que es una hermosa creación de la naturaleza. Los delfines pueden ser mantenidos en cautiverio únicamente si se observan las condiciones más elementales en relación al volumen del agua y a su calidad.

En palabras del científico ruso, desde 1972 rige en EEUU una ley que reconoce a los mamíferos marinos como sorprendentes creaciones de la naturaleza, que no pueden ser matados, pescados, vendidos, etc. Por eso no se alcanza a entender qué falta hace la “Declaración de los derechos de los cetáceos”. Por otra parte, si en el marco de ese documento se aprueba un programa de estudio profundizado de esos animales, entonces su aparición sí tendrá sentido. “Si comparamos lo que sabíamos de los delfines hace diez años y hoy día, el progreso alcanzado es muy pequeño” –constata el especialista. Estos animales siempre serán un enigma para nosotros”.

Fuente: spanish.ruvr.ru

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