El cuerpo y la psique son indisolubles. Si no, entonces no somatizaría el estrés. Me encontré con este artículo donde hablan de algo que ya sabíamos pero que no está demás nos lo recuerde la psicóloga alemana Doris Wolf: los hombros caídos significan mal humor, las preocupaciones pueden afectar al estómago, y si algo nos asusta, podemos sufrir problemas respiratorios.
“Siempre que procesamos algo, tiene consecuencias en nuestro cuerpo y en nuestro estado de ánimo”, dice la dra y añade, el cuerpo envía hormonas que pueden estimular la circulación y hacer que determinadas glándulas trabajen más o menos. De igual manera, el dolor puede tener la misma influencia en nuestra postura, y la expresión del rostro afecta al bienestar personal. Esto último es muy de fácil comprobar, por ejemplo, sonriendo.
“Mírese al espejo y sonría de oreja a oreja”, recomienda Dieter Puetz, otro doctor en psicoterapia, y promete que inmediatamente, el estado de ánimo mejora, es cierto, aunque suene a consejo sacado de un manual de autoayuda, y lo sé porque a veces -depende de cómo ande mi irritación cortical- soy propensa a enojarme, y nada más que decido ensanchar los labios y el ánimo comienza a dar un giro hacia el bienestar. Es así, que 'El Club de Las Neuronas Muertas' te anima a pelar los labios como si se tratase quitarle la concha a la fruta de tus labios. Por ejemplo, a mí me encanta sonreir a la gente desconocida mientras camino en las calles por el 'efecto espejo' -aquel en donde yo soy el espejo del otro- y en seguida ése, que no me conoce ni me ha visto jamás, responde con una muy agradable sonrisa o una invaluable risa en los ojos, cuestión que hace a mis caminatas mucho más placenteras.
Lo mismo es válido cuando se adopta una postura de autoconfianza, ya que cualquiera al estar erguido, con los hombros hacia atrás y sacando el pecho, le es muy difícil sentirse inseguro. Así lo afirma la terapeuta alemana, y añade que de esa forma es y que imposible decir “no puedo hacerlo”. Bueno.. creo exagera pues, si quiero me den un aumento de sueldo no creo que a fuerza de hombros levantados y pecho de paloma, vaya a convencer a cualquier jefe. Sin embargo, sí es verdad que dicha relación físico-emocional en sentido negativo afecta a nuestro cuerpo. Todos sabemos que caminar con los hombros agachados y la cabeza baja nos hace sentir tristes y desolados.
Es así, que todas las posturas corporales están relaciondas con determinados pensamientos o sentimientos, y viceversa. Entonces, a cambiar de gesto.
Mi neurólogo no se cansa de repetirme que debo dormir lo suficiente, alimentarme con la llamada dieta mediterránea, aprender algo nuevo (yo apuesto por el yoga), socializar positivamente, y reír, sonreir, volver a reir y a sonreir. Algo, que en este mismo instante estoy haciendo mientras les digo buenas noches o buenos días, y para los que llegan tarde, buenas tardes.
y ....Pssst, mira, sonríe,
¿vale?.
“Siempre que procesamos algo, tiene consecuencias en nuestro cuerpo y en nuestro estado de ánimo”, dice la dra y añade, el cuerpo envía hormonas que pueden estimular la circulación y hacer que determinadas glándulas trabajen más o menos. De igual manera, el dolor puede tener la misma influencia en nuestra postura, y la expresión del rostro afecta al bienestar personal. Esto último es muy de fácil comprobar, por ejemplo, sonriendo.
“Mírese al espejo y sonría de oreja a oreja”, recomienda Dieter Puetz, otro doctor en psicoterapia, y promete que inmediatamente, el estado de ánimo mejora, es cierto, aunque suene a consejo sacado de un manual de autoayuda, y lo sé porque a veces -depende de cómo ande mi irritación cortical- soy propensa a enojarme, y nada más que decido ensanchar los labios y el ánimo comienza a dar un giro hacia el bienestar. Es así, que 'El Club de Las Neuronas Muertas' te anima a pelar los labios como si se tratase quitarle la concha a la fruta de tus labios. Por ejemplo, a mí me encanta sonreir a la gente desconocida mientras camino en las calles por el 'efecto espejo' -aquel en donde yo soy el espejo del otro- y en seguida ése, que no me conoce ni me ha visto jamás, responde con una muy agradable sonrisa o una invaluable risa en los ojos, cuestión que hace a mis caminatas mucho más placenteras.
Lo mismo es válido cuando se adopta una postura de autoconfianza, ya que cualquiera al estar erguido, con los hombros hacia atrás y sacando el pecho, le es muy difícil sentirse inseguro. Así lo afirma la terapeuta alemana, y añade que de esa forma es y que imposible decir “no puedo hacerlo”. Bueno.. creo exagera pues, si quiero me den un aumento de sueldo no creo que a fuerza de hombros levantados y pecho de paloma, vaya a convencer a cualquier jefe. Sin embargo, sí es verdad que dicha relación físico-emocional en sentido negativo afecta a nuestro cuerpo. Todos sabemos que caminar con los hombros agachados y la cabeza baja nos hace sentir tristes y desolados.
Es así, que todas las posturas corporales están relaciondas con determinados pensamientos o sentimientos, y viceversa. Entonces, a cambiar de gesto.
Mi neurólogo no se cansa de repetirme que debo dormir lo suficiente, alimentarme con la llamada dieta mediterránea, aprender algo nuevo (yo apuesto por el yoga), socializar positivamente, y reír, sonreir, volver a reir y a sonreir. Algo, que en este mismo instante estoy haciendo mientras les digo buenas noches o buenos días, y para los que llegan tarde, buenas tardes.
y ....Pssst, mira, sonríe,
¿vale?.
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