I
Ahora bien, para que la redención suceda es obligatorio que Jesús muera, y el plan que dios tiene para redimir a la humanidad es que el hijo de José y María se sacrifique por medio de su pasión y muerte a causa de una traición, es decir, que el tema de la traición es menester para que Jesús se convierta en redentor, así mismo es necesario que dentro de ese plan de dios haya alguien que traicione a Jesús; y ése alguien no es cualquier discípulo de Cristo.
El señalado como traidor, machacan los cuatro evangelios, pertenece a una raza en particular, raza que -acusan los escritos en cuestión- dirigió e inició la muerte de Jesús: Judas Iscariote junto a los judíos, aparecen en los cuatro evangelios como los “directores de escena y los que manejan los hilos”[1] de la muerte de Cristo, ya sea se trate de un Judas acompañado de una muchedumbre armada de judíos para prender a Jesucristo, o de los sumos sacerdotes y fariseos que instigan al apóstol a realizar la traición.
Para comprender el porqué los cuatro evangelios -escritos aproximadamente en los años 70 a 95 d.C.- señalan a los judíos como responsables de la muerte de Cristo, hay que tomar en cuenta la realidad política existente en la Palestina de entonces, la cual vivía una guerra tras otra protagonizada principalmente por los Zelotes, partido político-religioso fundado en Galilea en el año 6 d.C. y comandado por Judas el Galileo. Este movimiento que agrupaba a los judíos radicales opositores al imperio desarrolló en Galilea la mayor resistencia contra el domino romano, y desde esa provincia judía la rebelión antiromana se propagó a Judea. Desde Galilea partieron 61 guerras desde el año 165 a.C. hasta el año 135 d.C., por tanto, pertenecer a esa región en tiempos de Jesús era como ser de Hamas en la Palestina del presente siglo.
El enfrentamiento entre los galileos y el procurador Pilato había dado lugar a grandes derramamientos de sangre y hasta el dialecto galileo era causa para sospechar alguna sedición, e igualmente ser cristiano, daba motivo a la desconfianza romana y recordemos lo mencionado en el anterior párrafo, esto es, que durante toda la existencia de Jesús se vivían en Judea continuos levantamientos armados judíos hacia el estado romano, y que el nombre “cristiano” era asociado a las cruentas revueltas de los países de Oriente Medio, ligado de forma inseparable al término “acciones punibles”[2] aunque lingüísticamente fueran dos términos distintos.
Al respecto Uta Ranke-Heinemann dice:
En todo caso, el simple nombre “cristianos” provocaba una sensación
de alarma a los romanos. Por eso, el cristianismo primitivo, que
estaba en vías de propagarse por el imperio romano, no podía
permitirse propagar como Mesías a un ajusticiado como criminal
contra el estado romano, sino, más bien, a un perseguido y traicionado
injustamente por los de su propio pueblo..[1]
Las exégesis realizadas por Mateo, Marcos, Lucas y Juan solucionan de maneras distintas la empresa de liberar a los romanos de la culpa por la muerte de Jesús y atribuirla a los judíos. En los sinópticos son los judíos los que detienen a Jesús y lo enjuician. En Juan, la captura del Nazareno es realizada por los romanos pero son los judíos los autores intelectuales y guías de la aprehensión de Cristo pero, todos los evangelios coinciden en hacer mucho hincapié para exculpar a Pilato hasta el punto de llegar a crear un personaje que no tiene nada que ver con la historia real del sanguinario Procurador romano. El artilugio aquí es poner en boca de Pilato la declaración de inocencia con respecto a los cargos imputados a Jesús, señalando así la deshonra de los judíos en cuanto a no poseer escrúpulo alguno en derramar sangre inocente, incluso divina. Al respecto la teóloga Uta Ranke-Heinemann expresa que gracias a ello, Pilato pone de manifiesto que los judíos son una manada de asesinos.
Los hechos que precedieron a la muerte de Jesús están cargados de predisposiciones hacia los hebreos, pero la cena pascual o última comida de Cristo es esencial en los cuatro evangelios, tanto para incriminar a los “descendientes de Abrahán” como para comprender las invenciones que rodean la traición consumada por Judas Iscariote, ya que más allá de las divergencias entre Juan y los sinópticos con respecto a la última cena, los escritos neo testamentarios dan a ésta un nuevo -y falso- sentido. Los datos históricos objetivos relacionados con la cena pascual no concuerdan con las interpretaciones realizadas por los evangelistas en sus textos, y las acciones y descripciones que rodean la traición de Judas son tan divergentes entre sí que los acontecimientos se desarticulan de lo real, mostrándonos el verdadero rostro de Judas y su traición: el de ser nada más que una fábula.
Los escritos neo testamentarios señalan que la traición consumada por el apóstol Judas Iscariote, fue anunciada por Jesús dentro del marco de una comida denominada cena pascual, que de acuerdo con la historia real de los judíos se celebraba el 14 y 15 de Nisan [4] , -Nisan era el mes del comienzo de la primavera y el primer mes del año judío. Cada día judío se iniciaba desde el atardecer y culminaba al anochecer del día siguiente, de tal modo que la pascua judía duraba desde el atardecer del 14 hasta el atardecer del 15 de Nisan, y a esta celebración se le unía la fiesta de los panes ácimos, desde el atardecer del 15 de Nisan hasta el 21 de Nisan. La comida pascual comenzaba pues, una vez caída la noche y debía estar terminada antes de la mañana del 15 de Nisan.
Todo lo anterior, sitúa a la cena pascual dentro de una dimensión temporal específica, en la cual, según los sinópticos, Jesús celebró la comida el 14 de Nisan para luego morir un día viernes (el viernes santo), sin embargo, a ese fatal día, de acuerdo con Uta Ranke Heinemann, corresponden dos fechas distintas, el 15 de Nisan en los sinópticos y el 14 de Nisan en Juan, lo cual nos lleva a plantearnos lo siguiente: si Jesús murió un 15 del comienzo de la primavera (sinópticos), el poco tiempo transcurrido entre la Cena del Adios de Jesús y la crucifixión es terrenalmente imposible; y mucho más, al tomar en cuenta que en esos dos días también ocurrieron otros eventos tales como, la ausencia “virtual” de Judas en la comida, la ida de Jesús a donde quiera que fuese con sus discípulos a fin de orar; el lavatorio de pies (Jn,13:12); el interrogatorio en casa del sacerdote Caifas, el padecimiento “bajo el poder de Poncio Pilato”, una agonía de seis horas (desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde)[5] , y posteriormente ser sepultado, todo ¡en dos atardeceres!.
Tanto los protagonistas de los hechos anteriormente mencionados, como los espectadores interesados en estos acontecimientos no durmieron durante el 14 y 15 de Nisan, y aunque esto no es importante ya que las personas pueden estar sin dormir durante ese tiempo, es irracional someterse a una vigilia de dos días sólo para poder llevar a cabo los fatales eventos en cuestión durante las fechas señaladas en los evangelios, ya que tendrían que darse a través de movimientos de cámara rápida: economía del sufrimiento, diría M. Foucault, y que en el caso de la traición de Judas, sólo podría ser concebida en un mundo sub-atómico en el que una partícula puede comportarse de modos diferentes en un mismo tiempo, o sea, muerte acaecida en el 14 de Nisan y también en el 15 de Nisan, o presencia y no presencia de un hombre en una cena. En fin, acciones que históricamente tuvieron que estar distribuidas en varios días y que fueron comprimidas por los evangelistas como si se tratase de un film de dos horas dedicado a la semana santa, y proyectado durante un fastidioso domingo.
De acuerdo con los escritos sinópticos Judas estuvo presente durante toda la cena pascual, es decir, desde el atardecer del catorce hasta la víspera del 15 del primer año judío o Nisan, de tal manera que el apóstol no pudo haber perpetrado la traición ya que se encontraba en la cena desde el inicio hasta el final de la misma. Sin embargo, Mateo, Marcos y Lucas no mencionan alguna ausencia de Judas a pesar que un alejamiento semejante merece ser divulgado pero, en el evangelio de Juan -redactado mucho después que los sinópticos- Judas sí se ausenta de la cena, y lo hace porque Juan, o el que utilizó este nombre y redactó dicho evangelio, seguramente se percató que a Judas no le hubiera dado tiempo de realizar la traición si permanecía durante toda la comida pascual.
Veamos lo que dicen algunos de los evangelios sinópticos con respecto a la cena pascual y Judas, y posteriormente revisemos a Juan. Comencemos con Mateo:
Luego de anunciar la traición que habría de ser cometida por uno de los doce, éstos le interrogan si alguno de ellos es el desleal, y Judas al preguntar lo mismo a Jesús éste último lo acusa de forma directa e insólitamente todos los apóstoles continúan comiendo tranquilamente obviando tan grave imputación, y ni siquiera Judas se defiende o dice algo al respecto:
Tomando la palabra Judas, que ya estaba para traicionarlo dijo: "No
soy yo, ¿verdad, Rabí?" Le dijo: "Tu mismo [lo] dijiste".
Al concluir la comida, Jesús se retira a Getsemaní con los 12 apóstoles reunidos en torno a él, incluído el apóstol Judas Iscariote:
Entonces Jesús fue con ellos al lugar llamado Getsemaní,
y dijo, a los discípulos: "Siéntense aquí mientras voy allá a
orar"[6]
Después de orar, regresa y encuentra a los apóstoles durmiendo, por lo que Jesús los conmina a estar alertas (Mt 26:40). Jesús, repite dos veces más las acciones de apartarse de ellos, rezar, retornar al lugar donde se encontraban sus discípulos y hallarlos de nuevo, en los brazos de Morfeo (Mt 26:42,43), comportamiento que delata una enorme irresponsabilidad por parte de los apóstoles, quienes además aparecen como indiferentes y sordos ante el pedimento de su guía espiritual de estar vigilantes junto con él (Mt 26:38,40,43). Tales conductas propician las siguientes interrogantes:
¿Qué clase de fieles eran los apóstoles? ¿verdaderamente amaban a su maestro? Pues, si ellos creían en la palabra de Jesús, lo más razonable era le prestaran la máxima atención el día de la cena pascual, día en que Jesús anunciaba que pronto moriría; noticia que por demás debería haber generado gran preocupación entre los seguidores del Galileo pero, prosigamos con los sinópticos.
En la tercera ocasión que Jesús descubre dormidos a sus doce adeptos procede a regañarlos y decirles, se levanten a objeto de marcharse más, de pronto aparece Judas con una turba enardecida, y cómo todo en estos libros es milagroso, quizás Judas tenía el poder de dividirse en dos personas al mismo tiempo:
Entonces fue a los discípulos y les dijo: “¡En una ocasión como esta
ustedes duermen y descansan! ¡Miren! El que me traiciona se ha
acercado”. Y mientras todavía hablaba, ¡mire!, vino Judas, uno de
los doce, y con él una gran muchedumbre con espadas y garrotes, de
parte de los sacerdotes principales....[7]
Recapitulemos. Jesús está con sus doce adeptos preferidos en la cena pascual y sabe que Judas lo va a traicionar; se va con ellos a Getsemaní y los doce se quedan dormidos, se levantan y el felón Iscariote que siempre estuvo acompañando a Jesús en ese tiempo, en el mismo instante se presenta con una furiosa multitud. Ahora bien, o estuvo todo el tiempo en la cena y en Getsemaní o se fue en algún momento de alguno de los dos lugares, y por tanto sus compañeros y Jesús se habrían dado cuenta de su ausencia.
Imagen tomada de Luismatemoreno
Por otro lado, si Jesús empeñó su palabra ante los discípulos prometiéndoles sentarlos en el cielo, junto a él, “sobre doce tronos” para juzgar a las tribus de Israel (Mt 19:28), y si Jesús sabía que Judas lo traicionaría, ¿cómo se entiende qué el maestro a pesar de la futura felonía diera a Judas en garantía el reino de los cielos para sentarlo eternamente en uno de los doce tronos?.
Es todo un misterio eso de ser desleal, infiel, traidor, y ser destinado al odio de todos los hombres, tal como Judas lo fue -tanto, que en Alemania es ilegal llamar a un hijo Judas [8]- y a pesar de ello, ganarse el cielo a modo de premio, pues no se puede creer que Jesús haya mentido de modo tan alevoso a uno de sus apóstoles, debido a su naturaleza bondadosa y auténtica, contraviniendo así su propia predica. O bien Judas está en el cielo en uno de los doce tronos o está en la morada de Satanás, y si está en el cielo con Jesús entonces fue bueno haberlo traicionado. Evidentemente alguien está mintiendo en esta historia...
Para justificar la traición de Judas, Mateo da motivo el dinero:
Entonces uno de los doce, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a los
Sacerdotes principales y dijo “¿Qué me darán para que lo traicione
a ustedes?. Le estipularon treinta piezas de plata.[9]
Es de hacer notar, que las monedas de plata habían salido de circulación 300 años antes, y según Uta Ranke-Heinemann Mateo tomó del Antiguo Testamento esta información pero lo confundió con otro pasaje:
Entonces se cumplió lo que se habló mediante Jeremías el profeta, que
dijo “Y tomaron las treinta piezas de plata, el precio del hombre que
estaba a precio, aquel a quien pusieron precio algunos de los hijos de
Israel, y las dieron para el campo del alfarero, según lo que me había
Mandado Jehová”[10]
Imagen tomada de La opinión de Málaga
Lo que Mateo dice que habló Jeremías no está en Jeremías, ya que en éste último a pesar que sí habla de la compra de un campo, no es de alfarero. Tampoco Jeremías dice la cantidad de treinta piezas de plata sino de diecisiete; Mateo confundió a Jeremías por Zacarías, ya que es en Zacarías donde se expresa lo de las treinta monedas de plata.[11]
El evangelio de Mateo además de dar como justificación para la traición el dinero, coloca otro motivo, la entrada del diablo en el cuerpo de Judas -al igual que Marcos, Lucas y Juan- pero, los sinópticos ubican este hecho antes de la cena pascual y Juan lo sitúa el día de la última comida de Jesús, día en que Satanás entra dos veces en el cuerpo de Judas, y esto conduce a otro problema ya que los sinópticos dicen que Judas pactó con los sumos sacerdotes la traición después de la primera entrada del diablo en él, de modo que en Juan la segunda entrada de Satán en Judas aparentemente no tiene razón alguna.Ocupémonos ahora del evangelio de Marcos:
Y Judas Iscariote, uno de los doce, se fue a los sacerdotes para
traicionarlo a ellos.
Estos al oírlo, se regocijaron, y prometieron darle dinero en plata.”[12]
Marcos no precisa la cantidad de monedas de plata tal como lo hace Mateo ni tampoco pone hablar a Judas con los sacerdotes. Del modo más general habla de la escena en la que Judas y los judíos son estigmatizados como usureros.
Al igual que Mateo, Marcos dice que Judas permanece con Jesús en el transcurso de la comida e igualmente hace que el llamado hijo de Dios exprese que uno de los presentes es quien lo traicionará, sin embargo después de advertir a los apóstoles la futura traición ejecutada por uno de ellos, sus discípulos, -al igual que en Mateo- se muestran indolentes pero con la diferencia que Jesús no acusa aquí a nadie en particular. Acto seguido, Jesús realiza una eucaristía y todos los presentes cantan despreocupados ante el terrible anuncio de la conspiración, ideada y consumada por alguno de ellos:
Cuando hubo anochecido él vino con los doce. Y estando ellos
reclinados a la mesa y comiendo, Jesús dijo: “En verdad les digo,
Uno de ustedes que come conmigo, me traicionará, Ellos comenzaron
a constristarse y a decirle uno por uno: "No soy yo, ¿verdad?". Él les dijo:
"Es uno de los doce, que moja conmigo en la fuente común"[13]
Para concluir el análisis de los sinópticos, es imposible que Jesús haya sido apresado durante los días en que se celebraba la cena pascual ya que esta era un acontecimiento sagrado en el que todo tipo de proceso como los narrados por los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, estaban prohibidos. Si a Jesús lo habrían detenido en la cena pascual tendría, según el derecho judío, que haber sido hecho encarcelado hasta que concluyeran las celebraciones de Nisan. Por tanto, no hubo proceso contra Jesús ante los sumos sacerdotes, tampoco ante Pilatos y menos aún, una crucifixión.
“Si jesús hubiera sido apresado en la noche Seder, se le habría tenido
en prisión hasta después del dìa de fiesta, y todo lo restante no habría
ocurrido”[14]
"...puesto que antes de la fiesta de la pascua sabía que había llegado
su hora para irse de este mundo al padre, Jesús, habiendo amado a los
los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Así que,
mientras estaba en progreso la cena, como el Diablo ya había metido en
el corazón de Judas Iscariote [...] que lo traicionaría [...] [Jesús] [...] se
levantó de la cena y puso a un lado sus prendas de vestir exteriores. Y
tomando una toalla, se ciñó.”[16]
A diferencia de los sinópticos, Juan introduce después de la última comida de Jesús el lavatorio de pies, e inmediatamente después da el anuncio de la traición por venir, entonces al ser interrogado por el apóstol Simón Pedro en relación a quién es el traidor, Jesús dice:
“Es aquel a quién daré el bocado que mojo”. Y así que habiendo mojado
el bocado, lo tomó y se lo dió a Judas. [17]
Es decir, que Jesús sin el menor reparo expone a Judas ante todos como el traidor, y seguidamente Satanás entra en Judas como si la acción de Cristo fuera la que provocara esta aparición, de tal modo que pareciera ser Jesús el culpable de la llegada del diablo y de la entrada de éste en el cuerpo de Judas, lo cual nos lleva a pensar que Judas no tuvo la culpa de este segundo ingreso:
Y después del bocado, entonces Satanás entró en este[1]
Para concluir, debemos apuntar en este trabajo que el tema de la traición era común en la antigüedad, y como estaba presente en el Antiguo Testamento Marcos, Mateo, Lucas y Juan ven en ello una señal futura. Joab, el general de David besó a Amasá, mientras le clavaba la espada, y dicho suceso fue tomado como modelo para crear la ficción del beso de Judas. Toda la historia expuesta en los evangelios del Nuevo Testamento, es producto de una mala tendenciosa jugada política, en la que las costuras quedan expuestas al aire libre pero, cuyo objetivo logró ser alcanzado, esto es, apartar a los judíos del cristianismo.
BIBLIOGRAFIA
“No y Amén”. Uta Ranke-Heinemann. Ed. Trotta
“Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras”. Brooklyn, New York.1987
[1] “No y Amén”. Uta Ranke-Heinemann. p. 115. Ed. Trotta
[2] “No y Amén”. Uta Ranke-Heinemann. p. 116. Ed. Trotta
[3] “No y Amén”. Uta Ranke-Heinemann. p. 116. Ed. Trotta
[4] “No y Amén”. Uta Ranke-Heinemann. p. 124. Ed. Trotta
[5] “No y Amén”. Uta Ranke-Heinemann. p. 128. Ed. Trotta
[6] “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras”, (Mt 26:36). p. 1237. Brooklyn, New York.1987
[7] “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras”, (Mt 26:45,46,47). p. 1237. Brooklyn, New York.1987.
[8] Afirmación del Dr. William Klassen, de la Universidad de Waterloo, Canadá, hecha durante entrevista de la National Geographic, para el documental “El Evangelio de Judas”.
[9] “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras”, (Mr 26:14,15). p. 1263. Brooklyn, New York.1987
[10] “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras”, (Mr 27:9,10). p. 1239. Brooklyn, New York.1987
[11] “No y Amén”. Uta Ranke-Heinemann. p. 136. Ed. Trotta
[12] “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras”, (Mr 14:1,2,10). p. 1263. Brooklyn, New York.1987.
[13] “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras”, (Mr 14:17,18,19,20). p. 1263. Brooklyn, New York.1987.
[14] “No y Amén”. Uta Ranke-Heinemann. p. 118. Ed. Trotta
[15] “No y Amén”. Uta Ranke-Heinemann. p. 126. Ed. Trotta
[16] “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras” Juan (13:1,2,4). p.1306. Brooklyn, New York.1987.
[17] “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras” Juan (13:26). p.1333. Brooklyn, New York.1987
Escrito por Amerindia Castro © Todos los derechos reservados
No hay comentarios:
Publicar un comentario