¿Por qué los traumas y miedos infantiles quedan en nuestra memoria y vuelven sin que lo deseemos cuando somos adultos? Fobias, ansiedades inexplicables, somatizaciones, ataques de pánico, problemas de gran magnitud que muchas veces necesitan terapia psicológica para poder lidiar con ellos. Al respecto, Gogolla et al. publicó en Science un artículo que afirma que encontraron una razón fisiológica del por qué los traumas ocurridos en nuestra infancia permanecen en nuestra memoria y no podamos tirarlos al cesto del olvido. Según, todo se debe al entorno extracelular de las neuronas de la amígdala cerebral y que descubrieron en ratones de laboratorio al estudiar los proteoglicanos de condroitín sulfato de la matriz extracelular. Los adultos que carecen de ellos recuerdan miedos y traumas cual si fueran jóvenes infantes. Nos lo cuenta Tommaso Pizzorusso, “Neuroscience: Erasing Fear Memories,” Science 325: 1214-1215, 4 September 2009, haciéndose eco del artículo de Nadine Gogolla et al., “Perineuronal Nets Protect Fear Memories from Erasure,” Science 325: 1258-1261, 4 September 2009.
La incapacidad para borrar los miedos y traumas “infantiles” fue observada en los ratones de laboratorio durante sus primeros días de vida, en especial durante los primeros 17 días de vida. A partir de los 23 días del nacimiento, esta incapacidad desapareció y los mecanismos de borrado de la memoria ante estos miedos actuaron con normalidad. Ya se sabía que la amígdala cerebral era importante en este proceso, pero se desconocían los detalles. El nuevo estudio abre una ventana para entenderlos. En la amígdala cerebral, uno de los componentes más importantes de la matriz extracelular de las neuronas corticales son los proteoglicanos de condroitín sulfato. El estudio de Gogolla et al. ha determinado que la maduración de esta matriz extracelular es la responsable de la finalización del periodo en el que los miedos “infantiles” no pueden borrarse de la memoria de los ratones. Más aún, han inyectado en ratones adultos condroitinasas ABC, capaces de eliminar los proteoglicanos de condroitín sulfato, y han observado que pueden provocarles miedos y traumas que permanecen en su memoria durante toda su vida.
Por supuesto, este estudio es un primer paso y se requieren futuros estudios para determinar los detalles bioquímicos y moleculares de la acción de estas substancias en la amígdala cerebral, que podrían llevar a vías terapéuticas farmacológicas para evitar y/o minimizar los traumas infantiles en humanos. Pero ya sabes, son los benditos proteoglicanos de condroitín sulfato, cosa que suena a enfermedad extraterreste lo que nos viene a amargar la existencia cuando estamos bien grandotes, leáse adultos
Fuente: francisthemulenews
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