miércoles, 29 de junio de 2011

La almohada, de Aquiles Nazoa

A los tres días de comprada me dí cuenta de que a la almohada que me vendieron por cuotas se le botaban los sueños.




A los pocos días de comprado este apartamento me dí cuenta de que por sus ventanas se le botaba mi vida.




Me enamoré de una mujer a la que se le botaban mis palabras por todas las grietas de su
corazón echado a perder.

Me hice poner un corazón nuevo y a los pocos días se le salían mis sentimientos, y se me iban botando por las calles.

Me compré una juventud de transistores fabricada en Japón y apenas estrenada me dí cuenta de que por ella se me iban botando los años.





Me subí en el autobús para ir a mi casa y a poco el chofer nos dijo que debíamos bajarnos todos porque se le estaban botando los pasajeros.





Me morí de tan fastidiado que estaba y resultó que el cementerio se le estaban botando los muertos.





Ya no puedo ver una flor sin que se me boten las lágrimas. Ni un paisaje sin que se me boten los ojos.





Cada noche llega una hora en que se me botan los pantalones y como digo, me reclino sobre una almohada a la que se le botan los sueños...





Aquiles Nazoa, humorista, escritor y poeta venezolano


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