Las personas de bien están en todos lados por la sencilla razón de que 'todos' creemos ser personas de bien aunque actuemos como verdaderos hijos de p... Por ejemplo, tengo un familiar que vive metido en la iglesia más y no se cansa de desearle la muerte a las personas que pertenecen a la tolda política contraria a la de él. Así mismo, tengo un vecino que posee un puesto de películas de DVD de todo tipo para la venta, pues, me ha contado que uno de sus clientes "secretos" fijos es el párroco de nuestra parroquia, el cual le compra películas porno gay. Por otro lado, existe dentro de mi círculo de amigos un personaje que vive ilegalmente en EE.UU. y la última vez que hablamos por teléfono me dijo que unos tipos que 'parecían latinos' lo habían atracado y golpeado hasta el punto de despertarse al día siguiente en un hospital, por lo que él, de ahora en adelante, se declaraba defensor furibundo del muro fronterizo Estados Unidos-México a pesar que mi amigo es también latino y emigrante ilegal. Homófobos que en un oculto rincón de su alma son gays encubiertos, amantes de los animales que odian a las personas, educadores que insultan a sus educandos, y buenos samaritanos que envenenarían con un plato de comida al indigente que afea su calle.
Una de las lecciones que he recibido y que más recuerdo en cuanto a eso de ser prejuiciosa, me ocurrió hará quizás unos 15 años una tarde en que subí a un colectivo para ir a clases en la Universidad. Al entrar en la buseta me dí cuenta que sólo había tres asientos vacíos en la parte de atrás y uno de ellos estaba ocupado por dos hombres mal vestidos y sucios que charlaban animadamente. Me acerqué para sentarme un puesto de lante de ellos pero, una mueca involuntaria de "fo" contrajo mi rostro, por lo que disimulando el despreciativo gesto me coloqué dos puestos delante de los que -inconcientemente- se me antojaron como malas personas. Al llegar la hora de bajarme, busqué en mi cartera el dinero para pagar más ¡oh, sorpresa! había dejado el monedero sobre la mesa de mi apartamento, sin embargo, notoriamente alarmada seguí hurgando una y otra vez en todos los rincones del bolso hasta que, una voz masculina detrás de mi, dijo: "señora, no se preocupe, bájese. Nosotros pagamos". Los dos obreros que mi estupidez convirtió en malandros (delincuentes) habían comprendido mi situación sin que yo dijese nada y brindaron su ayuda sin yo pedirla... Sentí tanta verguenza de mi misma que desde ese día en adelante estoy ojo avizor con mis opiniones hacia las personas...
Una de las lecciones que he recibido y que más recuerdo en cuanto a eso de ser prejuiciosa, me ocurrió hará quizás unos 15 años una tarde en que subí a un colectivo para ir a clases en la Universidad. Al entrar en la buseta me dí cuenta que sólo había tres asientos vacíos en la parte de atrás y uno de ellos estaba ocupado por dos hombres mal vestidos y sucios que charlaban animadamente. Me acerqué para sentarme un puesto de lante de ellos pero, una mueca involuntaria de "fo" contrajo mi rostro, por lo que disimulando el despreciativo gesto me coloqué dos puestos delante de los que -inconcientemente- se me antojaron como malas personas. Al llegar la hora de bajarme, busqué en mi cartera el dinero para pagar más ¡oh, sorpresa! había dejado el monedero sobre la mesa de mi apartamento, sin embargo, notoriamente alarmada seguí hurgando una y otra vez en todos los rincones del bolso hasta que, una voz masculina detrás de mi, dijo: "señora, no se preocupe, bájese. Nosotros pagamos". Los dos obreros que mi estupidez convirtió en malandros (delincuentes) habían comprendido mi situación sin que yo dijese nada y brindaron su ayuda sin yo pedirla... Sentí tanta verguenza de mi misma que desde ese día en adelante estoy ojo avizor con mis opiniones hacia las personas...
Visto en Menéame
Fuente Original: ila fox
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