Imagen tomada de econet.ua
Entre el 06 y el 26 de enero de este año no publiqué absolutamente nada pues decidí distanciarme unos días de mi IAD (trastorno de adicción a internet). Un desorden presente en millones de internautas, sobretodo en aquellos que poseemos un grupo de genes relacionados con los mecanismos de recompensa y placer, en otras palabras, genes de adicción.
En mi caso personal estos genes mostraron por primera vez su rostro durante mi infancia, al momento de hacerme adicta al tomate (adicción que perdura hasta el presente) y en las frecuentes ocasiones en las que tumbada en la cama -con los ojos en blanco- masticaba la alucinante combinación de maní con pequeños trozos de chocolate. Años más tarde, en la pubertad, senti la mordida de la dependencia al obligarme a buscar por todos lados -casi posesa- las historietas de Mafalda, y poco tiempo después, las de Asterix; en ambos casos llegué a sentirme físicamente mal al no conseguir el número de la revista anhelada.
En la época universitaria seguí el mismo esquema adictivo pero esta vez con la publicación española El Viejo Topo (hoy día conservo sólo el ejemplar n°10), y al entrar mi manía de colección en franca decadencia apliqué la persecución editorial al semanario Cambio 16 (llegué a reunir más de 300 ejemplares), hasta que mi delirio de recopilar papeles impresos entró en crisis y me forzé a botar todas las revistas menos 6, que aún poseo. Mi compulsión de perseguir escritos en serie que pusieran mi dopamina a volar no siempre se limitaba a lo literario.
Esquema de adicción a la nicotina
De cómo algunas prácticas pueden convertirse en adicciones
En la adolescencia, me hice adicta al cigarrillo por más de 30 años (el año pasado logré dejarlo) y durante tres fui adepta a un grupo religioso hindú liderado por un gurú llamado Maharasji, secta con la que aprendí a meditar, práctica que olvidé con los años. Al cumplir 17 troqué lo religioso por un colectivo de facinerosos políticos de izquierda y con ellos llegué a la etapa universitaria (hoy día dicho agrupación se cambió a la ultra derecha) encauzando mi 'adicción ideológica' al acto de rayar paredes con consignas aburridas, a la marcha callejera de cualquier protesta y después, a la carrera de 1.000 metros planos junto a todos los marchistas con la policía detrás... hasta que descubrí el sexo, el café árabe con cardamomo, el jugo de naranja o maracuyá para las resacas y todo aquello que produce resacas. En fin, puro mecanismo de placer y recompensa hoy traducido en forma de horas de navegación por internet y de publicación en un blog llamado El Club de Las Neuronas Muertas. Según las últimas investigaciones la adicción a internet te cambia el cerebro al igual que las drogas o el alcohol, y aunque para mi el ciberespacio es por lo general una fuente de consulta, un lugar de aprendizaje, una terapia o un espacio de entretenimiento hay veces que me resulta tan alucinante y terrible como las palabras de Roy Batty en Blade Runner, y en base a ello puedo asegurar que 'Orión, los rayos C y la puerta Tannhäuser' existen de múltiples maneras en el ciberespacio. Recordemos lo dicho por el personaje Roy Batty, el replicante o androide del film de ciencia ficción que fue elegido como una de las primeras películas en ser lanzadas en formato Dvd debido a su enorme éxito como cinta de alquiler en los videoclubes:
"Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais... atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta Tannhäuser.
Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.
Es tiempo de morir!."
"Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais... atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta Tannhäuser.
Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.
Es tiempo de morir!."
Tal vez exagero al asociar lo expresado por Roy con mi IAD, sin embargo, al relacionar el monólogo apocalíptico de Roy con mi trastorno cibernético fue para mi un claro indicio de que era el momento de huir velozmente hacia el mundo real -aunque fuese por un rato, y aceptar la invitación de pasar varios días en el litoral con mi familia y dos grandes amigos, a pesar de que en el fondo prefería quedarme a publicar en el blog y fue esto último, precisamente, lo que obligó a fugarme hacia la vida y también hacia otras adicciones tal como tomar fotos de cualquier cosa aunque fuesen malas, beber cerveza a la orilla de la playa, comer carne a la parrilla con guasacaca o bailar bajo los efectos del vino al tiempo que adquiría algún conocimiento (tal como pasó) pues, según por lo que había leído de las adicciones, las neuronas implicadas en los procesos de dependencia interactúan en el cerebro tanto para reforzar comportamientos como para que aprendamos cosas, en mi caso particular, algo distinto a tener los ojos pegados a la bendita pantalla de Pc.
Ahora bien, hasta donde se sabe, los circuitos o conexiones cerebrales de 'recompensa han resultado fundamentales para la conservación de la especie a la que pertenecemos pues "premian" al ser humano por llevar a cabo una serie de conductas esenciales que a veces necesitan de esfuerzos muy grandes, por ejemplo, conseguir alimento o reproducirse sexualmente. Sin embargo, estos circuitos también pueden volverse contra nosotros.
Por tanto, todas las noches cuando saboreo tomates en mis sandwichs de pavo o en las arepas; las veces que en mi infancia aluciné con el maní y el chocolate; cualquier ocasión en que perseguí a Mafalda, Asterix, al Viejo Topo, etc.; los momentos en que secuestré a mi cerebro en posición de loto o besando los pies de un gordito hindú supuestamente "iluminado"; aquellos tiempos en que excitada grafiteaba en la noche cualquier pared de calle con símbolos políticos de izquierda; la época en que disfrazada de geisha universitaria satisfacía mis instintos de mantis religiosa; las oportunidades en que actué como bacante tropical y cualquier ocasión en que me comporto cual desaforada cibernauta, todas esas veces, según los expertos, se realiza un proceso de adicción conocido como error de predicción de recompensa (EPR), un evento neurológico que se cree surge como resultado de la puesta en marcha de neuronas dopaminérgicas que actúan como respuesta a una "recompensa" inesperada, especie de mecanismo que refuerza la conducta que nos llevó a dicha recompensa.
Ahora bien, hasta donde se sabe, los circuitos o conexiones cerebrales de 'recompensa han resultado fundamentales para la conservación de la especie a la que pertenecemos pues "premian" al ser humano por llevar a cabo una serie de conductas esenciales que a veces necesitan de esfuerzos muy grandes, por ejemplo, conseguir alimento o reproducirse sexualmente. Sin embargo, estos circuitos también pueden volverse contra nosotros.
El sistema límbico, un sistema que está (relacionado con la memoria, la atención, los instintos sexuales, las emociones, la personalidad y la conducta; responsable prmordial de la vida afectiva y partícipe en la formación de memoria tiene dentro de sus funciones principales la motivación por la preservación del organismo y la especie, la integración de la información genética y ambiental a través del aprendizaje, y la tarea de integrar nuestro medio interno con el externo antes de realizar una conducta, según wikipedia) formado por varias estructuras como el hipotálamo, el hipocampo, la amígdala y cuatro áreas mas, juega un papel primordial en el control del mecanismo de recompensa sea éste la comida, el sexo o las drogas de abuso pero, el problema es que estos circuitos de recompensa están preparados para un estímulo natural, "pero no para que actuemos directamente sobre ellos con una sustancia química", y en mi caso concreto, aparatos electrónicos o publicaciones periódicas.
Por tanto, todas las noches cuando saboreo tomates en mis sandwichs de pavo o en las arepas; las veces que en mi infancia aluciné con el maní y el chocolate; cualquier ocasión en que perseguí a Mafalda, Asterix, al Viejo Topo, etc.; los momentos en que secuestré a mi cerebro en posición de loto o besando los pies de un gordito hindú supuestamente "iluminado"; aquellos tiempos en que excitada grafiteaba en la noche cualquier pared de calle con símbolos políticos de izquierda; la época en que disfrazada de geisha universitaria satisfacía mis instintos de mantis religiosa; las oportunidades en que actué como bacante tropical y cualquier ocasión en que me comporto cual desaforada cibernauta, todas esas veces, según los expertos, se realiza un proceso de adicción conocido como error de predicción de recompensa (EPR), un evento neurológico que se cree surge como resultado de la puesta en marcha de neuronas dopaminérgicas que actúan como respuesta a una "recompensa" inesperada, especie de mecanismo que refuerza la conducta que nos llevó a dicha recompensa.
Foto tomada por Amerindia Castro © All rights reserved.
"Nuevas recompensas", ese era el plan de mi ciber-distanciamiento o de mi huida a la realidad, leáse 'casa de playa de mis amigos'. Es decir, dopaminizarme con algo nuevo, y que mejor que sacar fotos de mi primer amanecer en un lugar desconocido: al día siguiente de mi llegada a la costa este me levanté a las 6 a.m. y subí al tejado del caserón a objeto de buscar algo parecido a "Orión" o una "puerta de Tannhäuser", sustituyendo así mi muy preciado IAD por un acontecimiento original a punto de suceder. Poco a poco una tenue luz solar fue apareciendo tras una oscura montaña y lentamente se reveló una geografía que me dejo boquiabierta.
Nuestra llegada al litoral fue en horas de la noche de tal modo que el paisage marino que fotografié mientras todos descansaban no era aún visible, y menos desde la parte baja de la casa pues sólo se apreciaba desde el tejado de la residencia.
El panorama descubierto por el sol me mantuvo extasiada varias horas y una vez más la dopamina se hizo presente en todo mi cuerpo. En diversas ocasiones durante esos días me encaramé entusiasmada en el techo para hacer "click, click" con la cámara fotográfica: en el lado oeste, un trozo de ciudad y tres barcos acercándose al puerto; hacia el este, veánlo ustedes mismos.
Foto tomada por Amerindia Castro © All rights reserved.
Una de las cosas maravillosas que pasó en mi regreso a la vida -común y real- fue recordar una frase olvidada por más de 20 años, y que traté de asir infructuosamente en mi memoria muchas veces. La frase de marras es "placer oceánico", expresión que relacioné con la de "sentimiento oceánico" cuando tenía 23 años, después de meditar frente al mar. La experiencia que tuve en aquella oportunidad fue la de 'ser Uno con la inmensidad', especie de continuidad entre mi respiración, el océano y el cielo, sensación de puente grato e inmenso entre mi pecho y el infinito. Recordé la frase días después de llegar a la ciudad, mientras caminaba por alguna calle me pregunté "¿cómo era esa palabra que sentí mientras sacaba las fotos sobre aquel techo o en aquella montaña?"...
y como si algo se aclarara tranquilamente regresó la mágica oración: "¡sentimiento océanico! placer océanico". Nunca imaginé que volvería a ver la cara de ese sentimiento el cual no era un error de recompensa.
Nuestra llegada al litoral fue en horas de la noche de tal modo que el paisage marino que fotografié mientras todos descansaban no era aún visible, y menos desde la parte baja de la casa pues sólo se apreciaba desde el tejado de la residencia.
El panorama descubierto por el sol me mantuvo extasiada varias horas y una vez más la dopamina se hizo presente en todo mi cuerpo. En diversas ocasiones durante esos días me encaramé entusiasmada en el techo para hacer "click, click" con la cámara fotográfica: en el lado oeste, un trozo de ciudad y tres barcos acercándose al puerto; hacia el este, veánlo ustedes mismos.
Foto tomada por Amerindia Castro © All rights reserved.
Científicos de Harvard opinan que el error de predicción de recompensa (EPR) es el producto de una compleja interacción entre dos tipos de neuronas -unas neuronas que dependen de la dopamina, y otras neuronas inhibidoras que utilizan el neurotransmisor GABA. Los investigadores creen que las neuronas GABA inhiben a las neuronas de dopamina. En todo caso ambas trabajan juntas para hacer el cómputo de error de recompensa que refuerza la conducta que nos lleva a dicha gratificación. Foto tomada por Amerindia Castro © All rights reserved.
Como el abuso de drogas se dirige precisamente a las neuronas GABA los científicos piensan que al inhibir estas neuronas se puede cortar el ciclo de retroalimentación de la adicción y seguir obteniendo señales de refuerzo de dopamina pero, aquellos que padecemos alguna conducta adictiva, específicamente la IAD, podemos modificar el ciclo de retrolimentación con algunas herramientas que están a nuestro alcance. Por ejemplo, ahora trato de no prender la Pc hasta haber terminado las tareas de la mañana pues si llego a encender la computadora antes de lo previsto seguramente dejaré de hacer algunas cosas quizás importantes. Así mismo, en las noches me obligo a no continuar navegando o publicando después de las 11 p.m. ya que de no ser así puedo perfectamente llegar más allá de Orión. Foto tomada por Amerindia Castro © All rights reserved.
Inevitablemente al regresar de la "vida real" me encuentro de nuevo, frente a frente, con mi IAD y cada dos horas -más o menos- me impongo ser un cuerpo que respira y ve con propios ojos, y no un organismo de cuello y hombros adoloridos por la mala posición ante la PC, así que me levanto de la silla, salgo del estudio y voy de visita a la sala de mi casa para vivir un largo rato con mi familia y dar la espalda a internet.
Foto tomada por Amerindia Castro © All rights reserved.
Una de las cosas maravillosas que pasó en mi regreso a la vida -común y real- fue recordar una frase olvidada por más de 20 años, y que traté de asir infructuosamente en mi memoria muchas veces. La frase de marras es "placer oceánico", expresión que relacioné con la de "sentimiento oceánico" cuando tenía 23 años, después de meditar frente al mar. La experiencia que tuve en aquella oportunidad fue la de 'ser Uno con la inmensidad', especie de continuidad entre mi respiración, el océano y el cielo, sensación de puente grato e inmenso entre mi pecho y el infinito. Recordé la frase días después de llegar a la ciudad, mientras caminaba por alguna calle me pregunté "¿cómo era esa palabra que sentí mientras sacaba las fotos sobre aquel techo o en aquella montaña?"...
y como si algo se aclarara tranquilamente regresó la mágica oración: "¡sentimiento océanico! placer océanico". Nunca imaginé que volvería a ver la cara de ese sentimiento el cual no era un error de recompensa.
La catedrática de Bioquímica y Biología Molecular Natalia López Moratalla dice que lo que entendemos por adicción es un aprendizaje con recompensa que se hace patológico. Pues bien, aprendo a ser un cuerpo que se gratifica y ve con propios ojos su pathos, sin dramas a fin de actuar; un organismo de hombros y cuello adolorido por la PC que se aleja de la pantalla para respirar otros aires que me hagan liberar dopamina.
Es así que activar mi voluntad de diferentes formas los días que no me conecté posibilitó mi retorno a este blog de forma positiva pues, no sólo dormí suficiente y escuché más música (compré muchísimos Cds piratas), sino que tomé relajantes y deliciosos te de hierbas -sobretodo de hierba luisa y toronjil, adelanté capítulos de dos libros recién comprados y apartados...
Foto tomada por Amerindia Castro © All rights reserved. ..
Foto tomada por Amerindia Castro © All rights reserved ..
La misma creatividad me sugirió inscribirme en el yoga y ya tengo más de 2 semanas ejercitando.
Foto tomada por Amerindia Castro © All rights reserved
Di más largas caminatas, reí tanto como acostumbro, abracé mucho más a mis amigos y a mi familia -cosa que seguiré haciendo. Recordé algunos sueños y advertí que tengo por delante un largo año para comenzar algunos -o terminarlos.
Foto tomada por Amerindia Castro © All rights reserved.
Hice más viajes en carretera; una vez más di rienda suelta a mi adicción por el tabule y preparé enormes ensaladas. Me divertí tanto como ahora cuando escribo de dependencias y recompensas, aunque de nuevo, "solo por hoy", sean las 4 de a.m. ¡A! y siempre procuré tener a mano la primera medicina de este Club:
Días antes de irme a la playa hice un test en internet para saber qué grado de dependencia tengo al ciberespacio; el resultado es que soy una adicta promedio. Aquí les dejo las preguntas que miden la adicción a internet a ver si se entusiasman a leerlas, y si quieren responderlas recomiendo lo hagan en la página eutimia.com pues es allí donde podrán sabrer sus puntajes.
Test
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = Nunca
2. Desatiende las labores de su hogar por pasar más tiempo frente a la computadora navegando?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = No
3. Prefiere excitarse con fotos o videos a través de Internet en lugar de intimar con su pareja?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = No
4. Con que frecuencia establece relaciones amistosas con gente que sólo conoce a través de Internet?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = Nunca
5. Con que frecuencia personas de su entorno le recriminan que pasa demasiado tiempo conectado a Internet?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = Nunca
6. Su actividad académica (escuela, universidad) se ve perjudicada porque dedica demasiado tiempo a navegar?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = No
7. Con que frecuencia chequea el correo electrónico antes de realizar otras tareas prioritarias?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = Nunca
8. Su productividad en el trabajo se ve perjudicada por el uso de Internet?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = No
9. Se vuelve precavido o reservado cuando alguien le pregunta en que dedica el tiempo que pasa navegando?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = No
10. Se evade de sus problemas de la vida real pasando un rato conectado a Internet?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = No
11. Se encuentra alguna vez pensando en lo que va a hacer la próxima vez que se conecte a Internet?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = No
12. Teme que su vida sin Internet sea aburrida y vacía?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = No
13. Se siente molesto cuando alguien lo/a interrumpe mientras esta navegando?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = No
14. Con que frecuencia pierde horas de sueño pasándolas conectado a Internet?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = Nunca
15. Se encuentra a menudo pensando en cosas relacionadas a Internet cuando no está conectado?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = No
16. Le ha pasado alguna vez eso de decir "solo unos minutitos más" antes de apagar la computadora?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = No
17. Ha intentado alguna vez pasar menos tiempo conectado a Internet y no lo ha logrado?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = No
18. Trata de ocultar cuanto tiempo pasa realmente navegando?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = No
19. Prefiere pasar mas tiempo online que con sus amigos en la vida real?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = No
20. Se siente ansioso, nervioso, deprimido o aburrido cuando no está conectado a Internet?
1 = Raramente
2 = Ocasionalmente
3 = Frecuentemente
4 = Muy a menudo
5 = Siempre
0 = No
Fuentes: ¿Eres adict@ a Internet?, Test de adicción a Internet
Otras fuentes: La adicción a Internet cambia el cerebro, Genes de la adicción, Nuevas pistas para tratar la adicción, Neurobiología de la adicción, Dopamina, adicciones y felicidad, Ciberadicción, Cerebro adicto: los efectos de la droga, alcohol e internet.
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