Así no mas. No más. Despacio. Otra vez. Dámelo de tu mano a la mía con tu boca y los dedos señalando el ritmo. Mécete en los vellos con tu línea extendida en mis sueños abiertos. Atormenta mi carne. Fríela en tus muslos tragando muy suave el temblor de mis poros. Así. No más. Y más. Limpia mis noches de las letras leídas con tu afluencia de costa espesa. Blanquecina. Veme y suda rumiando en mi grama y quéjate suave, despacio. Sin apuros.