Una aproximación al inconsciente y algunos de sus derivados en Proust, Kafka y Lila Down.
"Una de las funciones de la conciencia es seleccionar comportamientos que puedan automatizarse y volverse inconscientes"
A finales de
Fotografía de Ewanr tomada de Flickr
Insomnia 2
La histeria, afección psicológica que produce en las personas síntomas físicos sin lesión alguna que los justifique, por ejemplo, una parálisis sin daños en los nervios o músculos, una ceguera sin anomalías en el ojo, una convulsión no producida por algún trastorno en la corteza cerebral; en suma, un cerebro en el que ciertas regiones son sede de una actividad anormal, en donde determinados circuitos están transitoriamente bloqueados por una especie de parálisis funcional, y que pertenece a los trastornos relacionados con la neurosis... Sin embargo, este término siempre se asoció a la mujer, como si esta enfermedad psicológica fuera de uso exclusivamente femenino.
La causa de la vinculación del vocablo histeria con este género se debe a que 'hysterus' significa útero, y los antiguos asociaron esta patología con la mujer, dejando de lado los trastornos histéricos masculinos -igualmente reales. Confusión que proviene de la época de Hipócrates, cuando se creía que el útero era un órgano móvil; especie de todoterreno que se desplazaba por el cuerpo de la mujer y al llegar al pecho le causaba enfermedades.
La causa de la vinculación del vocablo histeria con este género se debe a que 'hysterus' significa útero, y los antiguos asociaron esta patología con la mujer, dejando de lado los trastornos histéricos masculinos -igualmente reales. Confusión que proviene de la época de Hipócrates, cuando se creía que el útero era un órgano móvil; especie de todoterreno que se desplazaba por el cuerpo de la mujer y al llegar al pecho le causaba enfermedades.
Una cosa realmente curiosa de la histeria es que en el s. XIX y desde hace casi mil años, los médicos trataban a las pacientes enfermas aplicándoles masajes de clítoris hasta conseguír el orgasmo, ocasión en que los síntomas se aplacaban, como si el síntoma fuese sólo físico, y no procediese de la psique.
En esta imagen 'Blanche',
la más célebre histérica de Charcot,
es
atemorizada por la electroestimulación farádica
de los músculos de su rostro, esto es, la
provocación artificial de contracciones musculares, por medio de una corriente directa interrumpida o una corriente alterna,
aparato inventado por
Dubois-Reymond.
París. Fotografía anónima, 1880.
Ahora bien, el territorio en que tienen lugar los síntomas descritos es el inconsciente, y Freud definió al inconsciente de una manera completamente original: especie de Aleph borgiano que ordena y desordena todo lo vivido, y que se le aparece al hombre en la forma de sueños, lapsus, chistes, juegos de palabras, actos fallidos y a través de los síntomas.
O si se quiere, que moviliza e inmoviliza todo lo humano, caracterizado entre otras cosas, por la imposiblidad de acceso, tal como una cuarta dimensión: sabemos que existe pero es imposible llegar a él, y gracias a esta inaccesibilidad el hombre nunca nunca llega a conocer su realidad. Por ello, la conciencia es sólo el enmascaramiento de las fuerzas -innatas- de Vida y Muerte (Pulsiones), así como también, de los mecanismos de represión, elementos en constante pugna dentro del sujeto.
O si se quiere, que moviliza e inmoviliza todo lo humano, caracterizado entre otras cosas, por la imposiblidad de acceso, tal como una cuarta dimensión: sabemos que existe pero es imposible llegar a él, y gracias a esta inaccesibilidad el hombre nunca nunca llega a conocer su realidad. Por ello, la conciencia es sólo el enmascaramiento de las fuerzas -innatas- de Vida y Muerte (Pulsiones), así como también, de los mecanismos de represión, elementos en constante pugna dentro del sujeto.
M.C. Escher, "Relatividad" (1953)
La justificación racional de conductas cuyos motivos desconocemos, corresponde a un embaucamiento propiciado por nosotros mismos y por la sociedad. Los estudios de S. Freud contribuyeron a crear la desconfianza en Occidente y los primeros en desertar de lo formalmente establecido fueron los artistas: la armonía de las formas, la sensatez y objetividad en la escritura ya no representaban al hombre de la época que estaba por nacer.
A sólo dos años de la primera guerra mundial, la imposiblidad de dormir, de encontrar satisfacción en la realidad, en la vocación, el amor, la amistad, los placeres mundanos, el pasado y la inteligencia, aparece ya plasmada en la obra de Marcel Proust. Proust, reconstruirá su mundo personal a partir del instante que retornaba en él como imagen en el recuerdo. El regreso brevísimo de una percepción tenida en otro tiempo, remolcó en Proust las ruinas de su pasado y el escritor las convirtió en creación. Para Marcel, es este proceso artístico el que permite recuperar la vida y preservarla, aunque esté sustentada en tiempos ya perdidos.
La primera guerra mundial y la “Metamorfosis" de Franz Kafka inauguran el siglo xx. El artista materializa la desnudez que siente ante un mundo completamente adverso, y las imágenes oníricas serán la vía para abordar la opresión y la angustia ontológica producida por la amenaza de poderes imperantes dentro de sí mismo, fuerzas extrañas y obscuras que no puede comprender. La alegoría de un hombre que se despierta convertido en insecto y al cual su grupo familiar deshecha como partícula de polvo, es el absurdo e ironía en que se mezclan realidad e irrealidad, aunque Kafka en "Diarios" (1919-1923), asegure que toda su obra "es fantasía, la familia, la profesión, los amigos, la calle, fantasía lejana o pobre, la mujer; pero la verdad más inmediata es el hombre apretando su cabeza contra la celda".
Así, el sujeto del siglo XIX da un paso al próximo siglo con miedo a ser aplastado como una cucaracha y asustado arrastra su sombra hasta el siglo XXI; el hombre moderno del s. XXI u hombre postmoderno absorve a través de su cuerpo la humedad del planeta entero, y con ceguedad de entendimiento se declara irresponsable de tener ojos cuando otros también los han perdido, y al igual que Gregorio Samsa, el protagonista de "La Metamorfosis", corre el peligro de cercenar su existencia a través de los posibles cambios (o metamorfosis) que pueda padecer, despertando cualquier día como una desagradable cucaracha (o cualquier otro insecto repelente), aislado de los suyos en total invidencia en lo que respecta a su mundo inmediato, o más allá, de su espacio geográfico.
Ahora bien, el descubrimiento del inconsciente sigue trastocando todo lo establecido, y su conocimiento ha servido al hombre como conocimiento de sí mismo, aunque a menudo no seamos conscientes de las razones y las causas de nuestro comportamiente (Jhon Barg, en entrevista por Eduardo Punset en el programa Redes); y que el saber científico de hoy día con respecto a esta instancia inaccesible para el hombre asevere que en realidad es el cerebro quien funciona inconscientemente en nosotros y es él, el inconsciente, el que sabe por nosotros, y no la conciencia. Por ello, el hecho de que el hombre en 200.000 años de existencia haya trastocado el equilibrio de la tierra de casi 4.000 millones de años nos dice que desde antes de 'La Metamorfosis' de Kafka, el ser humano ya remolcaba tras de sí su sombra blattodea, cuyas patas perdió en el camino a causa de enfrentarse desamparado al ejército de cockroaches siempre bien equipadas, gracias a su evolución histórica dentro del poder.
El cerebro con sus neuronas muertas y su capacidad de renovación y/o plasticidad, la risa como instrumento para deshacer patrones de conducta y modelos estéticos, la ironía en forma de metrónomo marcando la intención en el discurso, la imagen que impacta la regina ya sea como prueba estética -o no- de lo que vemos o podríamos ver, regresando a nosotros como los "ecos visuales" de Henri Cartier-Bresson, y la música con todo lo que ella implica, son los objetivos que aspira seguir este blog, por lo que Lila Down no escapa a las categorías arriba mencionadas, sobre todo porque su 'Cucaracha', cargada de humor e ironía, allana con su voz el final de esta tímida aproximacíon.
Así, el sujeto del siglo XIX da un paso al próximo siglo con miedo a ser aplastado como una cucaracha y asustado arrastra su sombra hasta el siglo XXI; el hombre moderno del s. XXI u hombre postmoderno absorve a través de su cuerpo la humedad del planeta entero, y con ceguedad de entendimiento se declara irresponsable de tener ojos cuando otros también los han perdido, y al igual que Gregorio Samsa, el protagonista de "La Metamorfosis", corre el peligro de cercenar su existencia a través de los posibles cambios (o metamorfosis) que pueda padecer, despertando cualquier día como una desagradable cucaracha (o cualquier otro insecto repelente), aislado de los suyos en total invidencia en lo que respecta a su mundo inmediato, o más allá, de su espacio geográfico.
Ahora bien, el descubrimiento del inconsciente sigue trastocando todo lo establecido, y su conocimiento ha servido al hombre como conocimiento de sí mismo, aunque a menudo no seamos conscientes de las razones y las causas de nuestro comportamiente (Jhon Barg, en entrevista por Eduardo Punset en el programa Redes); y que el saber científico de hoy día con respecto a esta instancia inaccesible para el hombre asevere que en realidad es el cerebro quien funciona inconscientemente en nosotros y es él, el inconsciente, el que sabe por nosotros, y no la conciencia. Por ello, el hecho de que el hombre en 200.000 años de existencia haya trastocado el equilibrio de la tierra de casi 4.000 millones de años nos dice que desde antes de 'La Metamorfosis' de Kafka, el ser humano ya remolcaba tras de sí su sombra blattodea, cuyas patas perdió en el camino a causa de enfrentarse desamparado al ejército de cockroaches siempre bien equipadas, gracias a su evolución histórica dentro del poder.
El cerebro con sus neuronas muertas y su capacidad de renovación y/o plasticidad, la risa como instrumento para deshacer patrones de conducta y modelos estéticos, la ironía en forma de metrónomo marcando la intención en el discurso, la imagen que impacta la regina ya sea como prueba estética -o no- de lo que vemos o podríamos ver, regresando a nosotros como los "ecos visuales" de Henri Cartier-Bresson, y la música con todo lo que ella implica, son los objetivos que aspira seguir este blog, por lo que Lila Down no escapa a las categorías arriba mencionadas, sobre todo porque su 'Cucaracha', cargada de humor e ironía, allana con su voz el final de esta tímida aproximacíon.
Ana Lila Downs Sánchez (n. 19 de septiembre de 1968 en Heroica Ciudad de Tlaxiaco, en Oaxaca, México) es una cantante y compositora mexicana, de raíces culturales también ancladas en norteamerica, por tanto, interpreta sus temas principalmente en español e inglés y dentro de su estilo musical, también reivindica sus raíces mexicanas y la de los pueblos indígenas de su país, por ello canta en náhuatl y otros dialectos mexicanos. Lila, además de tener una voz sobrenatural, una exótica belleza y un hermoso cuerpo, es hija de la cantante de cabaret Anita Sánchez y de Allen Downs, profesor de cinematografía estadounidense de Minnesota. Esta polifacética artista obtuvo la Licenciatura en antropología en la Universidad de Minnesota, y participó en el soundtrack de Frida. Lila Downs canta con la misma naturalidad un aria, un jazz o un rap. Recomiendo vayan a youtube a verla y oirla para que juzguen ustedes mismos.
Lila Downs canta 'La Cucaracha' ('The Cockroache'), en un concierto en Madrid, marzo de 2010.