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sábado, 23 de junio de 2012

Benedicto XVI afirma que es 'un misterio' la razón de los abusos por parte de sacerdotes

Imagen tomada de DoctorE

El papa Benedicto XVI dijo el domingo que es un misterio la razón por la que sacerdotes y otros miembros de la Iglesia Católica abusaron de niños que estaban a su cuidado, en actos que minaron la fe "de manera sobrecogedora".

Al describir las décadas de abuso infantil en parroquias, escuelas e instituciones operadas por la Iglesia Católica en Irlanda como un "misterio", el Pontí­fice podrí­a exacerbar la indignación de los fieles irlandeses.

Benedicto XVI vertió sus comentarios sobre los escándalos por abuso sexual y encubrimiento por parte de la jerarquí­a católica en un mensaje pregrabado en video para una misa multitudinaria efectuada en el estadio deportivo más grande de Irlanda. El primer ministro y el presidente irlandeses estuvieron entre los 75.000 asistentes al evento final del Congreso Eucarí­stico cuyo fin es apuntalar la fe.

Dicho congreso, realizado cada cuatro años por el Vaticano en una parte distinta del planeta, tuvo lugar ante un trasfondo de profunda indignación por el encubrimiento de abuso infantil y de encuestas que muestran un declive en la asistencia a las misas semanales en Irlanda, donde la Iglesia y el Estado alguna vez estuvieron estrechamente unidos.

"¿Cómo explicar el hecho de que las personas que recibí­an rutinariamente el cuerpo de Cristo y confesaban sus pecados en el sacramento de la penitencia hayan cometido estos agravios?", preguntó el Papa en referencia a los miembros de la Iglesia que abusaron de niños.

"Sigue siendo un misterio", afirmó.

"En lugar de mostrarles el camino a Cristo, a Dios, en lugar de dar testimonio de su bondad, abusaron de personas y minaron la credibilidad del mensaje de la Iglesia", agregó.

Por más de una década, defensores de las ví­ctimas han exigido que los lí­deres eclesiásticos de Irlanda y el Vaticano acepten su responsabilidad por proteger a sacerdotes pedófilos.

Cuatro investigaciones ordenadas por el Estado han documentado que decenas de miles de casos de niños sufrieron abuso sexual, fí­sico y mental por parte de sacerdotes, monjas y otros miembros de la Iglesia en tres diócesis irlandesas y en una red de escuelas entre las décadas de 1940 y 1990.

Fuente

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miércoles, 20 de junio de 2012

Indonesio condenado a 2,5 años de prisión por decir que dios no existe


Un juez condenó a dos años y medio de prisión al indonesio Alexander Aaan quien en febrero de este año fue arrestado por escribir en facebook que "Dios no existe", agregando que “Si Dios existe, ¿por qué pasan cosas malas?" y “Si Dios es misericordioso, sólo cosas buenas deberían de suceder”.

Yakarta, -(EFE).- Un funcionario indonesio, que el pasado enero fue golpeado por una muchedumbre por escribir "Dios no existe" en Facebook, ha sido condenado a 2,5 años de prisión por insultar al Islam y caricaturizar a Mahoma en la red social, informó hoy la prensa local.

Alexander Aan, de 31 años y residente en la isla indonesia de Sumatra, fue declarado culpable de incitar al odio contra la religión y violar la ley de comunicación electrónica en un juzgado de la provincia de Sumatra Occidental "Consideramos que actuó de forma deliberada, al no borrar (la información) después de que las quejas llegaran a la Policía, cuando él, como administrador de la página de fans, lo pudo hacer", dijo el juez Eka Prasetya Budi Dharma.

Foto de Daily News

El condenado, que era musulmán hasta que en 2008 renegó de su fe al considerar que si existiese un Dios no habría desastres ni crímenes, se enfrentaba a una pena máxima de cinco años de cárcel. Creó una página en Facebook en la que declaró su ateísmo que atrajo a un millar de seguidores y en la que colgó caricaturas en las que Mahoma mantenía relaciones sexuales con una sirvienta.

La religión musulmana es iconoclasta y prohíbe cualquier representación de Dios, Mahoma o cualquiera de los profetas. Aan, que el pasado febrero pidió disculpas en una carta y volvió a abrazar la fe islámica, aceptó la decisión de los jueces aunque recurrirá la multa de 100 millones de rupias (10.500 dólares o 8.300 euros) incluida en la sentencia.

La Comisión de Derechos Humanos de Indonesia condenó el arresto, que calificó de "represivo" y una "violación del derecho de expresión".

Indonesia es un país de mayoría musulmana y está permitido profesar seis diferentes religiones, pero el ateísmo no se contempla en los principios fundacionales del Estado.

EFE

viernes, 8 de junio de 2012

'El banquero de dios' temía ser asesinado por los poderosos del Vaticano

Una historia de mafiosos con sotana...

  • La policía encuentra en casa de Gotti Tedeschi un expediente sobre blanqueo de dinero en el Vaticano

El economista Ettore Gotti Tedeschi, de 67 años, fue llamado en 2009 por su amigo Benedicto XVI para que intentara adecentar las cuentas del Instituto para las Obras de Religión (IOR), más conocido como el Banco Vaticano. No mucho tiempo después de asomarse a aquel abismo con olor a azufre, Gotti Tedeschi, perteneciente al Opus Dei, entendió que la hazaña no solo era difícil, sino peligrosa, muy peligrosa. Lo de menos era chocar con el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, o que –como sucedió hace 15 días— lo despidiesen con cajas destempladas. El banquero de Dios temía algo peor, y así se lo dejó por escrito a dos íntimos amigos suyos junto a un expediente con documentación sensible: “Si me asesinan, aquí dentro está la razón de mi muerte”.

La policía se presentó el lunes por sorpresa en la casa de Gotti Tedeschi en Piacenza y en sus oficinas de Milán. Un agente de los Carabinieri le informó de que su presencia allí no tenía nada que ver con su expulsión del Banco Vaticano, sino para investigar, por orden de un juez de Nápoles, un turbio asunto de comisiones ilegales en la venta de helicópteros a India relacionado con el grupo Finmeccanica y la Liga Norte. Gotti Tedeschi respiró tranquilo: “¿A un registro? He pensado que veníais a pegarme un tiro”. Poco después, los policías, dirigidos por el capitán Pietro Raola Pescarini, encontraban entre las pertenencias del banquero “un par de dossiers dirigidos a los amigos de más confianza”, a quienes ya habría advertido de viva voz: “Si me asesinan, buscad en estas cartas”. Se trata de centenares de páginas sobre importantes personajes de la Santa Sede, como el citado cardenal Bertone o el secretario particular del Papa, George Gänswein, con los que Gotti Tedeschi habría hablado, entre otros asuntos, sobre el gran escándalo del blanqueo de capitales en el Banco Vaticano.


Pero no solo. Las memorias intervenidas al ya exbanquero de Dios contienen numerosos apuntes que probarían un rosario de operaciones ilícitas de todo tipo amparadas por la opacidad del IOR. Los medios italianos dan por hecho que existen anotaciones sobre la intervención directa de importantes prelados, faccendieri –esa palabra italiana que retrata todo un mundo de negociantes y conseguidores-- e influyentes políticos italianos, así como correos electrónicos muy comprometedores e incluso el número de cuentas corrientes repletas de dinero de dudosa procedencia. Una de las “ventajas” tradicionales del Instituto para las Obras de la Religión es su gran capacidad para lavar dinero sucio –de la política, de la economía— o incluso manchado con sangre, ya fuera de la Mafia o de bandas de criminales como la de La Magliana, que dominó Roma entre mediados de los 70 y los 90, y uno de cuyos últimos capos, Enrico de Pedis, fue enterrado entre cardenales en la basílica de San Apolinar.

La sorpresa inicial del banquero al ver a los policías –prácticamente nadie se creyó en Italia que el registro obedeciera en realidad a un asunto distinto al Vaticano y sus cuervos— se quedó en nada en comparación con la de los policías al encontrar un material tan sensible. Tanto que, después de tres horas de interrogatorio y de fotocopiar los expedientes secretos de Gotti Tedeschi, los investigadores decidieron llamar al fiscal jefe de Roma, Giuseppe Pignatone, quien –dada la gravedad del hallazgo— tomó un avión y voló a Milán para hacerse cargo de la investigación. El problema de Finmeccanica, los helicópteros y el muy tramposo partido de Umberto Bossi se quedó en una cuestión menor. Ahora el objetivo –buscado o no— vuelve a ser el lavado de dinero en el Banco Vaticano.

A media tarde de este jueves, un mensaje enviado a este periódico por Fabio Palazzo, el abogado de Gotti Tedeschi, informaba de que, “entre el material incautado estaban los apuntes de trabajo que contenían elementos útiles para rebatir las acusaciones que le habían sido hechas cuando le retiraron la confianza como presidente del IOR”. Pero hay una línea del mensaje donde se siente hasta qué punto Gotti Tedeschi sigue temiendo la ira vaticana: “Quiero subrayar el hecho”, dice el abogado, “de que el señor Gotti Tedeschi no entregó espontáneamente, es decir por su decisión, material alguno a los fiscales. Los fiscales de Nápoles y Roma se han hecho del material a través de un secuestro como resultado de las pesquisas ejecutadas por orden de la fiscalía de Nápoles”. Un mensaje a sus enemigos de la Curia: no soy un chivato.

Después de casi tres años como banquero de Dios –desde septiembre de 2009 a finales de mayo de 2012--, Gotti Tedeschi tuvo miedo. No ya del olor a azufre, sino de que alguien de la Curia quisiera ponerlo a salvo de los tormentos de la memoria con un sahumerio de cianuro de oro, ese que desprende –como bien sabía el doctor Juvenal Urbino de García Márquez-- un olor inconfundible a almendras amargas.

Fuente: El País

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martes, 15 de mayo de 2012

Carta del científico Richard Dawkins a su hija de 10 años

Mientras buscaba material en la red relacionado con las palabras 'cerebro-infancia-cuentos-ciencia' me topé con una carta escrita por el polémico divulgador científico británico Richard Dawkins (n. en Nairobi en 1941) y que además es zoólogo, teórico evolutivo, etólogo, y autor de muchos libros tales como El gen egoísta (1976) que dió a conocer la visión evolutiva enfocada en los genes y la popularizó, además de introducir en dicho texto los términos meme y memética. La carta versa sobre qué creer o no, y puedo asegurarte que al leer este hermoso documento impregnarás tu cerebro de verdades a montones muy fáciles de entender, experimentado con ello cierto placer por haber revisado en tan poco tiempo la historia del poder religioso y moral de forma clarísima.



Querida Juliet:

Ahora que has cumplido 10 años, quiero escribirte acerca de una cosa que para mí es muy importante. ¿Alguna vez te has preguntado cómo sabemos las cosas que sabemos? ¿Cómo sabemos, por ejemplo, que las estrellas que parecen pequeños alfilerazos en el cielo, son en realidad gigantescas bolas de fuego como el Sol, pero que están muy lejanas? ¿Y cómo sabemos que la Tierra es una bola más pequeña, que gira alrededor de esas estrellas, el Sol?La respuesta a esas preguntas es “por la evidencia”. A veces,“evidencia” significa literalmente ver (u oír, palpar, oler) que una cosa es cierta. Los astronautas se han alejado de la Tierra lo suficiente como para ver con sus propios ojos que es redonda. Otras veces, nuestros ojos necesitan ayuda. El “lucero del alba” parece un brillante centelleo en el cielo, pero con un telescopio podemos ver que se trata de una hermosa esfera: el planeta que llamamos Venus. Lo que aprendemos viéndolo directamente (u oyéndolo, palpándolo, etc.) se llama “observación”.

Muchas veces, la evidencia no sólo es pura observación, pero siempre se basa en la observación. Cuando se ha cometido un asesinato, es corriente que nadie lo haya observado (excepto el asesino y la persona asesinada). Pero los investigadores pueden reunir otras muchas observaciones, que en un conjunto señalen a un sospechoso concreto. Si las huellas dactilares de una persona coinciden con las encontradas en el puñal, eso demuestra que dicha persona lo tocó. No demuestra que cometiera el asesinato, pero además pueda ayudar a demostrarlo si existen otras muchas evidencias que apunten a la misma persona. A veces, un detective se pone a pensar en un montón de observaciones y de repente se da cuenta que todas encajan en su sitio y cobran sentido si suponemos que fue Fulano el que cometió el asesinato.

Los científicos -especialistas en descubrir lo que es cierto en el mundo y el Universo- trabajan muchas veces como detectives. Hacen una suposición (ellos la llaman hipótesis) de lo que podría ser cierto. Y a continuación se dicen: si esto fuera verdaderamente así, deberíamos observar tal y cual cosa. A esto se llama predicción. Por ejemplo si el mundo fuera verdaderamente redondo, podríamos predecir que un viajero que avance siempre en la misma dirección acabará por llegar a mismo punto del que partió. Cuando el médico dice que tienes sarampión, no es que te haya mirado y haya visto el sarampión. Su primera mirada le proporciona una hipótesis: podrías tener sarampión. Entonces, va y se dice: “Si de verdad tiene el sarampión, debería ver….” y empieza a repasar toda su lista de predicciones, comprobándolas con los ojos (¿tienes manchas?), con las manos (¿tienes caliente la frente?) y con los oídos (¿te suena el pecho como suena cuando se tiene el sarampión?). Sólo entonces se decide a declarar “Diagnóstico que la niña tiene sarampión”. A veces, los médicos necesitan realizar otras pruebas, como análisis de sangre o rayos x, para complementar las observaciones hechas con sus ojos, manos y oídos.

La manera en que los científicos utilizan la evidencia para aprender cosas del mundo es tan ingeniosa y complicada que no te la puedo explicar en una carta tan breve. Pero dejemos por ahora la evidencia, que es una buena razón para creer algo, porque quiero advertirte en contra de tres malas razones para creer cualquier cosa: se llaman “tradición”, “autoridad” y “revelación”.

Empecemos por la tradición. Hace unos meses estuve en televisión, charlando con unos 50 niños. Estos niños invitados habían sido educados en diferentes religiones: había cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, sijs… El presentador iba con el micrófono de niño en niño, preguntándoles lo que creían. Lo que los niños decían demuestra exactamente lo que yo entiendo por “tradición”. Sus creencias no tenían nada que ver con la evidencia. Se limitaban a repetir las creencias de sus padres y de sus abuelos, que tampoco estaban basadas en ninguna evidencia. Decían cosas como “los hindúes creemos tal y cual cosa”, “los musulmanes creemos esto y lo otro”, “los cristianos creemos otra cosa diferente”.

Como es lógico, dado que cada uno creía cosas diferentes, era imposible que todos tuvieran razón. Por lo visto, al hombre del micrófono esto le parecía muy bien, y ni siquiera los animó a discutir sus diferencias. Pero no es esto lo que me interesa de momento. Lo que quiero es preguntar de dónde habían salido sus creencias. Habían salido de la tradición. La tradición es la transmisión de creencias de los abuelos a los padres, de los padres a los hijos, y así sucesivamente. O mediante libros que se siguen leyendo durante siglos. Muchas veces, las creencias tradicionales se originan casi de la nada: es posible que alguien las inventara en algún momento, como tuvo que ocurrir con las ideas de Thor y Zeus; pero cuando se han transmitido durante unos cuantos siglos, el hecho mismo de que sean muy antiguas las convierte en especiales. La gente cree ciertas cosas sólo porque mucha gente ha creído lo mismo durante siglos. Eso es la tradición.

El problema con la tradición es que, por muy antigua que sea una historia, es igual de cierta o de falsa que cuando se inventó la idea original. Si te inventas una historia que no es verdad, no se hará más verdadera porque se trasmita durante siglos, por muchos siglos que sean.

En Inglaterra, gran parte de la población ha sido bautizada en la Iglesia Anglicana, que no es más que una de las muchas ramas de la religión cristiana. Existen otras ramas, como la ortodoxa rusa, la católica romana y la metodista. Cada una cree cosas diferentes. La religión judía y la musulmana son un poco más diferentes, y también existen varias clases distintas de judíos y de musulmanes. La gente que cree una cosa está dispuesta a hacer la guerra contra los que creen cosas ligeramente distintas, de manera que se podrá pensar que tienen muy buenas razones -evidencias- para creer lo que creen. Pero lo cierto es que sus diferentes creencias se deben únicamente a diferentes tradiciones.

Vamos a hablar de una tradición concreta. Los católicos creen que María, la madre de Jesús, era tan especial que no murió, sino que fue elevada al cielo con su cuerpo físico. Otras tradiciones cristianas discrepan, diciendo que María murió como cualquier otra persona. Estas otras religiones no hablan mucho de María, ni la llaman “Reina del cielo”, como hacen los católicos. La tradición que afirma que el cuerpo de María fue elevado al cielo no es muy antigua. La Biblia no dice nada de cómo o cuándo murió; de hecho, a la pobre mujer apenas se la menciona en la Biblia. Lo de que su cuerpo fue elevado a los cielos no se inventó hasta unos seis siglos después de Cristo. Al principio, no era más que un cuento inventado, como Blancanieves o cualquier otro. Pero con el paso de los siglos se fue convirtiendo en una tradición y la gente empezó a tomársela en serio, sólo porque la historia se había ido transmitiendo a lo largo de muchas generaciones. Cuanto más antigua es una tradición, más en serio se la toma la gente. Y por fin, en tiempos muy recientes, se declaró que era una creencia oficial de la Iglesia Católica: esto ocurrió en 1950, cuando yo tenía la edad que tienes tú ahora. Pero la historia no era más verídica en 1950 que cuando se inventó por primera vez, seiscientos años después de la muerte de María.

Al final de esta carta volveré a hablar de la tradición, para considerarla de una manera diferente. Pero antes tengo que hablarte de la otras dos malas razones para creer una cosa: la autoridad y la revelación.

La autoridad, como razón para creer algo, significa que hay que creer en ello porque alguien importante te dice que lo creas. En la Iglesia Católica, por ejemplo, la persona más importante es el Papa, y la gente cree que tiene que tener razón sólo porque es el Papa. En una de las ramas de la religión musulmana, las personas más importantes son unos ancianos barbudos llamados ayatolás. En nuestro país hay muchos musulmanes dispuestos a cometer asesinatos sólo porque los ayatolás de un país lejano les dicen que lo hagan.

Cuando te decía que en 1950 se dijo por fin a los católicos que tenían que creer en la asunción a los cielos del cuerpo de María, lo que quería decir es que en 1950 el Papa les dijo que tenían que creer en ello. Con eso bastaba. ¡El Papa decía que era verdad, luego tenía que ser verdad! Ahora bien, lo más probable es que, de todo lo que dijo el Papa a lo largo de su vida, algunas cosas fueron ciertas y otras no fueron ciertas. No existe ninguna razón válida para creer que todo lo que diga sólo porque es el Papa, del mismo modo que no tienes por qué creer todo lo que te diga cualquier otra persona. El Papa actual ha ordenado a sus seguidores que no limiten el número de sus hijos. Si la gente sigue su autoridad tan ciegamente como a él le gustaría, el resultado sería terrible: hambre, enfermedades y guerras provocadas por la sobrepoblación.

Por supuesto, también en la ciencia ocurre a veces que no hemos visto personalmente la evidencia, y tenemos que aceptar la palabra de alguien. Por ejemplo, yo no he visto con mis propios ojos ninguna prueba de que la luz avance a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo, sin embargo, creo en los libros que me dicen la velocidad de la luz. Esto podría parecer “autoridad” pero en realidad es mucho mejor que la autoridad, porque la gente que escribió esos libros sí que había observado la evidencia, y cualquiera puede comprobar dicha evidencia siempre que lo desee. Esto resulta muy reconfortante. Pero ni siquiera los sacerdotes se atreven a decir que exista alguna evidencia de su historia acerca de la subida a los cielos del cuerpo de María.

La tercera mala razón para creer en las cosas se llama “revelación”. Si en 1950 le hubieras podido preguntar al Papa cómo sabía que el cuerpo de María había ascendido al cielo, lo más probable es que te hubiera respondido que “se le había revelado”. Lo que hizo fue encerrarse en su habitación y rezar pidiendo orientación. Había pensado y pensado, siempre solo, y cada vez se sentía más convencido. Cuando las personas religiosas tienen la sensación interior de que una cosa es cierta, aunque no exista ninguna evidencia de que sea así, llaman a esa sensación “revelación”. No sólo los Papas aseguran tener revelaciones. Las tienen montones de personas de todas las religiones, y es una de las principales razones por las que creen las cosas que creen. Pero ¿es una buena razón?

Supón que te digo que tu perro ha muerto. Te pondrías muy triste y probablemente me preguntarías: “¿Estás seguro? ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo ha sucedido?” y supón que yo te respondo: “En realidad no sé que Pepe ha muerto. No tengo ninguna evidencia. Pero siento en mi interior la curiosa sensación de que ha muerto”. Te enfadarías conmigo por haberte asustado, porque sabes que una “sensación” interior no es razón suficiente para creer que un lebrel ha muerto. Hacen falta pruebas. Todos tenemos sensaciones interiores de vez en cuando, y a veces resulta que son acertadas y otras veces no lo son. Está claro que dos personas distintas pueden tener sensaciones contrarias, de modo que ¿cómo vamos a decidir cuál de las dos acierta? La única manera de asegurarse que un perro está muerto es verlo muerto, oír que su corazón se ha parado, o que nos lo cuente alguien que haya visto u oído alguna evidencia real de que ha muerto.

A veces, la gente dice que hay que creer en las sensaciones internas, porque si no, nunca podrás confiar en cosas como “mi mujer me ama”. Pero éste es un mal argumento. Puedes encontrar abundantes pruebas de que alguien te ama. Si estás con alguien que te quiere, durante todo el día estarás viendo y oyendo pequeños fragmentos de evidencia, que se van sumando. No se trata de una pura sensación interior, como la que los sacerdotes llaman revelación. Hay datos exteriores que confirman la sensación interior: miradas en los ojos, entonaciones cariñosas en la voz, pequeños favores y amabilidades; todo eso es autentica evidencia.

A veces, una persona siente una fuerte sensación interior de que alguien la ama sin basarse en ninguna evidencia, y en estos casos lo más probable es que esté completamente equivocada. Existen personas con una firme convicción interior de que una famosa estrella de cine las ama, aunque en realidad la estrella siquiera las conoce. Esta clase de personas tienen la mente enferma. Las sensaciones interiores tienen que estar respaldadas por evidencias; si no, no podemos fiarnos de ellas.

Las intuiciones resultan muy útiles en la ciencia, pero sólo para darte ideas que luego hay que poner a prueba buscando evidencias. Un científico puede tener una “corazonada” acerca de una idea que, de momento, sólo “le parece” acertada. En sí misma, ésta no es una buena razón para creer nada; pero sí que puede razón suficiente para dedicar algún tiempo a realizar un experimento concreto o buscar pruebas de una manera concreta. Los científicos utilizan constantemente sus sensaciones interiores para sacar ideas; pero estas ideas no valen nada si no se apoyan con evidencias.

Te prometí que volveríamos a lo de la tradición, para considerarla de una manera distinta. Me gustaría intentar explicar por qué la tradición es importante para nosotros. Todos los animales están construidos (por el proceso que llamamos evolución) para sobrevivir en el lugar donde su especie vive habitualmente. Los leones están equipados para sobrevivir en las llanuras de África. Los cangrejos de río están construidos para sobrevivir en agua salada. También las personas somos animales, y estamos construidos para sobrevivir en un mundo lleno de… otras personas. La mayoría de nosotros no tienen que cazar su propia comida, como los leones y los bogavantes; se las compramos a otras personas, que a su vez se la compraron a otras. Nadamos en un “mar de gente”. Lo mismo que el pez necesita branquias para sobrevivir en el agua, la gente necesita cerebros para poder tratar con otra gente. El mar de está lleno de agua salada, pero el mar de gente está lleno de cosas difíciles de aprender. Como el idioma.

Tú hablas inglés, pero tu amiga Ann-Kathrin habla alemán. Cada una de vosotras habla el idioma que le permite hablar en su “mar de gente”. El idioma se transmite por tradición. No existe otra manera. En Inglaterra, tu perro Pepe es a dog. En Alemania, es ein Hund. Ninguna de estas palabras es más correcta o más verdadera que la otra. Las dos se transmiten de manera muy simple. Para poder nadar bien en su propio “mar de gente”, los niños tienen que aprender el idioma de su país y otras muchas cosas acerca de su pueblo; y esto significa que tienen que absorber, como si fuera papel secante, una enorme cantidad de información tradicional (Recuerda que “información tradicional” significa, simplemente, cosas que se transmiten de abuelos a padres y de padres a hijos.) El cerebro del niño tiene que absorber toda esta información tradicional, y no se puede esperar que el niño seleccione la información buena y útil, como las palabras del idioma, descartando la información falsa o estúpida, como creer en brujas, en diablos y en vírgenes inmortales.

Es una pena, pero no se puede evitar que las cosas sean así. Como los niños tienen que absorber tanta información tradicional, es probable que tiendan a creer todo lo que los adultos les dicen, sea cierto o falso, tengan razón o no. Muchas cosas que los adultos les dicen son ciertas y se basan en evidencias, o, por lo menos en el sentido común. Pero si les dicen algo que sea falso, estúpido o incluso maligno, ¿cómo pueden evitar que el niño se lo crea también? ¿Y que harán esos niños cuando lleguen a adultos? Pues seguro que contárselo a los niños de la siguiente generación. Y así, en cuanto la gente ha empezado a creerse una cosa -aunque sea completamente falsa y nunca existan razones para creérsela-, se puede seguir creyendo para siempre.

¿Podría ser esto lo que ha ocurrido con las religiones? Creer en uno o varios dioses, en el cielo, en la inmortalidad de María, en que Jesús no tuvo un padre humano, en que las oraciones son atendidas, en que el vino se transforma en sangre…, ninguna de estas creencias está respaldada por pruebas auténticas. Sin embargo, millones de personas las creen, posiblemente porque se les dijo que las creyeran cuando todavía eran suficientemente pequeñas como para creerse cualquier cosa.

Otros millones de personas creen en cosas diferentes, porque se les dijo que creyesen en ellas cuando eran niños. A los niños musulmanes se les dice cosas diferentes de las que se les dicen a los niños cristianos, y ambos grupos crecen absolutamente convencidos de que ellos tienen razón y los otros se equivocan. Incluso entre los cristianos, los católicos creen cosas diferentes de las que creen los anglicanos, los episcopalianos, los shakers, los cuáqueros, los mormones o los holly rollers, y todos están absolutamente convencidos de que ellos tienen razón y los otros están equivocados. Creen cosas diferentes exactamente por las mismas razones por las que tú hablas inglés y tu amiga Ann-Kathrin habla alemán. Cada una de los dos idiomas es el idioma correcto en su país. Pero de las religiones no se puede decir que cada una de ellas sea la correcta en su propio país, porque cada religión afirma cosas diferentes y contradice a las demás. María no puede estar viva en la católica Irlanda del Sur y muerta en la protestante Irlanda del Norte.

¿Qué se puede hacer con todo esto? A ti no te va a resultar fácil hacer nada, porque sólo tienes 10 años. Pero podrías probar una cosa: la próxima vez que alguien te diga algo que parezca importante piensa para tus adentros: “¿Es ésta una de esas cosas que la gente suele creer basándose en evidencias? ¿O es una de esas cosas que la gente cree por la tradición, autoridad o revelación?” Y la próxima vez que alguien te diga que una cosa es verdad, prueba a preguntarle “¿Qué pruebas existen de ello?” Y si no pueden darte una respuesta, espero que te lo pienses muy bien antes de creer una sola palabra de lo que te digan.

Te quiere,
Papá.

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domingo, 29 de abril de 2012

Un estudio probó que pensar analíticamente fomenta la incredulidad religiosa hasta en los creyentes


Pensar analíticamente fomenta la incredulidad religiosa hasta en los creyentes, según una investigación de dos psicólogos de la Universidad de la Columbia Británica (UBC) cuyos resultados publica hoy la revista Science. “Nuestro estudio se basa en investigaciones previas que vinculan las creencias religiosas con el pensamiento intuitivo. Nuestros hallazgos sugieren que la activación del sistema cognitivo analítico en el cerebro puede socavar el soporte intuitivo para la creencia religiosa, al menos temporalmente”, ha indicado Ara Norenzayan, uno de los autores del artículo.

Will Gervais y Norenzayan parten de la “vieja idea de la psicología” de que podemos procesar la información de dos maneras: una intuitiva, rápida y para la que tomamos atajos mentales; y otra basada en el pensamiento analítico, que exige un mayor esfuerzo intelectual, pararse a pensar. Ambos sistemas funcionan, a veces, en paralelo; y, en ocasiones, el pensamiento analítico se impone al intuitivo, que está demostrado que "facilita y apoya la creencia en lo sobrenatural, el aspecto central de las creencias religiosas”. "Si la creencia religiosa emerge gracias a la convergencia de una serie de procesos intuitivos, y el procesamiento analítico puede inhibir o anular el intuitivo, entonces el pensamiento analítico puede socavar el soporte intuitivo de la creencia religiosa", apuntaban inicialmente los autores como hipótesis. Para ponerla a prueba, hicieron cinco experimentos.

En el primero, un grupo de universitarios tuvo que resolver tres problemas simples en los que la intuición lleva a una solución rápida y errónea, y responder después a tres series de preguntas sobre sus creencias religiosas. Los problemas eran del estilo de: “Un bate y una pelota cuestan 1,10 dólares. El bate cuesta 1 dolar más que la pelota. ¿Cuánto cuesta la pelota?”. Los investigadores comprobaron que los individuos que aplicaban el pensamiento analítico -que daban con la solución correcta- tendían a mostrarse menos religiosos en el cuestionario subsiguiente. ¿Pero se trataba de una correlación o había una relación causa-efecto entre pensamiento analítico e incredulidad?

Para responder a esa pregunta, diseñaron otras pruebas en las que recurrieron a estratagemas para inducir a parte de los sujetos a pensar analíticamente. Así, descubrieron que, independientemente de sus creencias iniciales, los individuos pensaban más analíticamente si veían una figura que parecía estar haciéndolo -como El Pensador, de Rodin- que si tenían delante otra que no -como El Discóbolo, de Mirón-; si, en un juego de completar frases, las palabras entre las que podían elegir eran pensar, analizar, racional…; y hasta si se les preguntaba por sus creencias usando en el cuestionario un tipo de letra de más difícil lectura que lo normal. En todas estas pruebas, el grupo inducido a pensar analíticamente mostraba una mayor incredulidad religiosa que el de control.

En el estudio participaron 650 adultos estadounidenses y canadienses. Gervais reconoce que, aunque los resultados son “robustos”, queda por explorar si el aumento de la incredulidad religiosa tras practicar el pensamiento analítico es temporal o se mantiene a largo plazo, y hacer pruebas similares en otras culturas.

Fuente: elcorreo, sciencemag

viernes, 6 de abril de 2012

Judas como manipulación política en el Nuevo Testamento

Por ser hoy Viernes Santo repetimos un post que publiqué por primera vez aquí, el 24 de abril de 2011. Se trata de una investigación final para un seminario universitario que realicé hace algunos años en la Universidad Central de Venezuela:

***

Análisis de los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) y el evangelio de San Juan en torno a la figura de Judas Iscariote

Los Evangelios, de Alberto Montt. Tomado de En dosis diarias.

I


La ficción o fábula conocida como la Pasión y Muerte de Jesucristo fue redactada como una tarea política, cuyo objeto era expurgar a los cristianos del descrédito de la hostilidad del Imperio romano, y también para exculpar a los romanos de la muerte de Jesús. Para realizar dicho plan los escritos neo testamentarios se valieron de una muy conveniente traición perpetrada por un oportuno villano: Judas Iscariote, apóstol tesorero de Jesús y de sus discípulos, que debido a su usura y enorme infidelidad -dicen los escritos-, provocó la mortal crucifixión del Maestro del cristianismo. Un deceso concebido como un sacrificio cuyo fin sería redimir a la humanidad.

Ahora bien, para que la redención suceda es obligatorio que Jesús muera, y el plan que dios tiene para redimir a la humanidad es que el hijo de José y María se sacrifique por medio de su pasión y muerte a causa de una traición, es decir, que el tema de la traición es menester para que Jesús se convierta en redentor, así mismo es necesario que dentro de ese plan de dios haya alguien que traicione a Jesús; y ése alguien no es cualquier discípulo de Cristo.

El señalado como traidor, machacan los cuatro evangelios, pertenece a una raza en particular, raza que -acusan los escritos en cuestión- dirigió e inició la muerte de Jesús: Judas Iscariote junto a los judíos, aparecen en los cuatro evangelios como los “directores de escena y los que manejan los hilos[1] de la muerte de Cristo, ya sea se trate de un Judas acompañado de una muchedumbre armada de judíos para prender a Jesucristo, o de los sumos sacerdotes y fariseos que instigan al apóstol a realizar la traición.

imagen de deviantart

¿Porqué Dios no escogió otro tema para que se diese la redención? ¿acaso no era más sencillo y lógico que la muerte del hijo de Dios fuese ocasionada por ejemplo, debido a un equívoco, una confusión o por haber ingerido algún alimento en mal estado, como Buda?. Si Dios hubiera elegido alguna de estas opciones entonces los judíos habrían quedado libres de tan grave imputación, la pasión y muerte de Jesús no tendría sentido alguno, y el sacrificio del “rey de los judíos” con miras a la redención de todos nosotros nunca hubiera sido posible.

II

Para comprender el porqué los cuatro evangelios -escritos aproximadamente en los años 70 a 95 d.C.- señalan a los judíos como responsables de la muerte de Cristo, hay que tomar en cuenta la realidad política existente en la Palestina de entonces, la cual vivía una guerra tras otra protagonizada principalmente por los Zelotes, partido político-religioso fundado en Galilea en el año 6 d.C. y comandado por Judas el Galileo. Este movimiento que agrupaba a los judíos radicales opositores al imperio desarrolló en Galilea la mayor resistencia contra el dominio romano, y desde esa provincia judía la rebelión antiromana se propagó a Judea. Desde Galilea partieron 61 guerras desde el año 165 a.C. hasta el año 135 d.C., por tanto, pertenecer a esa región en tiempos de Jesús era como ser de Hamas en la Palestina del presente siglo.

Mihály Munkácsy(1844-1900) Cristo delante de Pilátos 1881. Tomada de idlespeculations-terryprest

El enfrentamiento entre los galileos y el procurador Pilato había dado lugar a grandes derramamientos de sangre y hasta el dialecto galileo era causa para sospechar alguna sedición, e igualmente ser cristiano, daba motivo a la desconfianza romana y recordemos lo mencionado en el anterior párrafo, esto es, que durante toda la existencia de Jesús se vivían en Judea continuos levantamientos armados judíos hacia el estado romano, y que el nombre “cristiano” era asociado a las cruentas revueltas de los países de Oriente Medio, ligado de forma inseparable al término “acciones punibles[2] aunque lingüísticamente fueran dos términos distintos.

Al respecto Uta Ranke-Heinemann dice:

En todo caso, el simple nombre “cristianos” provocaba una sensación

de alarma a los romanos. Por eso, el cristianismo primitivo, que

estaba en vías de propagarse por el imperio romano, no podía

permitirse propagar como Mesías a un ajusticiado como criminal

contra el estado romano, sino, más bien, a un perseguido y traicionado

injustamente por los de su propio pueblo..[1]

III

Las exégesis realizadas por Mateo, Marcos, Lucas y Juan solucionan de maneras distintas la empresa de liberar a los romanos de la culpa por la muerte de Jesús y atribuirla a los judíos. En los sinópticos son los judíos los que detienen a Jesús y lo enjuician. En Juan, la captura del Nazareno es realizada por los romanos pero son los judíos los autores intelectuales y guías de la aprehensión de Cristo pero, todos los evangelios coinciden en hacer mucho hincapié para exculpar a Pilato hasta el punto de llegar a crear un personaje que no tiene nada que ver con la historia real del sanguinario Procurador romano. El artilugio aquí es poner en boca de Pilato la declaración de inocencia con respecto a los cargos imputados a Jesús, señalando así la deshonra de los judíos en cuanto a no poseer escrúpulo alguno en derramar sangre inocente, incluso divina. Al respecto la teóloga Uta Ranke-Heinemann expresa que gracias a ello, Pilato pone de manifiesto que los judíos son una manada de asesinos.


Pilatos con soldados romanos en el film "La vida de Brian", de Monty Piton

Los hechos que precedieron a la muerte de Jesús están cargados de predisposiciones hacia los hebreos, pero la cena pascual o última comida de Cristo es esencial en los cuatro evangelios, tanto para incriminar a los “descendientes de Abrahán” como para comprender las invenciones que rodean la traición consumada por Judas Iscariote, ya que más allá de las divergencias entre Juan y los sinópticos con respecto a la última cena, los escritos neo testamentarios dan a ésta un nuevo -y falso- sentido. Los datos históricos objetivos relacionados con la cena pascual no concuerdan con las interpretaciones realizadas por los evangelistas en sus textos, y las acciones y descripciones que rodean la traición de Judas son tan divergentes entre sí que los acontecimientos se desarticulan de lo real, mostrándonos el verdadero rostro de Judas y su traición: el de ser nada más que una fábula.

Los escritos neo testamentarios señalan que la traición consumada por el apóstol Judas Iscariote, fue anunciada por Jesús dentro del marco de una comida denominada cena pascual, que de acuerdo con la historia real de los judíos se celebraba el 14 y 15 de Nisan [4] , -Nisan era el mes del comienzo de la primavera y el primer mes del año judío. Cada día judío se iniciaba desde el atardecer y culminaba al anochecer del día siguiente, de tal modo que la pascua judía duraba desde el atardecer del 14 hasta el atardecer del 15 de Nisan, y a esta celebración se le unía la fiesta de los panes ácimos, desde el atardecer del 15 de Nisan hasta el 21 de Nisan. La comida pascual comenzaba pues, una vez caída la noche y debía estar terminada antes de la mañana del 15 de Nisan.


Tomada de coadezcofrade.

Todo lo anterior, sitúa a la cena pascual dentro de una dimensión temporal específica, en la cual, según los sinópticos, Jesús celebró la comida el 14 de Nisan para luego morir un día viernes (el viernes santo), sin embargo, a ese fatal día, de acuerdo con Uta Ranke Heinemann, corresponden dos fechas distintas, el 15 de Nisan en los sinópticos y el 14 de Nisan en Juan, lo cual nos lleva a plantearnos lo siguiente: si Jesús murió un 15 del comienzo de la primavera (sinópticos), el poco tiempo transcurrido entre la Cena del Adios de Jesús y la crucifixión es terrenalmente imposible; y mucho más, al tomar en cuenta que en esos dos días también ocurrieron otros eventos tales como, la ausencia “virtual” de Judas en la comida, la ida de Jesús a donde quiera que fuese con sus discípulos a fin de orar; el lavatorio de pies (Jn,13:12); el interrogatorio en casa del sacerdote Caifas, el padecimiento “bajo el poder de Poncio Pilato”, una agonía de seis horas (desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde)[5] , y posteriormente ser sepultado, todo ¡en dos atardeceres!.

Tanto los protagonistas de los hechos anteriormente mencionados, como los espectadores interesados en estos acontecimientos no durmieron durante el 14 y 15 de Nisan, y aunque esto no es importante ya que las personas pueden estar sin dormir durante ese tiempo, es irracional someterse a una vigilia de dos días sólo para poder llevar a cabo los fatales eventos en cuestión durante las fechas señaladas en los evangelios, ya que tendrían que darse a través de movimientos de cámara rápida: economía del sufrimiento, diría M. Foucault, y que en el caso de la traición de Judas, sólo podría ser concebida en un mundo sub-atómico en el que una partícula puede comportarse de modos diferentes en un mismo tiempo, o sea, muerte acaecida en el 14 de Nisan y también en el 15 de Nisan, o presencia y no presencia de un hombre en una cena. En fin, acciones que históricamente tuvieron que estar distribuidas en varios días y que fueron comprimidas por los evangelistas como si se tratase de un film de dos horas dedicado a la semana santa, y proyectado durante un fastidioso domingo.

IV

La última cena, de Duccio di Buoninsegna


De acuerdo con los escritos sinópticos Judas estuvo presente durante toda la cena pascual, es decir, desde el atardecer del catorce hasta la víspera del 15 del primer año judío o Nisan, de tal manera que el apóstol no pudo haber perpetrado la traición ya que se encontraba en la cena desde el inicio hasta el final de la misma. Sin embargo, Mateo, Marcos y Lucas no mencionan alguna ausencia de Judas a pesar que un alejamiento semejante merece ser divulgado pero, en el evangelio de Juan -redactado mucho después que los sinópticos- Judas sí se ausenta de la cena, y lo hace porque Juan, o el que utilizó este nombre y redactó dicho evangelio, seguramente se percató que a Judas no le hubiera dado tiempo de realizar la traición si permanecía durante toda la comida pascual.

Veamos lo que dicen algunos de los evangelios sinópticos con respecto a la cena pascual y Judas, y posteriormente revisemos a Juan. Comencemos con Mateo:

Luego de anunciar la traición que habría de ser cometida por uno de los doce, éstos le interrogan si alguno de ellos es el desleal, y Judas al preguntar lo mismo a Jesús éste último lo acusa de forma directa e insólitamente todos los apóstoles continúan comiendo tranquilamente obviando tan grave imputación, y ni siquiera Judas se defiende o dice algo al respecto:

Tomando la palabra Judas, que ya estaba para traicionarlo dijo: "No

soy yo, ¿verdad, Rabí?" Le dijo: "Tu mismo [lo] dijiste".


Al concluir la comida, Jesús se retira a Getsemaní con los 12 apóstoles reunidos en torno a él, incluído el apóstol Judas Iscariote:

Entonces Jesús fue con ellos al lugar llamado Getsemaní,

y dijo, a los discípulos: "Siéntense aquí mientras voy allá a

orar"[6]


Después de orar, regresa y encuentra a los apóstoles durmiendo, por lo que Jesús los conmina a estar alertas (Mt 26:40). Jesús, repite dos veces más las acciones de apartarse de ellos, rezar, retornar al lugar donde se encontraban sus discípulos y hallarlos de nuevo, en los brazos de Morfeo (Mt 26:42,43), comportamiento que delata una enorme irresponsabilidad por parte de los apóstoles, quienes además aparecen como indiferentes y sordos ante el pedimento de su guía espiritual de estar vigilantes junto con él (Mt 26:38,40,43). Tales conductas propician las siguientes interrogantes:

Los Apóstoles duermen mirentras Jesús reza en Getsemaní. "Agonía en el Jardín", Andrea Mantegna (1460).

¿Qué clase de fieles eran los apóstoles? ¿verdaderamente amaban a su maestro? Pues, si ellos creían en la palabra de Jesús, lo más razonable era le prestaran la máxima atención el día de la cena pascual, día en que Jesús anunciaba que pronto moriría; noticia que por demás debería haber generado gran preocupación entre los seguidores del Galileo pero, prosigamos con los sinópticos.

En la tercera ocasión que Jesús descubre dormidos a sus doce adeptos procede a regañarlos y decirles, se levanten a objeto de marcharse más, de pronto aparece Judas con una turba enardecida, y cómo todo en estos libros es milagroso, quizás Judas tenía el poder de dividirse en dos personas al mismo tiempo:


lunes, 12 de marzo de 2012

Francisco Mora, neurocientífico: “Dios es sólo una idea creada por el cerebro”.


Francisco Mora es neurocientífico, catedrático de las universidades Complutense y de Iowa y autor del libro 'El dios de cada uno'.


- Sostiene que la neurociencia niega la existencia de un dios universal.

-Sí. La biología evolutiva nos dice que el hombre es consecuencia de un proceso azaroso, en el sentido de que los genes mutan aleatoriamente y sólo el determinante ambiental hace que tengan un valor y el portador sobreviva o no. La ley sagrada en biología es la superviviencia. No hay más ley que aquélla que empuja al ser vivo a mantenerse vivo. No hay ningún diseño inteligente, ninguna fuerza sobrenatural detrás de la aparición del hombre.

- Somos fruto del azar.

-Sin duda. Y el resultado, tras 3 o 4 millones de años de evolución, es el cerebro humano, que desde los australopitecinos hasta nosotros ha aumentado su peso y complejidad enormemente. Ha pasado de 400 gramos -lo que pesa el de un chimpancé- a 1.450, lo que pesa el nuestro. Y hay otra diferencia importante: el cerebro de un chimpancé pesa al nacer el 75% del peso que alcanzará en su máximo desarrollo.


- El nuestro mucho menos, ¿no?

-Un 25%, aproximadamente, de lo que pesará de adulto. Eso quiere decir que el cerebro humano se construye y desarrolla casi todo fuera del claustro materno, es decir, en interacción constante con el entorno físico, emocional y social, al que absorbe transformándolo en física y química cerebral. Y, así, la bioquímica cambia la anatomía, la anatomía cambia la fisiología -que es la función- y la función da expresión a cada ser humano. Es algo extraordinario porque esa plasticidad que se da fuera del claustro materno es la que hace al ser humano lo que es.

-¿A qué se debe esa particularidad?

-A que hubo un momento en la evolución en que la posición erguida impidió el desarrollo de una pelvis acorde con lo que habían sido las normas biológicas hasta entonces. Hubiese sido necesaria una pelvis cada vez más grande para albergar un canal del parto que permitiese dar a la luz un ser vivo con una proporcionalidad del cerebro tal cual había sido hasta ese momento. La postura erguida implica que la defensa radica en correr y, para correr eficientemente en esa postura, hay que tener la pelvis pequeña. Por eso, fue saliendo cada vez una cría con un cerebro más inmaduro. Pero gracias a eso, insisto, el ser humano es el que es.

Dios y la evolución

-¿Dónde y cuándo entra Dios en escena?


-Dios es sólo una idea sin contrapartida alguna en la realidad sensorial. El hombre es un producto evolutivo. No parece necesario acudir a nada sobrenatural para explicar que estemos aquí. Esto lo comparten la mayoría de los científicos y, particularmente, los biólogos. Toda nuestra interacción con el mundo es a través del cerebro. No hay nada que no haya sido producido por nuestro cerebro y sus códigos. Dios es una idea, como todas, construida por los códigos cognitivos. Incluso la realidad que vemos es producida, en parte, por nuestro cerebro. Son los códigos que traes de serie en el cerebro los que construyen para ti el mundo sólo con un objetivo: ¡mantenerte vivo!

-Para mantenerse vivo él, que soy yo.

-Naturalmente. Nuestro cerebro tiene la capacidad de construir ideas. Usted sabe que tiene una idea de caballo que no concuerda con ninguno de los caballos que existen. Después de ver muchos caballos y por el aprendizaje, los códigos neuronales del cerebro son capaces de crear una especie de patrón en el que encajan todos los caballos. Esto es un abstracto, una idea, esa esencia inteligente, como la llamaría Platón. Ahora bien, esa idea de caballo cobra realidad cada vez que ve un caballo concreto, que cada vez es diferente. Y lo mismo pasa con todo. Nacemos con patrones que crean esas ideas, que constituyen la esencia del lenguaje humano. Y, gracias a ellas, podemos comunicarnos tan rápidamente con los demás sin bajar a los concretos, utilizando los abstractos.

-¿Y Dios?

-Como todas, la de Dios es una idea creada por el cerebro; pero nunca cobra realidad porque Dios no está en el mundo. Si tratamos de encontrar en la realidad un reflejo de la idea de Dios, nos damos cuenta de que no existe. El mundo no alberga nada que encaje con la idea de Dios que tengo en mi cabeza. Por eso, Dios es sólo una idea.

Pensamiento mágico

Imagen Alberto Montt. Tomada de 'En Dosis Diarias'

-Pero en el pasado ha habido quien ha visto a Dios.

-La única manera que han tenido las religiones de sustanciar la existencia de Dios es hacerlo real, traerlo al mundo. ¿Cómo? Haciéndolo renacer tras la muerte, como en el cristianismo, o con apariciones sobrenaturales en tiempos bárbaros de la Historia, como diría David Hume. Respecto a los libros sagrados, ¿quién los ha escrito sino un serhumano? Los dioses, únicos o no, son el corazón de la identidad de los pueblos en su nacimiento. ¿Qué es lo que cuentan los libros sagrados? Que Dios estuvo en la Tierra, o apareció, o le dijo a alguien algo… Y así cada dios fue cobrando una identidad y una realidad a través de la memoria de los pueblos. Libros escritos en los tiempos del pensamiento mágico. Hoy, la Biblia no tiene ningún valor como prueba fehaciente de que haya existido una divinidad. Una cosa es evidente, si hoy entra alguien por la puerta y dice que acaba de hablar con Dios o que por la noche le visita, sin duda, pensarás que sufre algún problema mental.

-Hace siglos que Dios no se manifiesta en el mundo como en la Biblia.

-Dios se ha diluido ante el análisis y la aplicación delmétodo científico. Hemos pasado del pensamiento mágico al crítico. Pensamiento mágico es el que no relaciona de modo riguroso causa y efecto. Hay un ejemplo que lo explica muy bien. Llega un explorador a una tribu, le reciben bien, y se desata una tormenta que mata a varios miembros de la tribu. Al cabo de un tiempo, regresa y vuelve a pasar lo mismo. Pero, a la tercera visita, el jefe se para a pensar y manda matar al explorador nada más asomar la cabeza. ¿Por qué? Porque trae consigo espíritus malignos que provocan tormentas que matan a gente de la tribu. Eso es pensamiento mágico. Causas que no son tales. Lo sobre natural nace porque traemos en el cerebro códigos que alimentan la idea de la sobrenaturalidad.


-¿La evolución ha favorecido eso?

-¡Así parece! Si a un niño le explicas que las flores surgen de las semillas, no te preguntará luego qué hace o cómo se hacen las semillas, sino quién las hace. Eso es pensamiento animista. A lo largo de la evolución, se ha seleccionado el animismo porque ha tenido un valor para la supervivencia. Cuando surgen la agricultura y la ganadería, el hombre comienza a tener tiempo para charlar y preguntarse por el origen del rayo, por ejemplo. Y empieza a pensar que esa fuerza tan tremenda, que está fuera de él y él no ha hecho, sólo puede haber sido hecha por alguien como él, pero que no se ve, que está escondido, que es sobrenatural. O ahí está el caso del Sol, que, de repente, se esconde durante días o semanas, y la cosecha se pierde. ¿Quien dudaría sin más referencias de que el Sol es un ser sobrenatural que está castigando a los hombres?

-Y nacen los dioses.

-Sí. El mundo hasta hace unos 5.000 años fue claramente politeísta. El dios universal es una idea que no tiene más de 4.400 años, cuando Akenatón instituye a Atón como única divinidad. Ahí entró el monoteísmo, la idea de un dios universal, en la Historia. Luego, posiblemente, los autores del Pentateuco se apropiaron de ella porque un grupo unido por un sólo dios es más fuerte, más cohesionado y más capaz de defenderse. Ése es el gran valor de la religión. ¿Pero cuál es su sustrato último?

-¿Responder a para qué estamos aquí?

-Sí, claramente. Pero la religión y la idea de Dios ofrecen una respuesta no contrastada y, desde luego, poco válida para muchos millones de seres humanos, incluidos los budistas. Lo que sí está claro es que la ciencia no da ninguna respuesta. Por eso, la religión tiene todavía un puesto muy prominente en la vida del ser humano. Desde la ciencia sólo nos queda hacer lo que el bíblico Moisés: andar el camino con la única meta de hacerlo lo mejor posible para el grupo. El sentido de la vida, de la tuya y de la mía, está en el grupo. Desde que el hombre es hombre, fuera del grupo está muerto.

La era de la postreligión


-¿Cuánto tiempo les queda a los dioses?

-Nadie lo sabe. Pero sí parece que estamos entrando en la era de la postreligión, en la que posiblemente y poco a poco se vaya perdiendo toda connotación de lo sobrenatural en el mundo. Recientemente, el filósofo George Steiner señaló en un encuentro en Portugal algo así como: “Todas las culturas son mortales. Todas las religiones también. Todas son eventos culturales mortales, como mortales son los hombres que las producen. Y ahora estamos en un periodo de transición. Entramos en la era de la postreligión. El cristianismo va a morir, como ha muerto el marxismo. ¿Qué va a llenar el vacío? ¿Qué nos espera? ¿Qué va a nacer?”.

-Estudiar el cerebro conlleva la aparente paradoja de que es el cerebro el que se estudia a sí mismo.

-Podremos entender cómo funciona el cerebro humano en general y cómo construimos el mundo; pero no la realidad última, mi mundo, lo que yo veo y es producto de mis propias vivencias. Cada uno de los 7.000 millones de seres humanos es diferente y, por eso, cuando muere un ser humano, muere todo un universo, porque cada ser humano es irrepetible. De ahí el respeto último, inviolable, más allá de la religión, a la vida de todo ser humano.

Publicado originalmente en el diario El Correo.