A la mujer se le dificulta reconocerse como víctima
"Cada 15 minutos una mujer sufre abusos a manos de su pareja o ex pareja" y en Venezuela casi 100 mujeres son vejadas diariamente por quienes les juraron amor eterno, así lo determinó el informe Erradicar la violencia doméstica en Venezuela, de la ONG Amnistía Internacional.
El Observatorio Venezolano de los Derechos de las Mujeres presentó estimaciones según las cuales 90% de los 1.604 "feminicidios" registrados durante 2009 tuvo como causa la violencia de género. "Tomando estas cifras sólo como referencia, de tres a cuatro mujeres mueren diariamente en Venezuela en manos de los hombres de sus vidas".
Lo más alarmante es que sólo una de cada diez damas denuncia la agresión ante los organismos competentes. Es decir: 90% de los casos pasa inadvertido para las autoridades. Además, las que lo hacen soportan durante mucho tiempo el maltrato. Un informe del Centro de Estudios de la Mujer de la UCV, fechado en 2004, señala que más de la mitad de las víctimas (51%) busca ayuda "luego de haber vivido en esa terrible situación durante un período que oscila entre uno y cinco años, lo que habla de las dificultades propias de la víctima en reconocer la violencia, hacer de ello un hecho público y buscar soluciones".
Expertos insisten en que las estadísticas podrían cambiar si, entre otras cosas, funcionaran a nivel nacional refugios que alberguen a las mujeres que han denunciado maltrato y han huido de sus casas. "Las razones por las que las mujeres se muestran reticentes a denunciar esa violencia son complejas -señala Amnistía Internacional-, a menudo están relacionadas con la ineficacia de las medidas de protección o su falta de aplicación. En muchos casos, esa falta de protección adecuada significa que no tienen un lugar seguro a donde ir".
Con esto coincide la psicóloga Yurbin Aguilar, especialista del Centro de Estudios de la Mujer de la UCV e investigadora de la violencia de género con más de 20 años de experiencia . "La violencia doméstica es cíclica y va siempre en incremento. Las mujeres que están viviendo las primeras etapas de esta espiral pueden ser atendidas en servicios ambulatorios, pero hay un momento del ciclo en que la intensidad de la agresión es tan alta y los episodios tan repetidos que la permanencia de las víctimas en sus hogares supone un alto riesgo para su integridad física, incluso de muerte. En los casos en que habido antecedentes como tiros, fracturas u otras lesiones mayores, o el agresor porta armas, consume drogas o presenta características que hablen de su alta peligrosidad, es imprescindible sacar a la víctima de la situación de riesgo y ofrecerle una alternativa de protección. Las casas de abrigo tienen ese objetivo inmediato".
En 2007, la Asamblea Nacional aprobó la Ley Orgánica sobre el Derecho a las mujeres a vivir una vida libre de violencia, la cual exige expresamente al Ejecutivo Nacional, así como a gobernaciones y alcaldías, establecer en todas las regiones al menos una casa de abrigo, "con el fin de hacer más efectiva la protección de las mujeres en situación de violencia" y "en los casos en que la permanencia en el domicilio o residencia implique amenaza inminente a su integridad".
A cuatro años de su promulgación, la realidad es demoledora: en el territorio nacional sólo se contabilizan tres, aunque deberían estar abiertas por lo menos 24 casas de este tipo. "Desde 2000 y por presión del movimiento de mujeres, el Instituto Nacional de la Mujer -apunta la psicóloga Yurbin Aguilar- tiene en funcionamiento dos casas de abrigo en sitios que se mantienen en reserva por seguridad de las usuarias, además de que hace poco abrió sus puertas un albergue manejado por una fundación privada. En Miranda y un municipio capitalino está gestionándose la construcción de algunos refugios, pero en general las gobernaciones y alcaldías no han cumplido su obligación por lo que, a través del activismo, el movimiento femenino debe seguir presionando para que estos entes asuman la responsabilidad que por ley les es asignada".
Lo dijo el relator especial de la ONU sobre el derecho a una vivienda adecuada -citado por Amnistía Internacional: "Muchas mujeres aceptan permanecer en situaciones violentas porque se enfrentan a una vida sin un hogar si se oponen a la violencia doméstica".
Más que un techo
"Las casas de abrigo desempeñan un papel crucial al proporcionar un primer lugar seguro para las mujeres y sus hijos e hijas -apunta el estudio de Amnistía Internacional. Estas viviendas de emergencia ofrecen a las mujeres una verdadera oportunidad de comenzar a reconstruir sus vidas".
Madeleine es una prueba. Después de vivir meses de vejaciones por parte de quien era su pareja y es el padre de sus pequeños, llegó al refugio que la organización privada Fundana abrió en junio de 2010. "Durante un año fui agredida por mi esposo, que siempre se imponía diciéndome que yo no tenía a nadie más porque él me mantenía. Cuando estás sola y dependes económicamente de tu pareja, te aferras a ese hombre que te da casa y comida, aunque no te das cuenta de que en algún momento puede matarte. Estando embarazada me dio una golpiza y no aguanté más: aunque no tenía dónde ir decidí huir con mis hijos, denunciarlo y comenzó mi recorrido por diferentes organismos: la policía, el Cicpc y la fiscalía. Llena de miedo dormí en una plaza todo un fin de semana, hasta que finalmente llegué a una Casa de la Mujer, donde me hicieron llamar al 0-800-MUJERES (línea telefónica de asistencia a víctimas de violencia manejada por el Instituto Nacional de la Mujer) y luego de verificar el peligro que corría, contactaron a los representantes de este albergue, a donde llegué un día después".
Para ella la vida cambió. No sólo pudo tener un techo donde resguardarse sino que comenzó a recibir asistencia multidisciplinaria para salir del círculo en el que estuvo sumida. "Acá me han enseñado a ser mejor madre, mejor mujer, pero sobre todo a saber valerme por mí misma. He aprendido varios oficios que a lo mejor parecen una tontería, pero estas cosas son importantísimas para saber que vales, para defenderte por tus propios medios. Crecemos creyendo que el hombre puede hacer con nosotras lo que quiera, pero no es así. Las mujeres tenemos derecho y debemos ejercerlos".
Precisamente la formación y concientización de las víctimas es uno de los objetivos primordiales de estos albergues. "Las mujeres inmersas en violencia -apunta Aguilar- tienen disminuidos sus recursos emocionales, físicos e intelectuales precisamente porque para someterlas los agresores han ido deteriorando su autoestima. Si te dicen bruta por 40 años, al final terminas creyéndolo y hasta sientes que lo mereces aunque no sea verdad. Entonces, el albergue no sólo sirve para contener el riesgo de violencia sino que surge como necesidad de atender las secuelas colaterales, procurando que las víctimas comprendan que la agresión es una violación de sus derechos y trabajando para empoderarlas sobre cómo valerse por sí mismas. Las casas de abrigo son centros de formación para la participación ciudadana, para el trabajo, para reinsertarlas en la vida".
Tres meses que cambian
Creado bajo tutela del Inamujer, la ONG privada Fundana maneja el Centro de Formación Ángel de la Guarda, que brinda asistencia a mujeres víctimas de violencia y a sus hijos menores de 10 años. Con capacidad para 30 personas (ocho madres y sus respectivos críos), el espacio de ubicación confidencial funciona como albergue por un máximo de tres meses.
"Acá llegan las mujeres referidas por órganos receptores de denuncias como la Fiscalía, que se comunican con nosotros luego de estudiar los casos que ameritan protección inmediata debido al riesgo de muerte que implica su situación de violencia -afirma Adriana (su nombre está en reserva), una de las coordinadoras del refugio. Durante su permanencia en la casa, nuestro trabajo se centra en estabilizarlas emocional y psicológicamente a través de terapias individuales y grupales para el manejo de las situaciones que han atravesado, mientras los niños y niñas reciben atención educativa y son referidos a los programas de orientación familiar que la fundación lleva adelante. Se les hace sentir en un hogar, participan en la elaboración de sus alimentos, en el cuidado y mantenimiento del centro y sus habitaciones, y sobre todo, haciéndolas responsables de sí mismas y de sus hijos".
Adriana cree necesario derrumbar varios mitos que, asegura, impiden a algunas damas acercarse a centros de este tipo. "Muchas ni siquiera saben que existen y ante la imposibilidad de correr a un sitio seguro prefieren quedarse a la sombra de su agresor. Otras han esperado mucho tiempo porque creen que estarán presas, no podrán tener contacto con familiares, que el tiempo aquí es indeterminado o que estarán junto a mujeres que no comparten su situación. Ya estando acá se dan cuenta que el entorno es distinto, porque reciben apoyo, soporte y herramientas de superación de su problema, al ritmo que ellas lo requieran, además de que la permanencia es absolutamente voluntaria".
"Al principio no quería hablar con nadie -recuerda Madeleine. Cuando llegué me la pasaba encerrada, pensando que nadie me entendería. Poco a poco me fui abriendo, comencé a compartir mi experiencia con otras que han pasado la misma situación que yo y, de la mano de psicólogos y orientadores, comencé a entender que valgo. El que hagas contacto con tus compañeras y, sobre todo, el apoyo del equipo profesional ha sido fundamental para agarrar fuerzas y hasta para conocer los recursos legales que puedo emprender, porque la violencia doméstica es un delito que debemos denunciar".
¿Por qué el albergue es temporal? La psicóloga del Centro de Estudios de la Mujer de la UCV, Yurbin Aguilar, recuerda que el objetivo de estos espacios es darles herramientas a las mujeres para su superación y liberación, aplicando la premisa de "enseñar a pescar y no dar el pez". "Quienes son objeto de esta protección son adultas y, por principio, los adultos deben aprender a autoabastecerse, a hacerse responsables de sus propias vidas. Como el agresor sabe donde pegar emocionalmente para someter a su víctima, el trabajo de estos centros es revertir ese daño psicológico. Si la casa de abrigo tiene servicio psicológico, brinda servicio médico, capacita en género y autoestima y apoya en la búsqueda de empleos, en todas las mujeres que permanecen en ella se ve un cambio en tres meses".
Al momento de esta entrevista, Madeleine estaba a punto de salir del refugio que la cobijó. "Soy una mujer distinta. Soy más abierta, más segura. Estoy lista para echar pa'lante. Además, tengo recursos emocionales para no aceptar un golpe nunca más. Por eso mi consejo para las mujeres es que denuncien. Nada justifica que un hombre te maltrate. Si no pueden solas, busquen ayuda en familiares, amigos o en instituciones como ésta. Seguir con el agresor por amor o por miedo no sirve, porque hoy es una cachetada, pero mañana es un empujón y en cualquier momento puede darte el golpe que te mata. No vale la pena arriesgar tu vida ni la de tus hijos".
escrito por efcastillo@eluniversal.com
Manos amigas
Estas organizaciones pueden echarle una mano. Todas garantizan la confidencialidad:
•Instituto Nacional de la Mujer. A través del teléfono 0-800-MUJERES (0-800-6853737) puede obtener información, orientación y ayuda en caso de episodios de violencia. También puede visitar las distintas Casas de la Mujer que esta institución tiene abiertas en varios estados del país.
•Fundana Centro de Formación "Ángel de la Guarda". Telf.: (0424) 122.6450
•Centro de Estudios de la Mujer, UCV. Telf.: (0212) 693.3286. http://cem.ve.tripod.com.
•Fundamujer. Telfs.: (0416) 607.1273 y (0414) 243.8913.
•Plafam. Telf.: (0212)693.6032.
•Unidad de atención a la víctima, Ministerio Público. Telfs.: (0212) 5625737 y 0-800-FISCAL-O (0-800-347220-0).
Fuente: golpes a mi puerta