artículo escrito por Ima Sanchís,
del diario La Vanguardia.com
"Lo entrevisté a los 60, a los 67 y a los 71 años y lo volveré a entrevistar mientras se deje, porque es una de las mentes más lúcidas y menos pedantes que conozco. Siempre original, su revisión de la historia, que cuenta a través de lo pequeño, ofrece la perspectiva de una sensibilidad que observa lo humano y sus hechos por primera vez. Así rescató la memoria de América Latina en su trilogía Memorias del fuego y siguió con su afilada mirada contándonos en varios libros hechos de pequeños textos sus reflexiones sobre el mundo y los mundos que contiene. Los hijos de los días (Siglo XXI) tiene una historia por día, de enero a diciembre, porque estamos hechos, dice, de átomos y de historias."
La mayoría trabaja a contracorazón y termina viviendo una vida que no es la suya por las necesidades materiales, y eso es lo que hace que algunos no se den cuenta de que murieron hace muchos años, la última vez que fueron capaces de decir no.
¿Es una utopía un mundo en el que la gente haga lo que le gusta?
Como dice el patriarca del cine argentino, Fernando Birri, la utopía sirve para caminar. A mí me gusta mucho ver el universo por el ojo de la cerradura.
¿Desde lo pequeño?
Sí, para no confundir la grandeza con lo grandote, una de las confusiones del mundo actual. La grandeza no está en los hechos espectaculares, está en la vida cotidiana.
Hay que endulzarla.
En el manicomio general, los franceses dictaron una ley que era un acto de cordura: ya que tenemos máquinas capaces, tengamos 35 horas de trabajo semanal, pero duró 10 años. ¿Por qué el progreso tecnológico tiene que producir angustia y desempleo?
El 99% de las especies del planeta no viven para trabajar, y no les va tan mal.
Nosotros nos hemos especializado en ser instrumentos de nuestros instrumentos, y somos los únicos capaces de destinar nuestros mejores recursos al exterminio loco. Cada minuto el mundo destina tres millones de dólares a gastos militares y mueren 15 niños de enfermedades curables. ¿Qué clase de especie es esta que dice ser la racional?
¿Qué faceta humana nos destruye?
El conformismo, la aceptación de la realidad como un destino y no como un desafío que nos invita al cambio, a resistir, a rebelarnos, a imaginar en lugar de vivir el futuro como una penitencia inevitable.
Y eso hay que hacerlo en compañía.
Sí, en solidaridad, que es un sentimiento horizontal. La caridad es vertical y no me gusta. Hay un viejo proverbio africano que dice que el que da está siempre por encima de la mano que recibe. De hecho, nuestros antepasados sobrevivieron porque supieron repartir la comida y defenderse juntos.
Pese a ello, somos tan destructivos...
Me imagino un juicio universal a la condición humana de las plantas y los animales, apuntándonos con sus patitas y con sus ramitas y preguntándonos: ¿qué han hecho del mundo?, ¿por qué nos mataron? Qué terrible confusión creernos dueños de la naturaleza.
Fuente: La Vanguardia.com