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lunes, 14 de mayo de 2012

Todo se olvida, menos la música

Extracto del diario de Clive Wearing en 1990, donde registra el momento en que se despertó una y otra vez


De
Martin Vennard para la BBC
Tocando piano

Cuando el director y músico británico Clive Wearing contrajo una infección cerebral en 1985, quedó con un lapso de memoria de sólo 10 segundos.

La infección -encefalitis herpética- lo dejó incapacitado para reconocer o recordar a personas o cosas que había visto o escuchado apenas unos momentos antes.

Pero a pesar de que los médicos admitieron que tenía uno de los casos más graves amnesia jamás vistos, su habilidad musical y mucha de su memoria musical estaban intactas.

Ahora, a la edad de 73, todavía es capaz de leer música y tocar el piano, así como incluso dirigir nuevamente a su antiguo coro.

Los investigadores creen que están más cerca de comprender como es que la memoria musical se conserva en algunas personas - aún cuando no pueden recordar nada de su pasado.
Clive Wearing

En una reunión de la Sociedad para la Neurociencia este mes en Washington, un grupo de neurólogos alemanes describieron el caso de un violonchelista profesional, a quien identificaron como PM, que se contagió el virus de la encefalitis herpética en el 2005.

Ni siquiera podía retener información sencilla, como la disposición de su apartamento.

Pero el doctor Carsten Finke, del Hospital de la Universidad de Charite en Berlin, dice que estaba "asombrado" de que la memoria musical del chelista estaba mayormente intacta y que aún podía tocar su instrumento.

Los lóbulos temporales del cerebro, que son en gran parte destruídos por casos graves de encefalitis herpética, son "altamente relevantes" para recordar cosas como hechos y cómo, dónde y cuándo ocurrió algo.

"Pero este caso y también el de Clive Wearing sugieren que la memoria musical parece guardarse independientemente de los lóbulos temporales", afirma el dr. Finke.

Terapia Musical


También estudió el caso de un paciente canadiense que en la década de 1990 perdió toda su memoria musical después de someterse a una cirugía que dañó otra parte de su cerebro conocida como circunvolución temporal superior.

Esto lo llevó a la conclusión de que las estructuras del cerebro usadas para la memoria musical "podrían ser la circunvolución temporal superior o los lóbulos frontales".

El dr. Finke dice que es necesario investigar más para confirmar estas hipótesis.

"Pero lo realmente novedoso en este caso es que podríamos mostrar que en una amnesia tan severa y densa, aún queda una isla intacta de memoria, la memoria musical", afirma.

El dr. Finke cree que podría ser posible usar esto para mejorar la rehabilitación de PM y otros amnésicos.

"Es muy interesante saber si en estos pacientes la memoria está intacta, de modo que pudiera usarse como entrada a estos pacientes. Se podría pensar tal vez en combinar una música especial con actividades como tomar medicinas.

"También pueden hacer terapia musical, comenzando a tocar música nuevamente y, al hacerlo, lograr cierta calidad de vida", señala.

Técnicas como esta deberían ser aplicables tanto a músicos como a quienes no lo son, ya que comparten los mismos sistemas de memoria.

"Sabemos que los cerebros de los músicos se adaptan de manera diferente - algunas áreas del cerebro son más grandes que en los no músicos, pero no es tan fácil pensar que pueden desarrollar un nuevo sistema", indica.
Lóbulos dañados

La memoria musical no es necesariamente la misma que otros tipos de memoria, dice la doctora Clare Ramsden, una neuropsicóloga en el Fideicomiso de Rehabilitación de Lesiones Cerebrales de Gran Bretaña, que está estudiando el caso de tres músicos, incluido Wearing.
Clive Wearing y su esposa

Clive Wearing toca bien, pero no recuerda haber tocado antes

"Eso es porque potencialmente no es únicamente conocimiento. Es algo que uno hace", indica la dra. Ramsden. Diferentes aspectos de la ejecución musical involucran diferentes partes del cerebro, concluye.

"Nuestra investigación está empezando a mostrar que en la gente con daño principalmente en sus lóbulos frontales, sus habilidades musicales son afectadas de un modo diferente a la gente como Clive, cuyos lóbulos temporales están dañados.

"Clive todavía puede tocar y leer música, pero las personas con lesiones en los lóbulos frontales podrían tener dificultad leyendo y ejecutando una pieza musical por primera vez, aunque lo hacen mejor con piezas que ya conocen", agrega la dra. Ramsden.

El profesor Alan Baddeley, de la Universidad de York, quien ha escrito documentos de estudio sobre el sr. Wearing, dijo que no le sorprendían los hallazgos del esquipo alemán.

"El caso de PM es un ejemplo muy bueno de que la memoria no es unitaria, de que hay más de una clase de memoria", expresó.

"La amnesia no destruye hábitos, pero los enfermos pierden la capacidad de adquirir y retener información acerca de nuevos eventos".
El Mesías de Handel

La esposa de Clive Wearing, Deborah, ha escrito un libro, Forever Today (Hoy por siempre), sobre cómo fueron afectadas sus vidas por su amnesia. Ella dice que todas sus habilidades musicales continúan intactas.

"Si le das a Clive una nueva pieza musical, la lee a simple vista y la toca en el piano, pero no se puede decir que la aprendió", expresó al Servicio Mundial de la BBC.

Pero agrega que "Clive no tiene conocimiento de haber tocado el piano ni de si todavía puede hacerlo".

Ha vivido bajo cuidado residencial especializado desde 1992, tras haber pasado los primeros siete años de su enfermedad en una unidad psiquiátrica.

"Si bien tuvo un piano en su habitación durante 26 años, no lo sabe hasta que se le señala".

La sra. Wearing afirma que la interpretación de su marido mejora cuando toca una pieza con regularidad, a pesar de no tener el recuerdo de haber tocado la pieza o cualquiera otra antes.

Sin embargo, añade que él recuerda cosas que ha sabido toda su vida o que ha tocado con regularidad. "De niño aprendió el Mesías de Handel y todavía lo sabe cantar" indica.

Agrega que él la recuerda, así como el amor que comparten, y que la música es un pasatiempo maravilloso para ambos.

"La música está en un lugar donde podemos estar juntos normalmente, porque mientras hay música, él es él, totalmente. Es totalmente normal".

"Cuando la música se detiene, él vuelve a caer en este abismo. No sabe nada de su vida. No sabe nada de lo que le ha pasado en toda su vida".

Fuente: BBC

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domingo, 13 de mayo de 2012

La música "enciende" el cerebro de enfermos con Alzheimer



Gracias a las redes sociales, un documental sobre el poder de la música en los enfermos de Alzheimer tuvo más de 60 mil espectadores antes de su estreno en Nueva York. El video ‘Aive Inside’ (Vivo en mi interior), realizado por Michael Rossato-Bennett, fue presentado oficialmente miércoles 18 de abril en el Museo Rubin, con entradas agotadas desde la víspera.

Alguien colgó en Youtube el tráiler del video –que aún no estaba terminado de editar-, generando un impacto inesperado para los realizadores del documental, que refleja los resultados del programa ‘Música y Memoria”, dirigido por Dan Cohen.

"Hay un millón y medio de personas en los asilos de ancianos en este país", dijo el realizador Michael Rossato-Bennett en una entrevista en televisión."Cuando vi lo que pasó con Henry quedé impactado. Si ves a un ser humano despertar así, algo te toca muy profundo dentro de ti", aseguró. Henry es uno de los siete pacientes estudiados en el documental ‘Alive Inside’, una mirada tierna al potencial de la música para ayudar a los hogares de ancianos.

EL DOCUMENTAL

Rossato-Bennett se hizo cargo del proyecto documental para promover ‘Música y Memoria’, una organización sin fines de lucro que reúne iPods con música personalizada para pacientes con demencia , luego de que la entidad lo contratara para rediseñar su página web. No imaginaba que el proyecto terminaría atrapándolo, al punto de trabajar en él noche y día.

La pantalla refleja cómo Henry Dryer se sienta, desplomado sobre la bandeja atada a su silla de ruedas. Él no habla, y rara vez se mueve, hasta que un trabajador del hogar de ancianos le pone los auriculares.

A continuación, Henry comienza a mover los pies, moviendo los brazos flexionados hacia adelante y hacia atrás, y canta en voz alta en perfecta sincronía con sus canciones favoritas.

"Siento una banda de amor, sueños", dijo Dryer, de 92 años, que tiene demencia. "Me da la sensación de amor, de romance!".

Dryer llegó a un hogar de ancianos hace 10 años, sufriendo convulsiones. Su hija, Cheryl afirma que él siempre ha amado la música. "Siempre estaba conectado a la música, siempre le encantó cantar y bailar", expresa."Él nos llevaba caminando por la calle a mi hermano y a mí, y se paraba y cantaba en la lluvia. Nos hacía saltar y girar alrededor de los postes”, recuerda.

Los temas favoritos de Dryer son: Cab Calloway y Bing Crosby. Especialmente, "Estaré en casa para Navidad", que canta con una voz conmovedora.

MÚSICA PERSONALIZADA

La enfermedad de Alzheimer es la causa más común de demencia, que afecta a 5,4 millones de estadounidenses. Rápidamente roba los recuerdos y otras funciones cerebrales a los pacientes, obligando a la mayoría a vivir sus últimos años en hogares de ancianos.

"Cuando yo termine en un asilo de ancianos, quiero tener mi música conmigo", expresa Dan Cohen, director ejecutivo de la organización."No hay muchas actividades en los asilos de ancianos que sean personalmente significativas. Pues, aquí hay fácil, que tiene un impacto significativo...".

Cohen afirma que las listas de temas personalizadas, elegidos por sus seres queridos, hacen que los pacientes se iluminen . "Están más alerta, más atentos, más cooperativos, más comprometidos", explica."Incluso aunque no puedan hablar y hayan dejado reconocer a sus seres queridos, al oír música cobran vida".

El Dr. Oliver Sacks, neurólogo entrevistado en la película, dijo que la música puede tener un poderoso efecto en personas con demencia.

"En primer lugar, vemos a Henry inerte, tal vez deprimido, sin responder y casi sin vida. Entonces se le da un iPod que contiene su música favorita... Y en seguida se enciende", dijo Sacks, cuyo relato de la musicoterapia en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson inspiró el libro y la película "Despertares".

Geri Hall, una especialista en enfermería clínica en el Instituto de la Banner Alzheimer Institute, en Phoenix, Arizona, dijo que la música activa una parte del cerebro que permanece viva a pesar de la demencia."Hay algo sobre la música que atraviesa derecho hasta el fondo de la enfermedad", dijo, y agregó que la música conocida en el pasado puede ayudar a las personas con demencia a sentirse como en casa."Les tranquiliza, aumenta la socialización, y disminuye la necesidad de medicamentos que controlan el estado de ánimo."

UN IPOD PARA CADA ANCIANO

Sin embargo, un iPod para todos los residentes de un hogar de ancianos no es tarea fácil."Eso es un montón de dinero cuando se está hablando de 200 personas en un centro de cuidado a largo plazo", dijo Geri Hall.

“Música y Memoria’ acepta iPods nuevos y usados, y los distribuye a los hogares de ancianos.Se espera que "Alive Inside" inspire a más gente a pensar en la música como un sencillo punto de partida para mejorar el cuidado de los pacientes con demencia.

“Realizar este documental ha sido una odisea alucinante. Ningún proyecto en el que he trabajado me ha cambiado tanto como esta historia. Es mi esperanza que esta película despierte los corazones de la gente y ayude a que sea posible llevar la música a los asilos de ancianos, a personas que ni siquiera saben lo mucho que necesitan el regalo de la música”, ha declarado el director Michael Bennet-Rossato.

Fuente: protestantedigital.com

miércoles, 22 de febrero de 2012

Una desconexión neuronal podría explicar la crueldad humana

Víctima de crueldad policíaca en los disturbios estudiantiles de Valencia, España. Febrero 2012. Fuente de la imagen


Un estudio realizado en diciembre de 3011 por investigadores de la Duke University y de la Princeton University, de Estados Unidos, sugiere que la clave de los comportamientos atroces en el ser humano podría estar en el fallo de una red neuronal implicada en la interacción social y en el reconocimiento de otras personas como “humanos”.

Dicha red puede desconectarse ante los individuos que causan disgusto o rechazo, afirman los autores del estudio. Como consecuencia, la gente deshumaniza a otros individuos y olvida que éstos tienen pensamientos y sentimientos.

Según explica el director del estudio, el psicólogo Lasana Harris, en un comunicado de la Duke University: “Cuando nos encontramos con otra persona, normalmente deducimos algo sobre sus pensamientos. Pero, a veces, esta función cognitiva falla, lo que abre la posibilidad de que no percibamos al otro como completamente humano”.

Red neuronal y empatía

En los últimos años, la neurociencia social (que es el estudio simultáneo de dos cerebros en interrelación mutua) ha demostrado que, en el cerebro humano, normalmente se activa una red neuronal concreta cuando vemos imágenes de otras personas o reflexionamos acerca de lo que están pensando otros individuos.


Esta red ha sido identificada gracias a la tecnología IRM o de imagen por resonancia magnética, que permite, de manera no invasiva, registrar imágenes de la actividad cerebral.

Los científicos han sabido que esta red de conexiones neuronales está relacionada con la cognición social, facultad gracias a la cual podemos tener determinados pensamientos o sentimientos –como la empatía- al interactuar con otros individuos.

En la investigación de Harris, realizada en colaboración con Susan Fiske, una profesora de psicología de la Universidad de Princeton especializada en la formación de impresiones sobre los demás y en cómo afectan los prejuicios culturales a las relaciones humanas, participaron 119 estudiantes de la Universidad de Princeton, de una media de edad de 20 años. Todos ellos completaron una encuesta sobre juicios y toma de decisiones, a medida que iban viendo imágenes de personas.

Resultados obtenidos

Con esta encuesta, los científicos determinaron si los estudiantes presentaban respuestas emocionales esperables ante ciertas imágenes, como orgullo al ver a una estudiante de universidad o a un bombero americano; envidia al ver a una mujer de negocios y a un hombre rico; compasión, ante un hombre anciano y una mujer discapacitada o rechazo, al ver a una mujer sin hogar y a un hombre drogadicto.

Tras imaginar un día en la vida de estas personas, se pidió a los participantes que evaluaran sus potenciales características: su grado de calidez, de competencia, de responsabilidad hacia su propia situación, de control sobre su situación, de inteligencia, de autoconciencia, etc.

Por último, los estudiantes fueron sometidos a un escáner de IRM para registrar su actividad cerebral, al mismo tiempo que veían las imágenes.

Los resultados obtenidos demostraron lo siguiente: la red neuronal clave para la interacción social de los estudiantes no se activó ante las imágenes de drogadictos, personas sin hogar, inmigrantes y otras personas pobres.

Por otro lado, los científicos descubrieron que otras regiones cerebrales influían en la tendencia a deshumanizar a cierto tipo de personas. Dichas regiones fueron las relacionadas con el rechazo, la atención y el control cognitivo.

Es necesario ponerse en la piel de otros


Según Harris: “Estos resultados sugieren que la deshumanización de otras personas tiene raíces múltiples y es un fenómeno complejo. Habrá que hacer nuevas investigaciones para delimitar con mayor exactitud esta complejidad”.

Los científicos afirman, por otra parte, que resulta muy sorprendente constatar cómo la gente atribuye fácilmente cognición social –vida interna o emociones- a animales y a coches, pero, en cambio, elude establecer contacto ocular con los mendigos sin hogar que se encuentra por la calle.

A este respecto, Fiske señala que “necesitamos pensar en la experiencia de otras personas, eso es lo que nos hace completamente humanos”. De lo contrario, fomentaremos una disfuncionalidad neuronal que favorece la “percepción deshumanizada” o la incapacidad de considerar la vida interior de los demás.


En una situación extrema, esta desconexión cerebral podría explicar, por ejemplo, cómo la propaganda contra los judíos en la Alemania nazi contribuyó a la tortura y el genocidio de millones de personas, afirman los investigadores.

Los resultados de esta investigación han aparecido detallados en el Journal of Psychology bajo el título "Dehumanized Perception: A Psychological Means to Facilitate Atrocities, Torture, and Genocide?” (La percepción deshumanizada: ¿Un instrumento psicológico para posibilitar atrocidades, tortura y genocidio?).

Estudios previos habían establecido ya relaciones entre el funcionamiento del cerebro y las capacidades sociales. Es el caso, por ejemplo, de una investigación sobre psicópatas realizada en 2010 por psicólogos de la Universidad de Vanderbilt, en Estados Unidos, en la que se constató que los cerebros de este tipo de individuos presentan una actividad mayor de lo normal en cierta área del cerebro relacionada con la sensación de recompensa o de placer.

Como consecuencia, los psicópatas buscan siempre su propio beneficio sin importarles los efectos de sus actos sobre otras personas o los peligros que puedan conllevar dichos actos.

Fuente:
escrito por Yaiza Martínez en Tendencias 21

lunes, 28 de noviembre de 2011

Nuestro cerebro se reorganiza con las películas de terror



Según describía Aristóteles, el miedo, la identificación con el sufrimiento de los personajes y el resto de emociones que inspiraba la tragedia griega lograban una 'catarsis' sobre los espectadores, que quedaban así liberados de sus propios temores. Su alma, decía el filósofo, se purificaba.

Ahora, las técnicas de escáner cerebral y análisis de hormonas han permitido a los científicos profundizar en los fundamentos biomédicos de esta purgante experiencia.

Las vivencias estresantes reconfiguran el modo en que funciona nuestro cerebro: los sentidos se agudizan, se reviven malos recuerdos y se bloquean los mecanismos que usamos para deliberar pausadamente. Todo ello nos impulsa a actuar con rapidez y ofrecer una respuesta -atacar, huir...- a la amenaza que tenemos enfrente.

Películas como Poltergeist generan estrés en el espectador.

Con el fin de analizar los mecanismos neuroquímicos asociados a este estado, un equipo de investigadores ha expuesto a 80 voluntarios al visionado de escenas de terror, mientras les estudiaban con resonancias magnéticas.

Poltergeist. Imagen tomada de Bohemea

El estudio -dirigido por Erno Hermans, de la Universidad de Nueva York (EEUU), y publicado en la revista 'Science'- ha confirmado que el cerebro reorganiza sus redes neuronales para dar respuesta al estrés y ha permitido trazar cómo se genera este cambio.

Varias áreas corticales y subcorticales del cerebro se activan y aumentan su conectividad durante el visionado, según han mostrado las imágenes por resonancia.

Esta reestructuración está motivada, de acuerdo con la investigación, por la acción del neurotransmisor noradrenalina, según ha podido medirse en los participantes. Por el contrario, el cortisol, otra hormona relacionada con la respuesta al estrés, no está involucrada en este proceso, tal y como han constatado los científicos.

Para poder medir la respuesta de los voluntarios, los investigadores sometieron tanto a películas de terror como a escenas corrientes a los voluntarios, y midieron en su saliva la presencia de compuestos asociados a la exposición a situaciones de estrés.

"Hemos mostrado que la actividad neuromoduladora noradrenérgica en la primera fase de la respuesta al estrés promueve una reorganización de recursos neuronales. Estos establecen una red que abarca regiones involucradas en la reorientación de la atención, el aumento de la vigilancia perceptual y el control automático neuroendocrino", concluyen en su informe Hermans y sus colegas.

En otras palabras, las escenas y películas de terror pueden poner a nuestro cerebro en un estado de alerta y desencadenar los procesos neuronales con que nuestra especie ha aprendido a hacer frente a situaciones difíciles.

Fuente: el mundo.es

miércoles, 19 de octubre de 2011

"La cuarta humillación humana" vendrá de la revolución neurocientífica

(Importante e interesante entrevista)

La revolución neurocientífica modificará los conceptos del yo y la realidad, afirma el neurocientífico Francisco J. Rubia.


En septiembre de 2011, el neurocientífico Francisco J. Rubia, Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, dictó la siguiente conferencia, en el marco del 43º Congreso de la European Brain and Behaviour Society de Sevilla, sobre los últimos avances de la neurociencia. Según Rubia, los hallazgos realizados en este campo en los últimos años han sido múltiples y podrían producir lo que él denomina "la cuarta humillación humana", tras el final del geocentrismo, la aparición de la teoría de la evolución y el descubrimiento del inconsciente. Estos hallazgos llevarían, de hecho, a cuestionarse conceptos tan fundamentales para nuestra cosmovisión como la naturaleza de la realidad o del yo o la existencia del libre albedríoPor Francisco J. Rubia.


Se ha dicho que la humanidad ha pasado por tres

por tres revoluciones sociales que han supuesto
un
avance considerable.

La primera, la revolución agrícola hace unos 10.000 años, cuando el hombre se asienta y comienza a labrar la tierra produciendo alimentos y creando las ciudades. La segunda, la revolución industrial hace unos 250 años, con la invención de la máquina de vapor y la producción de mercancías y la extensión de los mercados.

Y en nuestro tiempo, la tercera revolución debida a la creación del microchip, que dio lugar a la sociedad de la información con un intercambio de conocimientos antes desconocido.

Algunos autores consideran que la cuarta revolución será la revolución neurocientífica, que ya está invadiendo numerosas disciplinas y creando nuevas, colocando el prefijo “neuro” ante disciplinas tradicionales.

Así, hoy se habla de neuroeconomía, neuromarketing, neurofilosofía, neuroética, neuroeducación, neuropolítica y un largo etcétera. Todas estas nuevas disciplinas pretenden aplicar los nuevos conocimientos de la neurociencia a sus materias, esperando que esta aportación sirva para darles un nuevo impulso y desarrollo.

La revolución y sus efectos

Es un hecho que la declaración de la década del cerebro por el Congreso de los Estados Unidos, alentada por la Library of the Congress y por el NIH en los años noventa del siglo pasado, supuso una fuerte inyección, sobre todo económica, para las investigaciones neurocientíficas. Desde la neurobiología molecular hasta las técnicas modernas de imagen cerebral, los estudios tanto básicos como clínicos se multiplicaron, y desde entonces se han acumulado muchos conocimientos que ahora esas nuevas disciplinas pretenden aplicar.

A mi modo de entender, cuando se habla de revolución neurocientífica habría que diferenciar entre una revolución objetiva que se traduce en esos nuevos conocimientos y sus aplicaciones, y una revolución subjetiva de la que hablaremos luego y que, a mi juicio, es mucho más trascendente que la revolución objetiva.

Dentro de la revolución objetiva habría que mencionar la utilización cada vez más frecuente de las técnicas de imagen cerebral, o técnicas de neuroimagen, no sólo en el estudio de enfermedades, sino también del ser humano normal y sano, ya que son técnicas no invasivas que pueden aplicarse sin intervención cruenta alguna.

Neuroimagen de un cerebro humano vivo realizada con una nueva técnica por espectro de difusión que muestra a un subgrupo de fibras. Las fibras rojas en el centro y en la parte inferior izquierda forman parte del corpus calloso, el cual conecta las dos mitades del cerebro. Fuente: Technology review

En el sistema judicial, por ejemplo, se están aplicando cada vez más esas técnicas que van a sustituir pronto a los polígrafos detectores de mentiras del pasado, ya que la exactitud de sus resultados supera a la de los detectores tradicionales, con la esperanza de que pronto será imposible engañar a los jueces y fiscales.


El presidente de la Fundación MacArthur de Estados Unidos, Jonathan Fanton, dice que la neurociencia puede tener un impacto sobre el sistema legal tan dramático como los test de ADN. Esta fundación invirtió 10 millones de dólares en 2007 en varias universidades, para entender cómo la neurotecnología impactaría sobre los sistemas legales en todo el mundo.

Y el neurocientífico Michael Gazzaniga, de la Universidad de California en Santa Barbara, afirma que pruebas neurocientíficas ya se han utilizado para persuadir a jurados a decidir sentencias, y que los tribunales han admitido los resultados del uso de técnicas de imagen cerebral durante juicios para apoyar peticiones que justificaban actos criminales basándose en la demencia de los implicados.

Neuroarmas y neurosociedad

Recientemente, en Estados Unidos se han invertido millones de dólares en universidades para investigaciones neurotecnológicas. El MIT, por ejemplo, recibió 350 millones de dólares para el Instituto McGovern de investigación cerebral y, en la última década, el National Institute of Health dobló su presupuesto, alcanzando los siete mil millones de dólares para el estudio de enfermedades del sistema nervioso.

Por otro lado, tanto empresas privadas como agencias de inteligencia están invirtiendo mucho dinero en ese intento de aplicación de los conocimientos generados en neurociencia para utilizarlos en su beneficio. El estudio, por ejemplo, de la base neurobiológica de la toma de decisiones es de suma importancia para los ejecutivos de las empresas. Y en la elaboración de los anuncios de productos y mercancías, la utilización de esos conocimientos también está adquiriendo una gran importancia.

El posible uso de los conocimientos neurocientícos en el campo de batalla es más preocupante. Los ejércitos modernos están desarrollando ‘neuroarmas’ que pueden ir desde la eliminación de contenidos de la memoria hasta las armas neurotóxicas que pueden transformar los estados de ánimo, producir cambios psicológicos e incluso eliminar al enemigo. Recordemos lo sucedido en Chechenia el 26 de octubre del 2002, cuando las fuerzas rusas OSNAZ introdujeron un gas que mató tanto a terroristas como a rehenes en un teatro de Moscú.

Aparte de sus aplicaciones médicas, la neurotecnología está invadiendo otros terrenos, como las finanza, la mercadotecnia, la religión, la guerra o el arte. Estamos entrando en lo que Zack Lynch ha llamado 'la neurosociedad'.

Aún queda por conocer lo más importante

Aunque durante mucho tiempo el descubrimiento del genoma humano ha centrado la atención del público creando numerosas expectativas futuras, la neurociencia ha ido avanzando y despertando asimismo la impresión de que se avecinan importantes descubrimientos. Las técnicas de neuroimagen, los psicofármacos, las interfases entre el cerebro y las máquinas, las técnicas de estimulación cerebral, los implantes de células troncales en el cerebro o las posibilidades que se abren con la terapia génica están hoy en todos los medios de comunicación.

En algunos casos, las técnicas de neuroimagen han podido detectar idearios racistas, diferenciar contenidos falsos y verdaderos de la memoria o el contenido de algunos pensamientos. Aunque estos datos son aún muy preliminares, sin embargo ya nos están indicando por dónde se orientarán los próximos hallazgos en este campo cuando mejore la resolución espacial y temporal de las técnicas que hoy se utilizan.

A pesar de todos estos avances, no podemos olvidar lo que aún falta por saber. Hace ya siete años, once conocidos neurocientíficos alemanes publicaron un Manifiesto sobre el presente y el futuro de la investigación cerebral.

En él hablaban de tres niveles distintos: El nivel superior que explica la función de grandes áreas cerebrales; el nivel medio que describe lo que ocurre en las asociaciones de cientos o miles de células nerviosas en el cerebro; y el nivel inferior que abarca los procesos a nivel celular y molecular. Según estos neurocientíficos hemos avanzado significativamente en los niveles superior e inferior, pero no en el nivel medio, cuando precisamente son las asociaciones o redes neuronales la base de los procesos mentales.


Con qué reglas trabaja el cerebro; cómo refleja así el mundo, de manera que la percepción inmediata y la experiencia pasada se fundan; cómo la acción interna se vive como su acción y cómo planifica las acciones futuras, todo esto seguimos sin entenderlo más que en sus comienzos. Tampoco está claro, dicen los neurocientíficos alemanes, cómo podríamos investigarlo con los medios de que disponemos hoy.

Aparte de esto, queda por conocer lo más importante: cómo se pasa de las descargas neuronales a la consciencia; con otras palabras, cómo es el paso de lo objetivo a lo subjetivo, algo que se considera por muchos autores el problema más difícil en neurociencia. Es el antiguo enigma de la relación cerebro-mente.

Pero todo esto, como dije anteriormente, pertenece a lo que podíamos llamar la revolución neurocientífica objetiva, mientras que lo que, a mi juicio, es más relevante es lo que denomino revolución neurocientífica subjetiva, de la que trataremos a continuación.

Una cuarta humillación

Y digo que la revolución neurocientífica subjetiva es más relevante porque va a modificar de manera considerable la opinión que tenemos sobre el mundo que nos rodea y sobre nosotros mismos. El título de esta conferencia me vino a la mente cuando releí una pequeña obra de Sigmund Freud, el gran psicólogo vienés, titulada "Una dificultad del psicoanálisis", en la que Freud hizo la reflexión de que el ser humano había sufrido a lo largo de la historia tres humillaciones importantes en su amor propio.

La primera, la de Nicolás Copérnico en el siglo XVI, que había acabado con el geocentrismo, es decir, con la idea de que la tierra era el centro del universo y de la creación. La tierra no era más que un planeta, y no de los más importantes, del sol. Hoy esta idea no sólo está confirmada, sino que sabemos que el sol no es más que uno de los millones de soles que componen una de las muchas galaxias que existen, por lo que la importancia de la Tierra ha ido disminuyendo a pasos agigantados.


La segunda humillación provino del biólogo Charles Darwin en el s. XIX, con su teoría de la evolución, que sólo ponen en duda algunos grupúsculos cristianos creacionistas en USA. Aunque después de más de 150 años todavía hay personas que no han asumido lo que ella significa, o sea nuestra procedencia de animales que nos han precedido en la evolución. Esto significó sin duda un gran golpe a la idea de que éramos la perla de la creación divina, que habíamos sido creados de golpe por un soplo de la divinidad, como se dice en el Génesis. Con ello, la explicación de la Biblia pasó a ser lo que es: un mito o leyenda como muchas otras. (fuente de la imagen)


Para Freud, la tercera humillación vendría dada por su descubrimiento, que no fue tal
, del inconsciente. El inconsciente ya había sido descrito a lo largo del siglo XIX por varios médicos naturalistas románticos alemanes, pero Freud hizo de él el centro de sus estudios y le dio una importancia que otros no le habían dado. El resultado de esos estudios fue saber que la consciencia era sólo la punta de un iceberg, y que debajo del agua se encontraba una inmensa mayoría de funciones que, a pesar de ser inconscientes, gobernaban y dirigían la conducta humana. La tercera humillación, pues, era que el ser humano no era ni siquiera dueño de muchos de sus actos. Hoy se calcula que de todas las operaciones que el cerebro realiza, sólo una ínfima parte, un uno o dos por ciento, es consciente; el resto se lleva a cabo sin que sepamos que se está realizando. Con otras palabras: probablemente Freud se quedó corto.


A mi entender, nos aguarda una cuarta humillación, de la que hoy sólo vislumbramos su comienzo: la revolución neurocientífica que está poniendo en entredicho convicciones tan firmes como la existencia del yo, la realidad exterior o la voluntad libre.

Imagen por vía de Tendencias 21

Temas todos estos que tradicionalmente no han sido objeto de estudio por parte de las ciencias naturales, convencidos como estábamos que eran objeto de la teología, la filosofía o, como mucho, de la psicología. Pero que hoy sí que se cuentan entre los objetos de estudio de la neurociencia para darnos a entender que hemos estado equivocados hasta ahora cuando dábamos carta de naturaleza a determinados conceptos que muy posiblemente eran y siguen siendo fruto de nuestros deseos.

El ser humano no tiene, por ejemplo, ningún motivo para pensar en la continuidad de su persona, de su yo, que considera que es el mismo desde la cuna a la tumba, sabiendo que nada ni en su cuerpo ni en su alrededor tiene permanencia. Y, sin embargo, ¿quién nos va a convencer de que no existe ese yo que subjetivamente está tan presente como la propia realidad exterior?

Los órganos de los sentidos nos han engañado desde siempre y lo sabemos, como ya lo sabían los filósofos griegos de la naturaleza de las colonias jónicas en Asia Menor. La neurociencia moderna nos dice que ni los colores ni los olores, ni los gustos ni los sonidos existen en la naturaleza, sino que son creaciones del cerebro. Sin embargo, ¿quién no está convencido de que esas ‘proyecciones’ del cerebro no son tales y que las cualidades de los órganos de los sentidos son parte de la realidad que percibimos?

No obstante, ya en el pasado Descartes, por ejemplo, en el siglo XVII había dicho que las cualidades secundarias de las cosas, colores, sonidos, gustos, olores, etc., no existían fuera de nosotros, sino en nosotros como sujetos sintientes. Y el filósofo napolitano del siglo XVIII Giambattista Vico escribía en su libro "La antiquísima sabiduría de los italianos": “Si los sentidos son capacidades activas, de ahí se deduce que nosotros creamos los colores al ver, los gustos al gustar y los tonos al oír, así como el frío y el calor al tocar”.

Revisión del concepto de realidad

El filósofo inglés Charli Broad decía que el cerebro es como una válvula reductora que filtraba el inmenso caudal de datos que fluía desde los órganos de los sentidos al cerebro. Además, los propios órganos de los sentidos perciben sólo una pequeña parte de la realidad. Por eso, desde el punto de vista neurofisiológico, llamar realidad a lo que percibimos es completamente inadecuado y sin sentido.

Y el filósofo irlandés George Berkeley decía que sólo conocemos lo que percibimos, de manera que sus contemporáneos discutieron si cuando caía un árbol en el bosque y nadie estuviera presente para escucharlo haría algún ruido o no. Por lo que hoy sabemos, indudablemente no habría ningún ruido, ya que el sonido no es ninguna cualidad de la realidad absoluta, sino sólo de la nuestra.


La conclusión que podemos sacar de todo esto es que cuando hablamos de materia, del mundo material, parece que nos estamos refiriendo a una realidad subyacente, cuando de hecho nos referimos en gran parte a imágenes de nuestra mente.



En uno de los escritos filosóficos hindúes, el llamado Ashtavakra Gita se dice: “El mundo que de mí ha emanado, en mí se resuelve como la vasija en el barro, la ola en el océano y el brazalete de oro en el oro de que está compuesto”. Como es sabido, en los Vedas hindúes el mundo, así como el yo, son considerados maya, esto es, ilusión. Y los Vedas se remontan a unos 2.000 años antes de nuestra era.



Al parecer, la realidad es lo que ve nuestro cerebro. Pintura de Octavio Ocampo


En el Libro tibetano de la Gran Liberación, también llamado Bardo Thodol, encontramos la frase siguiente: “La materia se deriva de la mente o consciencia y no la mente o consciencia de la materia”.


Por cierto, en física cuántica se conoce que el acto de observar un fenómeno afecta a lo que se está observando, algo similar a lo que sabemos que hace el cerebro durante la percepción.

Uno de los escritores llamados constructivistas, Heinz von Foerster dice: “Objetividad es el delirio de un sujeto que piensa que observar se puede hacer sin él”. Este mismo autor llama la atención sobre el hecho de que tenemos unos cien millones de receptores sensoriales frente a unos diez billones de sinapsis en nuestro sistema nervioso, lo que interpreta como que somos 100.000 veces más receptivos a lo que ocurre dentro de nuestro cerebro que a las informaciones procedentes de los órganos de los sentidos.

El descubridor de la dietilamida del ácido lisérgico, LSD, Albert Hoffmann, fallecido hace sólo tres años a la edad de 102 años, decía: “Reconocí que todo mi mundo se basaba en mis vivencias subjetivas, que estaba dentro de mí y no fuera”.

El yo como cualidad emergente

Se han planteado tres argumentos a favor de que el yo es una construcción cerebral. En primer lugar, su ontogenia, o sea cuándo surge ese concepto en el desarrollo del ser humano. Al parecer, el niño no nace con ese concepto del yo, sino que se encuentra en la primera fase de su vida en un estado indiferenciado de fusión con el mundo, es decir, sin autoconsciencia. Es a partir de los dos años y medio o tres cuando surge esa impresión subjetiva de un yo propio que se diferencia del resto de la realidad y se enfrenta a ella. No deja de ser curioso que hablemos del yo y del mundo cuando ese yo es parte también de ese mundo.

En antropología se sabe que en comunidades humanas más primitivas se tenía una concepción de la persona o del yo esencialmente sociocéntrica, o sea ligada a la pertenencia al clan o a la tribu y, desde luego, mucho menos individualista que en nuestra cultura occidental. Algunos antropólogos consideran que el yo individualizado no es una idea innata, sino una noción que ha tenido un desarrollo histórico.

Entre los indios ojiwba, por ejemplo, una tribu de los algonquinos que todavía existe en algunas reservas, principalmente en Minnesota en Estados Unidos, el concepto que estos indios tenían de sí mismos no tenía nada que ver con el concepto occidental. No diferenciaban bien entre mito y realidad, entre ensueño y vigilia o entre humanos y animales.

El antropólogo Brian Morris es de la opinión que el yo en esencia es una abstracción y que se refiere más a un proceso que a una entidad. Mientras que el pensamiento occidental tiene un concepto del yo egocéntrico, en otras culturas este concepto es más sociocéntrico y en muchas de ellas el dualismo tradicional del yo frente al mundo está completamente difuminado.

Hay otro argumento que nos hace sospechar que el yo es una construcción cerebral. Para evitar que los ataques epilépticos que se producen en un hemisferio cerebral se propaguen al otro hemisferio por las fibras que los unen y que forman el cuerpo calloso, con 200 millones de fibras, algunos neurocirujanos seccionaron este cuerpo, generando así lo que se ha llamado pacientes con cerebro dividido o escindido que fueron estudiados intensamente sobre todo en Estados Unidos.

Aparte de muchos otros fenómenos, uno de los resultados más llamativos de esta operación fue que estos pacientes tenían pensamientos independientes en cada hemisferio. El investigador que recibió en 1961 el premio Nobel por estos estudios fue el psicólogo norteamericano Roger Sperry y que decía lo siguiente: “Cada hemisferio parece tener sus sensaciones separadas y privadas, sus propios conceptos y sus propios impulsos para la acción. La evidencia sugiere que dos consciencias van en paralelo en ambos hemisferios de estas personas con cerebro escindido”.

Como vemos, Sperry aceptaba la existencia en estos sujetos de dos consciencias, una en cada hemisferio, lo que sugiere que en condiciones normales estas dos consciencias aparecen como una sola, por la predominancia de una de ellas o por la fusión de ambas.

Neuronas (clikc para ampliar)

En algunos pacientes esta situación creaba enormes conflictos, como, por ejemplo, que la mano izquierda, controlada por un hemisferio, cometiese un error y la mano derecha intentase corregirlo, o lo que es peor, que una mano abriese un cajón y la otra intentase cerrarlo. La conclusión de estas observaciones fue que en estos pacientes existían dos personalidades distintas, dos yos, con dos consciencias diferentes que se expresaban no sólo en las acciones, sino también en los pensamientos. Otra conclusión importante fue que la consciencia del yo tenía que estar ligada a las funciones de la corteza cerebral.

Esta división del yo en dos no es necesario que se produzca en los pacientes con hemisferios separados por el cirujano, La psiquiatría sabe hace mucho tiempo de casos de desdoblamiento de personalidad, como la que se describe en la película “Psicosis” de Hitchcock.

También se conoce un trastorno de personalidad múltiple que se atribuye a una violación incestuosa en edad temprana de estos pacientes. Se ha supuesto que el shock emocional que supone ser violado o violada por una persona de la propia familia puede conducir, según algunos autores, a una excitación tan grande de la amígdala, una región perteneciente al sistema límbico o cerebro emocional, que lleve a una inhibición por ésta de distintas partes del hipocampo, otra región relacionada con la memoria, generando así personalidades múltiples e independientes.

Se ha planteado la hipótesis de que todos nacemos con el potencial de desarrollar múltiples personalidades, y en el curso de un desarrollo normal conseguimos más o menos consolidar un sentido integrado de la personalidad. Algo de eso debe haber, pues si observamos el comportamiento, por ejemplo, de adolescentes normales cuando se encuentran con sus padres, con su novio o novia o con sus compañeros de juerga estos comportamientos son tan distintos que parece que proceden de distintas personalidades.

Resumiendo todos estos hechos podríamos decir que el yo es una entidad que desarrolla el cerebro como cualidad emergente, entidad con la que no nacemos, sino que se desarrolla a partir de la maduración de estructuras corticales y en interacción con el entorno, dependiendo, por tanto, de la cultura en la que la persona se encuentra.

¿Qué pasa con la voluntad?

Sin duda, nuestra civilización occidental ha acentuado enormemente esta cualidad del yo, generando individuos especialmente poco sensibles a los intereses colectivos. Precisamente por ser algo individual, que nos diferencia de los demás, también nos separa de ellos.

Otro dato que amenaza con minar la imagen que tenemos de nosotros mismos es el tema de la voluntad libre. Los datos que hoy disponemos apuntan a que la libertad es una ilusión, una ficción cerebral. Nadie puede afirmar que estos datos sean definitivos, porque definitivo no hay nada en ciencia, pero los datos experimentales nos dicen que no somos libres de tomar decisiones cuando estamos ante la posibilidad de elegir entre varias opciones. Antes de que tengamos la impresión subjetiva de voluntad, el cerebro se ha puesto en marcha de manera inconsciente.

Experimentos realizados con modernas técnicas de imagen cerebral muestran que esa actividad inconsciente del cerebro precede a la impresión subjetiva de voluntad nada menos que en seis segundos. Y, sin embargo, de nuevo la impresión subjetiva de libertad es tan fuerte que pensamos que la interpretación de los resultados de estos experimentos no puede ser cierta.

Se suele decir que libertad es la capacidad de hacer lo contrario de lo que realmente hacemos. Pero esto no es otra cosa, a mi entender, que tener grados de libertad, o sea una gama de opciones entre las cuales elegimos una. Estos grados de libertad son mayores mientras más desarrollado sea el cerebro, de manera que los humanos tenemos más grados de libertad que otros mamíferos y éstos más que los anfibios, etc. Pero si confundimos la libertad con los grados de libertad entonces todos los animales son libres por tener distintas opciones en su conducta. Lo decisivo no es que tengamos posibilidades de elección, sino por qué y cómo elegimos lo que elegimos y no otra posibilidad.

La ciencia nos dice que el universo está sometido a leyes deterministas, por lo que el físico Albert Einstein se preguntaba que por qué el cerebro tenía que ser una excepción y fuese la única parte de la materia del universo que fuese libre y no determinada como el resto.

Hoy en día muchos filósofos llamados compatibilistas piensan que a pesar de estar determinados como el resto del universo, los humanos somos libres siempre y cuando nuestras acciones surjan de nosotros mismos. Aquí se olvida lo que había dicho Freud de los condicionamientos inconscientes que dirigen nuestra conducta. En psicología no se dice que seamos libres si nuestra conducta está guiada por motivaciones inconscientes sobre las que el llamado yo consciente no tiene ningún control.

No deja de ser curioso el hecho de que sepamos que no tenemos ningún control consciente sobre lo que almacenamos en la memoria y, sin embargo, no nos preocupe este hecho, cuando precisamente desde el punto de vista de la supervivencia la memoria es mucho más importante que la libertad.

La falta de libertad ya había sido planteada en el pasado por el filósofo holandés Baruch Spinoza que decía que los hombres se consideraban libres porque ignoraban las causas que determinaban sus acciones.

La importancia de estos resultados es evidente. La existencia o no de libertad, libre albedrío o voluntad libre es también de enorme importancia para otras disciplinas, por ejemplo para la religión, ya que sin libertad el ser humano no es culpable de pecado, concepto clave y fundamental para las tres religiones abrahámicas: judaísmo, cristianismo e islamismo.

En jurisprudencia y en psiquiatría forense, el tema de la libertad es de gran relevancia, dado que de ahí se derivan los conceptos de responsabilidad, imputabilidad y castigo para los que delinquen. Pero la libertad es también importante en ética, en filosofía social y política, en la filosofía de la mente, en metafísica, en la teoría del conocimiento, en la filosofía de las leyes, en la filosofía de la ciencia y en la filosofía de la religión.

El cerebro y la espiritualidad

Otro tema que está siendo estudiado por la neurociencia es el tema de la espiritualidad. Desde que es posible provocar experimentalmente experiencias espirituales, religiosas o místicas estimulando determinadas regiones del lóbulo temporal pertenecientes al sistema límbico o cerebro emocional, la neurociencia ha entrado en un tema que tradicionalmente ha pertenecido a la teología. Se habla hoy, a mi entender equivocadamente, de neuroteología para referirse a la búsqueda de la espiritualidad en el cerebro. Y digo que equivocadamente, porque teología significa etimológicamente un tratado de dios, como si ya se diese por sentado su existencia, algo que la neurociencia no hace.

Dar click para ampliar (fuente de la imagen)

Pero lo realmente revolucionario, a mi juicio, es el hecho de que la materia, como el cerebro, sea capaz de producir espiritualidad. De ahí que yo al cerebro le he llamado “espiriteria”, una contracción de espíritu y materia
. En cualquier caso, parece evidente que el concepto tradicional de ‘materia’ no debería ser aplicable al cerebro. Además, la separación dualista cartesiana entre espíritu y materia no tendría sentido.


Como vemos, en el pasado se consideraba inapropiado que la neurociencia se ocupase de las funciones mentales, antes llamadas funciones anímicas, o sea del alma, como lo está haciendo ahora. Hoy estamos al comienzo de un derribo sistemático de conceptos que, algunos de ellos, son pilares en los que se asienta nada menos que gran parte de nuestra cultura occidental.

De ahí que piense que se avecina una nueva humillación del ser humano, una revolución protagonizada por los resultados de la neurociencia. De nuevo, una ciencia está a punto de abrirnos los ojos a realidades que nada tienen que ver con las que hemos vivido durante siglos: éstas han sido producto de nuestro cerebro y las realidades que las sustituyan también lo serán. Pero ahora, soñar con una realidad independiente del cerebro humano será posible pero no real.

Nos llama la atención el progreso objetivo de la neurociencia, como el papel de la genética en varios trastornos mentales, los estudios de biología molecular que nos han explicado cómo determinados genes pueden llevar a producir síntomas clínicos. Admiramos los descubrimientos que muestran la producción de nuevas neuronas en el hipocampo, o los mecanismos moleculares asociados a la memoria y al aprendizaje. Hemos descubierto neuronas que son la base de la empatía, probablemente también del lenguaje y de la moralidad, como las neuronas espejo, pero los temas que he mencionado en relación con la revolución subjetiva van más allá porque van a cambiar la imagen que tenemos del mundo y de nosotros mismos. Las humanidades, junto con la neurociencia, tendrán que colaborar para diseñar una nueva imagen del ser humano que, sin duda, será distinta a la que hoy conocemos.

En suma: estamos ante una auténtica revolución de nuestras ideas: una revolución neurocientífica.

Fuente: Tendencias21

viernes, 9 de septiembre de 2011

Buceando en el origen de la esquizofrenia

Imagen vía yutrisumlang

La esquizofrenia tiene un origen genético en muchos casos, pero sólo es hereditaria en un pequeño porcentaje. Un estudio publicado en la revista 'Nature Genetics' revela una alta frecuencia de las denominadas mutaciones 'de novo', es decir, errores genéticos que están presentes en estos pacientes pero no en sus padres.


El conocimiento y el tratamiento de esta dolencia han avanzado espectacularmente en las últimas décadas. Sus orígenes aún no están claros, pero los científicos están buceando hasta profundidades inalcanzables hace algunos años y, poco a poco, están sacando a la luz datos muy valiosos.

Un equipo de investigadores liderado por Maria Karayiorgou, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Columbia (Nueva York, EEUU), estudió los genomas de 53 pacientes, otras 22 personas no afectadas y los padres de todos ellos. Este análisis les permitió identificar 40 mutaciones 'de novo' relacionadas con la patología y desconocidas hasta la fecha. La mayoría de ellas tenía como consecuencia la alteración del funcionamiento de una proteína.


Imagen vía Nature Genetics

El equipo de Karayiorgou halló otros fallos genéticos de este tipo en un estudio anterior y no descarta que en el futuro se descubran unos cuantos centenares. "La identificación de estas mutaciones 'de novo' dañinas ha transformado profundamente el conocimiento de las bases genéticas de la esquizofrenia", asegura Bin Xu, otro de los científicos implicados en el trabajo.

En opinión de este experto, resulta "particularmente fascinante" el hecho de que cada una de las mutaciones se encontrase en un gen distinto. "Esto sugiere que puede haber muchas más de lo que pensamos, lo que probablemente se debe a la complejidad de los circuitos neurológicos afectados por la enfermedad. Se necesitan muchos genes para su desarrollo y función".

El psiquiatra Miquel Bernardo, responsable del Programa de Esquizofrenia del Hospital Clínic de Barcelona, explicó la trascendencia de los nuevos hallazgos: "El estudio no es totalmente innovador, pero sí representa un paso adelante en el conocimiento de las circunstancias relacionadas con la genética de la enfermedad".

El trabajo ratifica que, además de las formas hereditarias de la patología, existen otras generadas por mutaciones debidas a factores ambientales. "Este hecho es congruente con la teoría del neurodesarrollo, que sostiene que el sistema nervioso sufriría insultos ambientales que producirían esas rupturas genéticas [las mutaciones 'de novo'] en momentos críticos para el desarrollo del sistema nervioso central", agrega el especialista español. Esos periodos cruciales se situarían en el segundo y el tercer trimestre del embarazo, cuando factores tóxicos como una infección vírica de la madre pueden actuar sobre el sistema nervioso del feto.

La esquizofrenia afecta a millones de personas en todo el mundo; aproximadamente, a uno de cada 100 individuos. Se caracteriza por un funcionamiento defectuoso de los circuitos cerebrales que permiten que las neuronas se comuniquen entre sí mediante impulsos eléctricos. El resultado es un conjunto de alteraciones en los pensamientos, el afecto, las percepciones y la conducta de los enfermos.

Enlace

domingo, 28 de agosto de 2011

Descubren que la vitamina C disuelve la proteína que causa el Alzheimer


Científicos de la Lund University, en Suecia, descubrieron que la vitamina C es capaz de disolver la proteína tóxica que hace aparecer el Alzheimer en el cerebro. La investigación se publicó en 'Journal of Biological Chemistry'.

El cerebro de las personas con Alzheimer presentan cúmulos de las denominadas placas amiloides, consistentes en un conglomerado de otra proteína, conocida como beta-amiloide. Estas placas causan la muerte de las células nerviosas en el cerebro y los primeros nervios que son atacados son los del centro de la memoria.

Según Katrin Mani, experta en Medicina Molecular de la Lund University, "cuando tratamos el tejido cerebral de ratones con Alzheimer con vitamina C, pudimos ver que la proteína tóxica se disolvía". "Nuestros resultados muestran un modelo antes desconocido por el que la vitamina C afecta las placas amiloides", dice.

"Otro interesante descubrimiento es que la útil vitamina C no necesita venir de la fruta fresca. Nuestros experimentos han demostrado que la vitamina C puede ser absorbida también en mayores cantidades en forma de ácido dehidroascórbico procedente de zumo que ha pasado la noche en el frigorífico, por ejemplo", añade.



En la actualidad, no existe tratamiento para curar el Alzheimer, pero los investigadores trabajan para buscar fármacos y métodos para retrasar y aliviar la progresión de esta enfermedad luchando contra sus síntomas.


Los antioxidantes como la vitamina C tienen efecto protector contra diversas enfermedades, que van desde los constipados comunes a los ataques al corazón o las demencias, suelen ser objeto de estudios para muchos investigadores. Para Katrin Mani, "la idea de que la vitamina C puede tener un efecto positivo sobre el Alzheimer es polémica, pero nuestros resultados ofrecen nuevas oportunidades para investigar esta enfermedad y las posibilidades de la vitamina C".


Fuente en español: europapress

Leer la reseña publicada en la Universidad de Lund:
A new function for vitamin C in Alzheimer's Disease

viernes, 19 de agosto de 2011

¿Por dónde va la manipulación científica del cerebro?

"electrodoyo" © Amerindia Castro.

Se publica mucha basura sobre estudios cognitivos con resonancia magnética funcional, incluso en Science y Nature… ¡Especialmente en Science y Nature!”, así dijo la neurocientífica del MIT, Nancy Kanwisher en un seminario de neurociencia. La doctora Kanwisher se refería, por un lado, a la propensión de este tipo de revistas a publicar resultados impactantes aunque la metodología del trabajo sea débil, y por otro lado, a que los estudios cognitivos con resonancia magnética funcional (fMRI) están de moda, y más en áreas como el neuromarketing o la neuroeconomía.

La neurociencia despierta grandes expectativas porque el estudio del cerebro vive un momento apasionante. La plasticidad neuronal es mucho mayor de lo que se imaginaba; tenemos nuevas técnicas que permiten activar y desactivar circuitos neuronales con luz óptica; podemos ‘leer’ la actividad del cerebro, descodificarla y mover un cursor sobre una pantalla de ordenador con el pensamiento.




Los 7 pecados de la memoria (entevista de Eduardo punset al psicólogo Daniel Shacter)

Y sin embargo, aunque seamos capaces de entrenar nuestra memoria y darle smart drugs (drogas inteligentes), la memoria nos seguirá engañando constantemente. Según el psicólogo de Harvard Daniel Shacter, “cuando recordamos el pasado siempre mezclamos realidades con imaginación y eventos inconexos, sobre todo en momentos emocionales fuertes”. O, como afirma Matthew Wilson, investigador en memoria y sueño del MIT, “cuanto más creemos que un recuerdo es certero, más falso suele ser”, una conclusión nada intuitiva publicada por primera vez en 1992 y corroborada por varios estudios.

Potenciar artificialmente la memoria y el aprendizaje

Quizá nunca podremos mejorar cualitativamente la memoria, pero sí cuantitativamente. Los neurocientíficos ya utilizan estimulación transcraneal eléctrica o magnética (TMS) en terapias de regeneración neuronal y contra la depresión. Ambas técnicas no invasivas aumentan la memoria de trabajo que recuerda datos por un período corto de tiempo.

Imagen tomada de psicología-on linea

Activando externamente áreas del córtex motor, se aprenden más rápido algunas tareas motoras complejas. Estimular áreas del lenguaje aumenta la retención de palabras y actuando sobre el lóbulo parietal se mejora el reconocimiento de objetos.

Imagenes tomadas de psicología-on line

Varios estudios sugieren que la TMS también puede modificar los estados de humor de pacientes sanos y su razonamiento cognitivo.

Incluso existen experimentos en los que la estimulación magnética transcraneal, aplicada para desbaratar la actividad de las neuronas, ha logrado que un grupo de personas cambiaran ciertos juicios morales.

Los neurocientíficos aseguran que todos estos resultados son científicamente significativos, pero reconocen que falta comprobar que lo sean clínicamente. Es decir, que tengan un efecto notorio. Quizás por eso el neuroingeniero Ed Boyden se atreve a afirmar: “yo soy partidario de implantar electrodos y sensores directamente encima de la corteza cerebral. Son mucho más fiables y los pinchazos bajo el cráneo no generan ningún daño; tenemos cerebro de sobra”.

Encender y apagar neuronas con luz

Boyden se refiere a que el cráneo genera demasiado ruido a la hora de estimular el cerebro de manera no invasiva. Animado por los éxitos de los implantes cocleares y los electrodos para el tratamiento del párkinson, defiende que ya podemos empezar a manipular el cerebro con garantías de seguridad. Insiste en que debemos ser cuidadosos, responsables, y éticos, pero que “la ciencia ha progresado a base de asumir riesgos”.

“Imagínate al primero que le dijeron que le iban a dar un poco de extracto de hongo porque contenía una sustancia llamada penicilina”, dice Ed Boyden para defender su postura. No es un simple provocador. En realidad es uno de los artífices de la principal revolución de la neurociencia en los últimos cinco años, la optogenética, que es la inserción de genes que permitan encender y apagar circuitos neuronales con luz óptica.

El principio es relativamente sencillo. En los años 70 se descubrieron unos canales en las membranas de bacterias, arqueas y algas, que dejaban pasar iones cargados positivamente cuando recibían luz: los canales de rodopsina.

Bien entrada la primera década del siglo XXI, Ed Boyden (ver video) y otros investigadores elucubraron que, si lograban incorporar estos canales iónicos a neuronas mediante ingeniería genética, podrían utilizar frecuencias de luz para activar a voluntad la señal eléctrica de las neuronas.

Ed Boyden shows me the business end of the OpenStim Open Source Noninvasive Transcranial Brain Stimulator
El dr. Ed Boyden muestra la técnica no invasiva de estimulación cerebral transcraneal. Imagen tomada de Flickr, © Mike Lee Todos los derechos reservados

Dicho y hecho. Encontraron un canal de rodopsina que se abría con luz azul y se crearon los primeros cultivos de neuronas que se excitaban al recibirla. Luego se introdujeron esos canales en las neuronas de moscas, gusanos, ratones y ratas, y ya se han insertado en cerebros de primates no humanos. Cuando les llega luz azul a través del cráneo, ciertas partes de su cerebro se activan, dejando ver qué función concreta tienen esos circuitos neuronales.

Otros canales hacían lo contrario, permitir la entrada de iones negativos de cloro bajo luz amarilla. Cuando se incorporaron a neuronas, se consiguió que estas se silenciaran al recibir luz amarilla. Los neurocientíficos tienen en sus manos un sistema para encender y apagar circuitos neuronales in vivo y ver qué ocurre. Es una herramienta poderosísima para la investigación básica, que en los últimos años se ha expandido a enorme velocidad por laboratorios de neurociencia de todo el mundo.

No contento con utilizar los canales como herramienta de investigación, Boyden defiende que la optognética podrá servir para tratar enfermedades como párkinson, depresión y epilepsia. En modelos animales ya se han producido resultados prometedores: el pasado abril un estudio anunciaba que los canales de rodopsina habían devuelto la visión a ratones ciegos. Recientemente se han encontrado canales iónicos más sensibles, maneras más seguras de introducirlos, mayor especificidad neuronal y nuevas formas de hacer llegar los pulsos de luz al cerebro.

La frontera entre neurociencia y neurotecnología ha sido holgadamente superada. El debate entre expectativas y límites éticos será apasionante.


agenciainc