Esta foto me la tomaron hace un montón de años, en una oficina de prensa del magisterio donde trabajaba. Un tiempo en el que disfrutaba del vicio de fumar con la desesperación de un adicto. Me enganché con el cigarro a los 14 años, en el liceo, y una vez cumplida la mayoría de edad, lo primero que hacía al levantarme antes que nada -a las 6:20 am- era fumar, y también lo hacía cuando me despertaba en la madrugada a cualquier hora, o en medio de mi cena o almuerzo; encendía un cigarrillo cada 15 o 20 minutos (comprobado por reloj) y me daba pánico pensar el día que tendría que dejar mi adorado vicio por todo lo que sufriría en los primeros meses de abstinencia pero, afortunadamente no ha sido así, gracias, y tengo que decirlo, a las pastillas Champix, aunque no me estén pagando por hacerle la propaganda...pero, esa es otra historia.
Campaña para de dejar de fumar de las pastillas Champix , vista en el blog Osmani
Cuando huelo el humo de un cigarrillo, casi siempre, se me ensaliba la boca e inflama las fosas nasales como si fuese un perro que olfatea una deliciosa comida. He engordado 5 kilos desde el mes de enero, y aunque lo que más temía de dejar de fumar era la inevitable subida de peso, los kilos de más no me caen del todo mal porque siempre, gracias al cigarro, fuí bastante flaca (46-48 kilos, 1, 58 de estatura) sin embargo, el apetito me resulta muy sabroso de tener, cuestión que ha encendido mis alarmas y me ha obligado a salir a caminar diariamente por una hora, y mucho más, ya es la segunda vez que lo comento aquí, desde que publiqué la infografía "estar sentado te está matando", un trabajo relizado por Medical Billing and Coding que me hizo tomar conciencia de las horas que invierto estando sentada. Yo era, entre otras cosas, una flaca sedentaria leyendo y escribiendo frente al computador, y después de inventar este blog, una bloguera flaca y sedentaria. Verlo así tan simple no deja de darme risa.
Extracto de la infografía "Estar sentado te esta matando", aunque en los próximos quince años cualquier cosa menos la silla, nos puede matar .
El apetito que se desata al dejar de fumar puede ser nuestra perdición (no sólo de la figura sino también de la autoestima), y por ello es necesario "educar" a la nueva manera de ser de nuestro cuerpo, si no queremos que nos vean con ojos de "pero coño, que mal te ves". Por tanto, he tenido que "forrar" el interior de mi nevera con manzanas, yogures y pan negro integral, así como también, retomar los días domingos, una costumbre abandonada al tener a mi primera y única hija: subir -algunos metros- la montaña que se levanta frente a mi ciudad, el cerro El Avila, o el parque nacional El Avila, una formación montañosa mágica y extensa llamada por los antiguos habitantes del valle de Caracas -la extinta etnia Caribe- 'Guaraira Repano' o 'Sierra Grande'. Una muralla verde y enorme donde se desarrolla mi cuento "Cronicas de Ulloa", un relato dedicado a las distintas formas del español antiguo.De todos modos no crean que antes de ser madre, en los tiempos que subía con frecuencia al Avila, hacía un alto en el vicio nicotínico mientras remontaba curvas y cuestas, no. Cada cierta cantidad de kilómetros cuando no veía venir a nadie tras de mi, encendía un pitillo para inhalar rapidito tres o cuatro veces el humo de mi deseo y dopar por un rato la ansiedad por el tabaco.
En la montaña El Avila, en el 2004, cuando subía en jeep o por el teleférico, y me fumaba un cigarrillo cuando ningún montañista (o turista) me veía.
Después de dar a la luz me desaté en el vicio de fumar, y para no causar indignación familiar, me escondía en el baño para 'darle pulmón' a mi tormento oral, a la exigencia sangínea y pulmonar de inocular en mi unos mg. de nicotina.
Después de parir dejó de importarme subir a pie al Avila pues pagaba un transporte especial para ello o tomaba el teléferico "Avila Mágica"; la estresante tarea de ser madre disparó mi frecuencia en el encendido de cigarrillos y sabía, que aunque no hiciera ningún tipo de ejercicios igual me mantendría delgada, y tenía razón. Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale publicaron en el mes de junio, en la revista Science que, la nicotina influye en un conjunto de circuitos del sistema nervioso central, específicamente, una zona del hipotálamo, relacionada con la obesidad en los humanos y animales, la cual controla la motivación para comer. En el siguiente cuadro, tomado del artículo del periódico español ABC, fumar te ayuda a adelgazar "hasta convertirte en cadáver" (el entrecomillado es mío).
Ahora subo a la montaña para mantener a raya a la grasa y para despegarme de la silla y morir de otra cosa que no sea estar sentada -por no moverme- o fumar como posesa. Desde hace 13 años no desandaba mis pasos por los senderos del Avila, por estar demasiado ocupada fumando como una verdadera hija de...... fumador.
(esta historia continuará)
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