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miércoles, 19 de octubre de 2011

"La cuarta humillación humana" vendrá de la revolución neurocientífica

(Importante e interesante entrevista)

La revolución neurocientífica modificará los conceptos del yo y la realidad, afirma el neurocientífico Francisco J. Rubia.


En septiembre de 2011, el neurocientífico Francisco J. Rubia, Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, dictó la siguiente conferencia, en el marco del 43º Congreso de la European Brain and Behaviour Society de Sevilla, sobre los últimos avances de la neurociencia. Según Rubia, los hallazgos realizados en este campo en los últimos años han sido múltiples y podrían producir lo que él denomina "la cuarta humillación humana", tras el final del geocentrismo, la aparición de la teoría de la evolución y el descubrimiento del inconsciente. Estos hallazgos llevarían, de hecho, a cuestionarse conceptos tan fundamentales para nuestra cosmovisión como la naturaleza de la realidad o del yo o la existencia del libre albedríoPor Francisco J. Rubia.


Se ha dicho que la humanidad ha pasado por tres

por tres revoluciones sociales que han supuesto
un
avance considerable.

La primera, la revolución agrícola hace unos 10.000 años, cuando el hombre se asienta y comienza a labrar la tierra produciendo alimentos y creando las ciudades. La segunda, la revolución industrial hace unos 250 años, con la invención de la máquina de vapor y la producción de mercancías y la extensión de los mercados.

Y en nuestro tiempo, la tercera revolución debida a la creación del microchip, que dio lugar a la sociedad de la información con un intercambio de conocimientos antes desconocido.

Algunos autores consideran que la cuarta revolución será la revolución neurocientífica, que ya está invadiendo numerosas disciplinas y creando nuevas, colocando el prefijo “neuro” ante disciplinas tradicionales.

Así, hoy se habla de neuroeconomía, neuromarketing, neurofilosofía, neuroética, neuroeducación, neuropolítica y un largo etcétera. Todas estas nuevas disciplinas pretenden aplicar los nuevos conocimientos de la neurociencia a sus materias, esperando que esta aportación sirva para darles un nuevo impulso y desarrollo.

La revolución y sus efectos

Es un hecho que la declaración de la década del cerebro por el Congreso de los Estados Unidos, alentada por la Library of the Congress y por el NIH en los años noventa del siglo pasado, supuso una fuerte inyección, sobre todo económica, para las investigaciones neurocientíficas. Desde la neurobiología molecular hasta las técnicas modernas de imagen cerebral, los estudios tanto básicos como clínicos se multiplicaron, y desde entonces se han acumulado muchos conocimientos que ahora esas nuevas disciplinas pretenden aplicar.

A mi modo de entender, cuando se habla de revolución neurocientífica habría que diferenciar entre una revolución objetiva que se traduce en esos nuevos conocimientos y sus aplicaciones, y una revolución subjetiva de la que hablaremos luego y que, a mi juicio, es mucho más trascendente que la revolución objetiva.

Dentro de la revolución objetiva habría que mencionar la utilización cada vez más frecuente de las técnicas de imagen cerebral, o técnicas de neuroimagen, no sólo en el estudio de enfermedades, sino también del ser humano normal y sano, ya que son técnicas no invasivas que pueden aplicarse sin intervención cruenta alguna.

Neuroimagen de un cerebro humano vivo realizada con una nueva técnica por espectro de difusión que muestra a un subgrupo de fibras. Las fibras rojas en el centro y en la parte inferior izquierda forman parte del corpus calloso, el cual conecta las dos mitades del cerebro. Fuente: Technology review

En el sistema judicial, por ejemplo, se están aplicando cada vez más esas técnicas que van a sustituir pronto a los polígrafos detectores de mentiras del pasado, ya que la exactitud de sus resultados supera a la de los detectores tradicionales, con la esperanza de que pronto será imposible engañar a los jueces y fiscales.


El presidente de la Fundación MacArthur de Estados Unidos, Jonathan Fanton, dice que la neurociencia puede tener un impacto sobre el sistema legal tan dramático como los test de ADN. Esta fundación invirtió 10 millones de dólares en 2007 en varias universidades, para entender cómo la neurotecnología impactaría sobre los sistemas legales en todo el mundo.

Y el neurocientífico Michael Gazzaniga, de la Universidad de California en Santa Barbara, afirma que pruebas neurocientíficas ya se han utilizado para persuadir a jurados a decidir sentencias, y que los tribunales han admitido los resultados del uso de técnicas de imagen cerebral durante juicios para apoyar peticiones que justificaban actos criminales basándose en la demencia de los implicados.

Neuroarmas y neurosociedad

Recientemente, en Estados Unidos se han invertido millones de dólares en universidades para investigaciones neurotecnológicas. El MIT, por ejemplo, recibió 350 millones de dólares para el Instituto McGovern de investigación cerebral y, en la última década, el National Institute of Health dobló su presupuesto, alcanzando los siete mil millones de dólares para el estudio de enfermedades del sistema nervioso.

Por otro lado, tanto empresas privadas como agencias de inteligencia están invirtiendo mucho dinero en ese intento de aplicación de los conocimientos generados en neurociencia para utilizarlos en su beneficio. El estudio, por ejemplo, de la base neurobiológica de la toma de decisiones es de suma importancia para los ejecutivos de las empresas. Y en la elaboración de los anuncios de productos y mercancías, la utilización de esos conocimientos también está adquiriendo una gran importancia.

El posible uso de los conocimientos neurocientícos en el campo de batalla es más preocupante. Los ejércitos modernos están desarrollando ‘neuroarmas’ que pueden ir desde la eliminación de contenidos de la memoria hasta las armas neurotóxicas que pueden transformar los estados de ánimo, producir cambios psicológicos e incluso eliminar al enemigo. Recordemos lo sucedido en Chechenia el 26 de octubre del 2002, cuando las fuerzas rusas OSNAZ introdujeron un gas que mató tanto a terroristas como a rehenes en un teatro de Moscú.

Aparte de sus aplicaciones médicas, la neurotecnología está invadiendo otros terrenos, como las finanza, la mercadotecnia, la religión, la guerra o el arte. Estamos entrando en lo que Zack Lynch ha llamado 'la neurosociedad'.

Aún queda por conocer lo más importante

Aunque durante mucho tiempo el descubrimiento del genoma humano ha centrado la atención del público creando numerosas expectativas futuras, la neurociencia ha ido avanzando y despertando asimismo la impresión de que se avecinan importantes descubrimientos. Las técnicas de neuroimagen, los psicofármacos, las interfases entre el cerebro y las máquinas, las técnicas de estimulación cerebral, los implantes de células troncales en el cerebro o las posibilidades que se abren con la terapia génica están hoy en todos los medios de comunicación.

En algunos casos, las técnicas de neuroimagen han podido detectar idearios racistas, diferenciar contenidos falsos y verdaderos de la memoria o el contenido de algunos pensamientos. Aunque estos datos son aún muy preliminares, sin embargo ya nos están indicando por dónde se orientarán los próximos hallazgos en este campo cuando mejore la resolución espacial y temporal de las técnicas que hoy se utilizan.

A pesar de todos estos avances, no podemos olvidar lo que aún falta por saber. Hace ya siete años, once conocidos neurocientíficos alemanes publicaron un Manifiesto sobre el presente y el futuro de la investigación cerebral.

En él hablaban de tres niveles distintos: El nivel superior que explica la función de grandes áreas cerebrales; el nivel medio que describe lo que ocurre en las asociaciones de cientos o miles de células nerviosas en el cerebro; y el nivel inferior que abarca los procesos a nivel celular y molecular. Según estos neurocientíficos hemos avanzado significativamente en los niveles superior e inferior, pero no en el nivel medio, cuando precisamente son las asociaciones o redes neuronales la base de los procesos mentales.


Con qué reglas trabaja el cerebro; cómo refleja así el mundo, de manera que la percepción inmediata y la experiencia pasada se fundan; cómo la acción interna se vive como su acción y cómo planifica las acciones futuras, todo esto seguimos sin entenderlo más que en sus comienzos. Tampoco está claro, dicen los neurocientíficos alemanes, cómo podríamos investigarlo con los medios de que disponemos hoy.

Aparte de esto, queda por conocer lo más importante: cómo se pasa de las descargas neuronales a la consciencia; con otras palabras, cómo es el paso de lo objetivo a lo subjetivo, algo que se considera por muchos autores el problema más difícil en neurociencia. Es el antiguo enigma de la relación cerebro-mente.

Pero todo esto, como dije anteriormente, pertenece a lo que podíamos llamar la revolución neurocientífica objetiva, mientras que lo que, a mi juicio, es más relevante es lo que denomino revolución neurocientífica subjetiva, de la que trataremos a continuación.

Una cuarta humillación

Y digo que la revolución neurocientífica subjetiva es más relevante porque va a modificar de manera considerable la opinión que tenemos sobre el mundo que nos rodea y sobre nosotros mismos. El título de esta conferencia me vino a la mente cuando releí una pequeña obra de Sigmund Freud, el gran psicólogo vienés, titulada "Una dificultad del psicoanálisis", en la que Freud hizo la reflexión de que el ser humano había sufrido a lo largo de la historia tres humillaciones importantes en su amor propio.

La primera, la de Nicolás Copérnico en el siglo XVI, que había acabado con el geocentrismo, es decir, con la idea de que la tierra era el centro del universo y de la creación. La tierra no era más que un planeta, y no de los más importantes, del sol. Hoy esta idea no sólo está confirmada, sino que sabemos que el sol no es más que uno de los millones de soles que componen una de las muchas galaxias que existen, por lo que la importancia de la Tierra ha ido disminuyendo a pasos agigantados.


La segunda humillación provino del biólogo Charles Darwin en el s. XIX, con su teoría de la evolución, que sólo ponen en duda algunos grupúsculos cristianos creacionistas en USA. Aunque después de más de 150 años todavía hay personas que no han asumido lo que ella significa, o sea nuestra procedencia de animales que nos han precedido en la evolución. Esto significó sin duda un gran golpe a la idea de que éramos la perla de la creación divina, que habíamos sido creados de golpe por un soplo de la divinidad, como se dice en el Génesis. Con ello, la explicación de la Biblia pasó a ser lo que es: un mito o leyenda como muchas otras. (fuente de la imagen)


Para Freud, la tercera humillación vendría dada por su descubrimiento, que no fue tal
, del inconsciente. El inconsciente ya había sido descrito a lo largo del siglo XIX por varios médicos naturalistas románticos alemanes, pero Freud hizo de él el centro de sus estudios y le dio una importancia que otros no le habían dado. El resultado de esos estudios fue saber que la consciencia era sólo la punta de un iceberg, y que debajo del agua se encontraba una inmensa mayoría de funciones que, a pesar de ser inconscientes, gobernaban y dirigían la conducta humana. La tercera humillación, pues, era que el ser humano no era ni siquiera dueño de muchos de sus actos. Hoy se calcula que de todas las operaciones que el cerebro realiza, sólo una ínfima parte, un uno o dos por ciento, es consciente; el resto se lleva a cabo sin que sepamos que se está realizando. Con otras palabras: probablemente Freud se quedó corto.


A mi entender, nos aguarda una cuarta humillación, de la que hoy sólo vislumbramos su comienzo: la revolución neurocientífica que está poniendo en entredicho convicciones tan firmes como la existencia del yo, la realidad exterior o la voluntad libre.

Imagen por vía de Tendencias 21

Temas todos estos que tradicionalmente no han sido objeto de estudio por parte de las ciencias naturales, convencidos como estábamos que eran objeto de la teología, la filosofía o, como mucho, de la psicología. Pero que hoy sí que se cuentan entre los objetos de estudio de la neurociencia para darnos a entender que hemos estado equivocados hasta ahora cuando dábamos carta de naturaleza a determinados conceptos que muy posiblemente eran y siguen siendo fruto de nuestros deseos.

El ser humano no tiene, por ejemplo, ningún motivo para pensar en la continuidad de su persona, de su yo, que considera que es el mismo desde la cuna a la tumba, sabiendo que nada ni en su cuerpo ni en su alrededor tiene permanencia. Y, sin embargo, ¿quién nos va a convencer de que no existe ese yo que subjetivamente está tan presente como la propia realidad exterior?

Los órganos de los sentidos nos han engañado desde siempre y lo sabemos, como ya lo sabían los filósofos griegos de la naturaleza de las colonias jónicas en Asia Menor. La neurociencia moderna nos dice que ni los colores ni los olores, ni los gustos ni los sonidos existen en la naturaleza, sino que son creaciones del cerebro. Sin embargo, ¿quién no está convencido de que esas ‘proyecciones’ del cerebro no son tales y que las cualidades de los órganos de los sentidos son parte de la realidad que percibimos?

No obstante, ya en el pasado Descartes, por ejemplo, en el siglo XVII había dicho que las cualidades secundarias de las cosas, colores, sonidos, gustos, olores, etc., no existían fuera de nosotros, sino en nosotros como sujetos sintientes. Y el filósofo napolitano del siglo XVIII Giambattista Vico escribía en su libro "La antiquísima sabiduría de los italianos": “Si los sentidos son capacidades activas, de ahí se deduce que nosotros creamos los colores al ver, los gustos al gustar y los tonos al oír, así como el frío y el calor al tocar”.

Revisión del concepto de realidad

El filósofo inglés Charli Broad decía que el cerebro es como una válvula reductora que filtraba el inmenso caudal de datos que fluía desde los órganos de los sentidos al cerebro. Además, los propios órganos de los sentidos perciben sólo una pequeña parte de la realidad. Por eso, desde el punto de vista neurofisiológico, llamar realidad a lo que percibimos es completamente inadecuado y sin sentido.

Y el filósofo irlandés George Berkeley decía que sólo conocemos lo que percibimos, de manera que sus contemporáneos discutieron si cuando caía un árbol en el bosque y nadie estuviera presente para escucharlo haría algún ruido o no. Por lo que hoy sabemos, indudablemente no habría ningún ruido, ya que el sonido no es ninguna cualidad de la realidad absoluta, sino sólo de la nuestra.


La conclusión que podemos sacar de todo esto es que cuando hablamos de materia, del mundo material, parece que nos estamos refiriendo a una realidad subyacente, cuando de hecho nos referimos en gran parte a imágenes de nuestra mente.



En uno de los escritos filosóficos hindúes, el llamado Ashtavakra Gita se dice: “El mundo que de mí ha emanado, en mí se resuelve como la vasija en el barro, la ola en el océano y el brazalete de oro en el oro de que está compuesto”. Como es sabido, en los Vedas hindúes el mundo, así como el yo, son considerados maya, esto es, ilusión. Y los Vedas se remontan a unos 2.000 años antes de nuestra era.



Al parecer, la realidad es lo que ve nuestro cerebro. Pintura de Octavio Ocampo


En el Libro tibetano de la Gran Liberación, también llamado Bardo Thodol, encontramos la frase siguiente: “La materia se deriva de la mente o consciencia y no la mente o consciencia de la materia”.


Por cierto, en física cuántica se conoce que el acto de observar un fenómeno afecta a lo que se está observando, algo similar a lo que sabemos que hace el cerebro durante la percepción.

Uno de los escritores llamados constructivistas, Heinz von Foerster dice: “Objetividad es el delirio de un sujeto que piensa que observar se puede hacer sin él”. Este mismo autor llama la atención sobre el hecho de que tenemos unos cien millones de receptores sensoriales frente a unos diez billones de sinapsis en nuestro sistema nervioso, lo que interpreta como que somos 100.000 veces más receptivos a lo que ocurre dentro de nuestro cerebro que a las informaciones procedentes de los órganos de los sentidos.

El descubridor de la dietilamida del ácido lisérgico, LSD, Albert Hoffmann, fallecido hace sólo tres años a la edad de 102 años, decía: “Reconocí que todo mi mundo se basaba en mis vivencias subjetivas, que estaba dentro de mí y no fuera”.

El yo como cualidad emergente

Se han planteado tres argumentos a favor de que el yo es una construcción cerebral. En primer lugar, su ontogenia, o sea cuándo surge ese concepto en el desarrollo del ser humano. Al parecer, el niño no nace con ese concepto del yo, sino que se encuentra en la primera fase de su vida en un estado indiferenciado de fusión con el mundo, es decir, sin autoconsciencia. Es a partir de los dos años y medio o tres cuando surge esa impresión subjetiva de un yo propio que se diferencia del resto de la realidad y se enfrenta a ella. No deja de ser curioso que hablemos del yo y del mundo cuando ese yo es parte también de ese mundo.

En antropología se sabe que en comunidades humanas más primitivas se tenía una concepción de la persona o del yo esencialmente sociocéntrica, o sea ligada a la pertenencia al clan o a la tribu y, desde luego, mucho menos individualista que en nuestra cultura occidental. Algunos antropólogos consideran que el yo individualizado no es una idea innata, sino una noción que ha tenido un desarrollo histórico.

Entre los indios ojiwba, por ejemplo, una tribu de los algonquinos que todavía existe en algunas reservas, principalmente en Minnesota en Estados Unidos, el concepto que estos indios tenían de sí mismos no tenía nada que ver con el concepto occidental. No diferenciaban bien entre mito y realidad, entre ensueño y vigilia o entre humanos y animales.

El antropólogo Brian Morris es de la opinión que el yo en esencia es una abstracción y que se refiere más a un proceso que a una entidad. Mientras que el pensamiento occidental tiene un concepto del yo egocéntrico, en otras culturas este concepto es más sociocéntrico y en muchas de ellas el dualismo tradicional del yo frente al mundo está completamente difuminado.

Hay otro argumento que nos hace sospechar que el yo es una construcción cerebral. Para evitar que los ataques epilépticos que se producen en un hemisferio cerebral se propaguen al otro hemisferio por las fibras que los unen y que forman el cuerpo calloso, con 200 millones de fibras, algunos neurocirujanos seccionaron este cuerpo, generando así lo que se ha llamado pacientes con cerebro dividido o escindido que fueron estudiados intensamente sobre todo en Estados Unidos.

Aparte de muchos otros fenómenos, uno de los resultados más llamativos de esta operación fue que estos pacientes tenían pensamientos independientes en cada hemisferio. El investigador que recibió en 1961 el premio Nobel por estos estudios fue el psicólogo norteamericano Roger Sperry y que decía lo siguiente: “Cada hemisferio parece tener sus sensaciones separadas y privadas, sus propios conceptos y sus propios impulsos para la acción. La evidencia sugiere que dos consciencias van en paralelo en ambos hemisferios de estas personas con cerebro escindido”.

Como vemos, Sperry aceptaba la existencia en estos sujetos de dos consciencias, una en cada hemisferio, lo que sugiere que en condiciones normales estas dos consciencias aparecen como una sola, por la predominancia de una de ellas o por la fusión de ambas.

Neuronas (clikc para ampliar)

En algunos pacientes esta situación creaba enormes conflictos, como, por ejemplo, que la mano izquierda, controlada por un hemisferio, cometiese un error y la mano derecha intentase corregirlo, o lo que es peor, que una mano abriese un cajón y la otra intentase cerrarlo. La conclusión de estas observaciones fue que en estos pacientes existían dos personalidades distintas, dos yos, con dos consciencias diferentes que se expresaban no sólo en las acciones, sino también en los pensamientos. Otra conclusión importante fue que la consciencia del yo tenía que estar ligada a las funciones de la corteza cerebral.

Esta división del yo en dos no es necesario que se produzca en los pacientes con hemisferios separados por el cirujano, La psiquiatría sabe hace mucho tiempo de casos de desdoblamiento de personalidad, como la que se describe en la película “Psicosis” de Hitchcock.

También se conoce un trastorno de personalidad múltiple que se atribuye a una violación incestuosa en edad temprana de estos pacientes. Se ha supuesto que el shock emocional que supone ser violado o violada por una persona de la propia familia puede conducir, según algunos autores, a una excitación tan grande de la amígdala, una región perteneciente al sistema límbico o cerebro emocional, que lleve a una inhibición por ésta de distintas partes del hipocampo, otra región relacionada con la memoria, generando así personalidades múltiples e independientes.

Se ha planteado la hipótesis de que todos nacemos con el potencial de desarrollar múltiples personalidades, y en el curso de un desarrollo normal conseguimos más o menos consolidar un sentido integrado de la personalidad. Algo de eso debe haber, pues si observamos el comportamiento, por ejemplo, de adolescentes normales cuando se encuentran con sus padres, con su novio o novia o con sus compañeros de juerga estos comportamientos son tan distintos que parece que proceden de distintas personalidades.

Resumiendo todos estos hechos podríamos decir que el yo es una entidad que desarrolla el cerebro como cualidad emergente, entidad con la que no nacemos, sino que se desarrolla a partir de la maduración de estructuras corticales y en interacción con el entorno, dependiendo, por tanto, de la cultura en la que la persona se encuentra.

¿Qué pasa con la voluntad?

Sin duda, nuestra civilización occidental ha acentuado enormemente esta cualidad del yo, generando individuos especialmente poco sensibles a los intereses colectivos. Precisamente por ser algo individual, que nos diferencia de los demás, también nos separa de ellos.

Otro dato que amenaza con minar la imagen que tenemos de nosotros mismos es el tema de la voluntad libre. Los datos que hoy disponemos apuntan a que la libertad es una ilusión, una ficción cerebral. Nadie puede afirmar que estos datos sean definitivos, porque definitivo no hay nada en ciencia, pero los datos experimentales nos dicen que no somos libres de tomar decisiones cuando estamos ante la posibilidad de elegir entre varias opciones. Antes de que tengamos la impresión subjetiva de voluntad, el cerebro se ha puesto en marcha de manera inconsciente.

Experimentos realizados con modernas técnicas de imagen cerebral muestran que esa actividad inconsciente del cerebro precede a la impresión subjetiva de voluntad nada menos que en seis segundos. Y, sin embargo, de nuevo la impresión subjetiva de libertad es tan fuerte que pensamos que la interpretación de los resultados de estos experimentos no puede ser cierta.

Se suele decir que libertad es la capacidad de hacer lo contrario de lo que realmente hacemos. Pero esto no es otra cosa, a mi entender, que tener grados de libertad, o sea una gama de opciones entre las cuales elegimos una. Estos grados de libertad son mayores mientras más desarrollado sea el cerebro, de manera que los humanos tenemos más grados de libertad que otros mamíferos y éstos más que los anfibios, etc. Pero si confundimos la libertad con los grados de libertad entonces todos los animales son libres por tener distintas opciones en su conducta. Lo decisivo no es que tengamos posibilidades de elección, sino por qué y cómo elegimos lo que elegimos y no otra posibilidad.

La ciencia nos dice que el universo está sometido a leyes deterministas, por lo que el físico Albert Einstein se preguntaba que por qué el cerebro tenía que ser una excepción y fuese la única parte de la materia del universo que fuese libre y no determinada como el resto.

Hoy en día muchos filósofos llamados compatibilistas piensan que a pesar de estar determinados como el resto del universo, los humanos somos libres siempre y cuando nuestras acciones surjan de nosotros mismos. Aquí se olvida lo que había dicho Freud de los condicionamientos inconscientes que dirigen nuestra conducta. En psicología no se dice que seamos libres si nuestra conducta está guiada por motivaciones inconscientes sobre las que el llamado yo consciente no tiene ningún control.

No deja de ser curioso el hecho de que sepamos que no tenemos ningún control consciente sobre lo que almacenamos en la memoria y, sin embargo, no nos preocupe este hecho, cuando precisamente desde el punto de vista de la supervivencia la memoria es mucho más importante que la libertad.

La falta de libertad ya había sido planteada en el pasado por el filósofo holandés Baruch Spinoza que decía que los hombres se consideraban libres porque ignoraban las causas que determinaban sus acciones.

La importancia de estos resultados es evidente. La existencia o no de libertad, libre albedrío o voluntad libre es también de enorme importancia para otras disciplinas, por ejemplo para la religión, ya que sin libertad el ser humano no es culpable de pecado, concepto clave y fundamental para las tres religiones abrahámicas: judaísmo, cristianismo e islamismo.

En jurisprudencia y en psiquiatría forense, el tema de la libertad es de gran relevancia, dado que de ahí se derivan los conceptos de responsabilidad, imputabilidad y castigo para los que delinquen. Pero la libertad es también importante en ética, en filosofía social y política, en la filosofía de la mente, en metafísica, en la teoría del conocimiento, en la filosofía de las leyes, en la filosofía de la ciencia y en la filosofía de la religión.

El cerebro y la espiritualidad

Otro tema que está siendo estudiado por la neurociencia es el tema de la espiritualidad. Desde que es posible provocar experimentalmente experiencias espirituales, religiosas o místicas estimulando determinadas regiones del lóbulo temporal pertenecientes al sistema límbico o cerebro emocional, la neurociencia ha entrado en un tema que tradicionalmente ha pertenecido a la teología. Se habla hoy, a mi entender equivocadamente, de neuroteología para referirse a la búsqueda de la espiritualidad en el cerebro. Y digo que equivocadamente, porque teología significa etimológicamente un tratado de dios, como si ya se diese por sentado su existencia, algo que la neurociencia no hace.

Dar click para ampliar (fuente de la imagen)

Pero lo realmente revolucionario, a mi juicio, es el hecho de que la materia, como el cerebro, sea capaz de producir espiritualidad. De ahí que yo al cerebro le he llamado “espiriteria”, una contracción de espíritu y materia
. En cualquier caso, parece evidente que el concepto tradicional de ‘materia’ no debería ser aplicable al cerebro. Además, la separación dualista cartesiana entre espíritu y materia no tendría sentido.


Como vemos, en el pasado se consideraba inapropiado que la neurociencia se ocupase de las funciones mentales, antes llamadas funciones anímicas, o sea del alma, como lo está haciendo ahora. Hoy estamos al comienzo de un derribo sistemático de conceptos que, algunos de ellos, son pilares en los que se asienta nada menos que gran parte de nuestra cultura occidental.

De ahí que piense que se avecina una nueva humillación del ser humano, una revolución protagonizada por los resultados de la neurociencia. De nuevo, una ciencia está a punto de abrirnos los ojos a realidades que nada tienen que ver con las que hemos vivido durante siglos: éstas han sido producto de nuestro cerebro y las realidades que las sustituyan también lo serán. Pero ahora, soñar con una realidad independiente del cerebro humano será posible pero no real.

Nos llama la atención el progreso objetivo de la neurociencia, como el papel de la genética en varios trastornos mentales, los estudios de biología molecular que nos han explicado cómo determinados genes pueden llevar a producir síntomas clínicos. Admiramos los descubrimientos que muestran la producción de nuevas neuronas en el hipocampo, o los mecanismos moleculares asociados a la memoria y al aprendizaje. Hemos descubierto neuronas que son la base de la empatía, probablemente también del lenguaje y de la moralidad, como las neuronas espejo, pero los temas que he mencionado en relación con la revolución subjetiva van más allá porque van a cambiar la imagen que tenemos del mundo y de nosotros mismos. Las humanidades, junto con la neurociencia, tendrán que colaborar para diseñar una nueva imagen del ser humano que, sin duda, será distinta a la que hoy conocemos.

En suma: estamos ante una auténtica revolución de nuestras ideas: una revolución neurocientífica.

Fuente: Tendencias21

jueves, 4 de agosto de 2011

"El secreto de la felicidad es darse cuenta que la vida es horrible, horrible, horrible." Bertrand Russell



"Cuando llegue la hora de mi muerte, no sentiré haber vivido en vano. Habré visto los crepúsculos rojos de la tarde, el rocío de la mañana y la nieve brillando bajo los rayos del sol universal; habré olido la lluvia después de la sequía y habré oído el Atlántico tormentoso batir contra las costas graníticas de Cornualles."
Ciencia Valores y Sociedad


Cualquier sistema moral que tenga una base teológica se convierte en unos de los instrumentos a través de los cuales los poderosos conservan la autoridad y dañan el vigor intelectual de los jóvenes."

"Tres pasiones, simples pero abrumadoramente fuertes, han gobernado mi vida: el anhelo de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad."
De su Autobiografía.

"El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía va por la vida prisionero de los prejuicios que se derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país."

Los Problemas de la Filosofía


(versión de La Tortuga)

1) Un joven inquieto e inteligente cuyas ideas y aspiraciones no son aceptables en su pueblo, pueden ser de lo más normal en otro sitio. Encuentra ese lugar, y vete.

2) Luchar contra opiniones contrarias es muy duro. Si puedes aceptar los prejuicios, ideas y costumbres de tu entorno, hazlo; serás feliz fácilmente.

3) Si no puedes aceptar los prejuicios, ideas y costumbres de tu entorno, procura que tu independencia no parezca ni una provocación ni una crítica. Si te toman por un excéntrico simpático, tendrás menos problemas.

4) Sé prudente con la opinión pública, pero no demuestres tenerle miedo.

5) Es posible que no seas tan altruista como te crees. Disfrazar de nobleza las bajas emociones es un método común para poder tenerlas sin pasar vergüenza.

6) Si tus méritos no son reconocidos, piensa que tus críticos pueden tener razón.

7) Si eres un incomprendido y persistes, tu actitud es heroica y haces muy bien.

8) Si te empeñas por vanidad o capricho, estás haciendo el ridículo. Es mejor que cambies a otra actividad que te encaje mejor.

9) Es prácticamente imposible distinguir entre las dos posibilidades.

(Guía orientativa: si la aceptación, la notoriedad y el aplauso son para ti muy importantes, aplícate el consejo 8. Si lo que de verdad te importa es expresar lo que hay en ti, puedes aplicarte el 7. Pero ten cuidado, no te engañes).

sábado, 9 de octubre de 2010

40 Verdades acerca del cerebro (o cómete 2 plátanos), 2 da. parte.

Por muchos años, todo el saber acumulado con respecto al funcionamiento del cerebro se mezcló y fundió con creencias populares de la sociedad. La ciencia, tiempo después, a través de investigaciones neurológicas ha ido expulsando los mitos engendrados por aquellos primeros conocimientos pero, estas actualizaciones del conocimiento del cerebro siguen estando dentro del espacio científico y no han trascendido al común de las gentes, más bien las mentiras siguen extendiéndose, alimentando una y otra vez ideas o "saberes" completamente falsos. Confieso me ha fascinado y divertido leer y publicar este artículo; gracias a la lectura de cada tip aclaré cosas de mi cerebro... te invito también a hacerlo pues estoy segura que en algunas o muchas de las "verdades" dirás "¡guao!", como yo.



En el año 2008, el Dr. Van J. Wedeen, experto del Hospital General de Massachusetts (EEUU), descubrió que el cerebro está compuesto apróximadamente por 400 pequeños órganos neuronales, conectados a su vez con otros cinco, y dentro de este complejo sistema todas las conexiones se entrecruzan. Es decir, que a pesar de las continuas investigaciones, el cerebro humano continúa siendo una incógnita.

Neuroimágen del cerebro realizada con una nueva técnica creada por el científico neurológo Van Wedeen, obtenida a través de resonancia magnética. Aquí, un cerebro humano vivo, mostrando una reconstrucción completa. Las fibras rojas en el centro y en la parte inferior izquierda forman parte del corpus calloso, el cual conecta las dos mitades del cerebro. De http://www.technologyreview.com/es/read_article.aspx?id=575


A continuación, la segunda parte del artículo "Mentiras y verdades del cerebro", publicado en este blog, el 27 de septiembre de 2010 y que forma parte del listado "40 verdades acerca del cerebro" que representan un viaje hacia el interior de nuestras falsas creencias, para con el órgano que nos permite pensar, planificar, amar, doler y soñar día a día.



40 VERDADES


1.
Cuando logras algo tu fuerza de voluntad aumenta porque esta capacidad es como un músculo que puede entrenarse. Si tienes que hacer algo que necesite autocontrol, no tendrás que hacerlo por segunda vez con el mismo vigor que pusiste en la primera ocasión, y esto funciona aún dentro de actividades diferentes (ser capaz de subir a un árbol muy alto o querer dejar de hacer algo que te molesta). La fuerza de voluntad actúa como una reserva de energía que podemos fortificar con la práctica, aunada a la disciplina. Esta última facultad es un motor que incrementa la fuerza de voluntad.

2. Hay que hacer ejercicio físico en la vejez, ya que permite al oxígeno y a la glucosa seguir fluyendo al envejecer, sobretodo si se practica regularmente pues, aumentan las funciones cerebrales en aquellas personas que podamos tener dificultades en problemas de planificación y pensamiento abstracto. No hay salida, es igual para todos: la corteza frontal se reduce con la edad.

3. Somos capaces de sintonizar sonidos pero nos resulta muy difícil usar el celular en sitios ruidosos, aunque taponemos uno de nuestros oídos con un dedo, no funciona. Lo que debemos hacer es tapar el micrófono del teléfono y escucharemos mucho mejor debido a que el cerebro aprovecha su capacidad para separar las señales que le llegan desde distintos sitios.

4. El cerebro hace que nos desplacemos por el espacio como un navegador automáticamente, sin que nos demos cuenta; una Pc no puede puede distinguir objetos visualmente e identificar voces en una fiesta, nuestro navegador cerebral sí.

5. Nuestras reacciones suceden antes de pensar. En experimentos realizados, se le ha pedido a un grupo de personas reaccionar a un estímulo visual, y éstas han señalado tener conciencia del estímulo medio segundo después de comenzar a reaccionar. La conciencia trabaja como un intérprete que nos informa recapitulando sobre nuestras actuaciones en el mundo.

6. Ante los problemas tomamos sendas cortas pero nos equivocamos. Nuestro cerebro acostumbra a buscar de inmediato respuestas apropiadas para no perder tiempo en encontrar la solución perfecta pues, damos muchas cosas por sentadas. "Responda al siguiente problema lo más rápidamente que pueda, sin hacer las operaciones matemáticas: una raqueta y una pelota cuestan 1,10 euros. La raqueta cuesta un euro más que la pelota. ¿Cuánto cuesta la pelota? Es posible que haya dicho 0,10 euros, pero la respuesta correcta es 0,5 euros."

7. Ningún testigo presencial es de fiar. Nuestro cerebro se despoja de gran parte de la información proveniente del exterior al comprobar que carece de novedad. Cada uno de nosotros creemos que vemos y recordamos con más detalles de lo que realmente nuestro cerebro puede observar y rememorar.

8. Nuestro cerebro no siempre usa la lógica para explicar los eventos que presenciamos, puesto que generalmente interpretamos lo vivido de acuerdo a unas reglas generales fáciles de aplicar, pero no por ello sensatas o de acuerdo al sentido común. Realizar un análisis tranquilo y pormenorizado requiere muchísimo esfuerzo; este tipo de pensamiento es idóneo para realizar cálculos matemáticos o armar rompecabezas.

9. Nunca vemos el futuro en forma realista. Al pensar cómo estaremos en el futuro imaginamos detalles poco prudentes descuidando otros, posiblemente importantes. Tendemos, en la misma medida "a pasar por alto tanto dificultades como oportunidades cuando planificamos nuestras vidas."

10. En cuestión de energía sólo consumimos el equivalente a dos plátanos. El vatio es la unidad de potencia con que puede medirse todo el gasto de energía y nuestro cerebro usa solamente 12 vatios. Gastamos menos energía que la bombilla de la nevera, pero podemos hacer mucho más aunque diariamente utilicemos el equivalente a la energía contenida en dos plátanos grandes. No es mucha fuerza más, es bastante en relación a la cantidad de energía de todo el cuerpo, esto es, unos 70 vatios.

11. Tenemos una especie de reloj interno que tarda en sintonizarse al hacer largos recorridos en avión, hacia el este o el oeste. Dicho reloj no se pone "a la hora" si nos mantenemos despiertos, en cambio, la luz fija el reloj interno según la hora que el cerebro calcule. Al llegar a nuestro destino, casi siempre es por la tarde cuando el reloj cerebral se pone en la hora adecuada debido a la luz, ya sea que estemos en el oeste o el este. Atravesar muchas zonas horarias más de dos veces al mes es peligroso para la salud debido a que podemos sufrir daño cerebral y problemas de memoria por las hormonas del estrés, probablemente.

12. Siempre que recordamos algo, hacemos "borrón y cuenta nueva" reescribiendo el recuerdo. Debido a ello recordamos cosas que en realidad no ocurrieron nunca. Esta es la explicación del por qué distintas personas que han vivido un mismo hecho, cada una lo recuerda de modo bien distinto. Recordar el punto 7 de esta lista.

13. La tensión crónica nos hace perder la memoria, en cambio una excitación emocional no permanente permite acumular detalles valiosos dentro de la memoria de largo plazo. Cuando estamos en tensión nerviosa activamos la secreción de un tipo de hormonas que actúan sobre el hipocampo y la amígdala para reforzar la memoria, en cambio, estar en tensión permanente puede dañar el hipocampo y producir pérdidas duraderas en la memoria.

14. El cerebro no distingue el sabor del azúcar. A los ratones de laboratorio la Coca Cola Light no les sabe dulce pues el ingrediente para endulzarla (el aspartamo) actúa al reaccionar con las papilas gustativas de la lengua sensibles al dulzor, mensaje que recibe el cerebro. Pero las papilas de los ratones reaccionan sólo al azúcar y a la sacarina, pero no al aspartamo.

15. Comer picante puede hacer sudar pero no por ello da calor. El receptor gustativo que identifica la capsicina (compuesto químico del picante) detecta también las temperaturas elevadas. Razón por la cual los alimentos con especies fuertes producen sudor. En todo el cuerpo están repartidos las terminaciones nerviosas sensibles a la capsicina, y cualquiera puede comprobarlo tocándose los ojos con los dedos después de haber tocado algo picante.

16. Estornudar después de un orgasmo es un “fallo” cerebral. Les pasa bastante a muchas personas y la razón es por causa de las ramificaciones cerebrales; una maraña intrincadísima que puede llevar a que extraños cruces de cables produzcan movimientos reflejos diferentes. También le sucede a una de cada cuatro personas que miran una luz resplandeciente -ej. el sol- y estornudan. Tengo dos familiares que estornudan con el sol.

17. Nadie puede hacerse cosquillas a sí mismo. Nuestro propio cerebro predice lo que cada uno de nosotros va a sentir en respuesta a nuestras propias acciones. Podemos aprovechar esta facultad del cerebro para defendernos de quien nos haga cosquillas: basta con ponerle una mano encima de la mano de quien nos cosquillea.

18. Los bebés desconectan las conexiones neuronales que no usan. En general, descartan las que no se usan lo suficiente en los dos primeros años de vida. "Si el cerebro fuera un rosal, las experiencias del mundo exterior serían la técnica que se utilizaría para podar, no el fertilizante."

19. Quien sufre abusos durante la infancia es más vulnerable al estrés. Se ha descubierto en experimentos con ratas que una buena crianza las vuelve adultas menos vulnerables al estrés por que se reduce la intensidad de las respuestas de su "sistema de hormonas del estrés". Una mala crianza aumenta el riesgo de depresión, ansiedad, obesidad, diabetes, hipertensión, dolencias cardiacas, etc. (Yo digo que no es necesario observar a las ratas para darse cuenta).

20. La niñez es la mejor etapa para aprender un idioma. Los niños pequeños reconocen los sonidos de todos los idiomas pero, a partir de los 2 años de edad sus cerebros comienzan a encontrar dificultades para diferenciar sonidos no habituales en su lengua materna.

21. Los adolescentes están “equipados” para comportarse bien. En la adolescencia hay una mejora en la planificación y organización del comportamiento, también en la inhibición de las reacciones, la capacidad de atención, la memoria y el autocontrol emocional. Probablemente se debe por las conexiones en la corteza cerebral prefrontal, importantes para la regulación del comportamiento, las cuales siguen desarrollándose hasta los 20 años de edad.



22. Aunque no lo creas, el envejecimiento del cerebro nos hace más felices. Al envejecer tenemos una mejoría con respecto a los pensamientos negativos y podemos controlar mejor las emociones. Esto puede explicar por qué las personas mayores tienden a ser más felices que las jóvenes.

23. Con los videojuegos mejoramos las funciones cerebrales. Se observó que estudiantes universitarios asiduos a los videojuegos son más competentes en registrar más objetos dentro de un estímulo visual muy corto, reelaboran la información mucho más rápido, reconocen más objetos de una sola vez y pueden pasar a otro tipo de tarea con mayor facilidad, en contraposición a los que no juegan.

24. No se puede memorizar de una sola vez los contenidos para un examen, ya que retenemos la información por más tiempo si descansamos entre sucesivos turnos de estudio. Dos tandas separadas de estudio facilita el asimilar doblemente los conocimientos.

25. Sí se renuevan las neuronas en la edad adulta. Las neuronas nacen en el bulbo olfativo -el que procesa los olores-, y en el hipocampo, importante para la memoria. El ejercicio o el aprendizaje mejoran la supervivencia de estas neuronas. Así que no te duermas.

26. Elegir no es su fuerte. Las personas tienden a sentirse más satisfechas con las decisiones tomadas y elegidas entre pocas alternativas, que cuando tienen muchas opciones. Tener que hacer muchas comparaciones puede reducir la sensación de satisfacción, esto lleva a lamentar no haber elegido las alternativas despreciadas.

27. La depresión moderada se cura sin pastillas. Al terminar el día pueden ponerse por escrito tres cosas buenas que hayan ocurrido y una breve exposición de las circunstancias que han propiciado cada una de ellas. Este ejercicio aumenta la sensación de felicidad y aminora los síntomas de depresión moderada en un plazo de pocas semanas.

28. El amor es una droga. Las regiones del cerebro que causan las drogadicciones también reaccionan a estímulos positivos naturales como el amor. Estas regiones ayudan a los animales a establecer vínculos con sus iguales –lo que puede explicar las razones de su existencia–, a pesar de los daños colaterales que causa una adicción.

29. Los orgasmos nos hacen ser más confiados. La oxitocina, una hormona liberada durante el orgasmo, hace aumentar la confianza entre las personas en las relaciones sociales. Personas a las que se les suministró oxitocina pulverizada por vía nasal presentaron dos veces más probabilidades de entregar dinero a otra persona que las que no recibieron el tratamiento, lo que da a entender que la experimentación de orgasmos puede influir en la toma de decisiones. (Esto me dio risa).

30. Los hermanos pequeños tienen más probabilidades de ser homosexuales. De hecho, tener un hermano mayor es el factor conocido que puede predecir mejor la homosexualidad. La presencia de un feto masculino puede hacer que las mujeres embarazadas produzcan anticuerpos contra algunas moléculas que determinan la orientación sexual. En embarazos posteriores el anticuerpo podría inhibir esta molécula. (guao)

31. El cerebro de las mujeres las traiciona en matemáticas. En muchos países existe el tópico de "las chicas no son muy buenas en matemáticas". Las niñas tienen peor rendimiento en los exámenes si antes de hacerlo les piden que indiquen su género. Sin embargo, obtienen un mejor resultado si antes del examen escuchan una conferencia sobre matemáticas famosas o si les recuerdan que son buenas estudiantes. (Interesante, me lleva a sospechar..)

32. Los hombres y las mujeres se orientan en el espacio de manera diferente. Las mujeres dependen más de puntos de referencia para navegar, y muchas suelen dar indicaciones del tipo “gira a la izquierda en la fuente y busca la casa roja”.
En cambio, los hombres identifican la dirección correcta a partir de un mapa mental del espacio: “Siga hacia el este un kilómetro y luego gire en dirección norte”. Sin embargo, las mujeres recuerdan el lugar de los objetos más fácilmente que los hombres. (Ahora lo entiendo).

33. Somos cada vez más inteligentes. En muchos países industrailizados las puntuaciones medias en las pruebas de inteligencia han aumentado entre tres y ocho puntos por década en el siglo XX. El hecho no se debe a la evolución sino a la mejora de las condiciones de vida de los niños económicamente más desfavorecidos. (A pesar de ello seguimos destruyendo el planeta)

34. Ciertos circuitos cerebrales se han especializado en la imitación. Tales circuitos pueden ser importantes para los sentimientos de identificación o empatía. Las llamadas «neuronas especulares» se activan cuando el animal realiza una acción como por ejemplo, asir firmemente su comida, o cuando ve a otro animal realizar esa misma acción. (Este punto me hace recordar el pánico en las masas y la generación de ciertos grupos sociales unidos por una idea común, cuestión de "neuronas especulares").

35. Algunos daños ocasionados por derrames cerebrales pueden evitarse. Podemos librarnos de daños a largo plazo por un derrame cerebral si acudimos a un hospital en un lapso de pocas horas al sentir los siguientes síntomas: entumecimiento de gran parte del cuerpo, incapacidad repentina para hablar o mover alguna extremidad. (Estaré pendiente).

36. Los espejismos pueden producir visiones debido a un trastorno en el funcionamiento del cerebro. La privación o insuficiencia de oxígeno en los lóbulos temporal y parietal de la corteza cerebral puede ocasionar en los montañistas que vean a su lado personas desconocidas u observen una luz emitida por ellos mismos o de origen deconocido, tambien, el sentir miedo de forma repentina. (Que no se me olvide, que no se me olvide).

37. Muchos “poseídos” son en realidad, enfermos cerebrales. Actualmente se sabe que casi todas las personas "embrujadas" de tiempos pasados eran objeto de enfermedades neurológicas tales como la esquizofrenia o epilepsia.

38. Al amputar una extremidad, los pacientes pueden sentir la presencia de una “extremidad fantasma”. La razón es por que el cerebro tiene registrado un mapa del cuerpo y tarda un tiempo en asimilar que desaparezca la representación mental de la extremidad perdida.

39. El dolor está en el cerebro y es controlable. La actividad cerebral es la que determina totalmente la sensación de dolor y su intensidad. Los científicos intentan emplear imagenes del cerebro y técnicas de retroalimentación para enseñar a las personas a activar por su propia cuenta las zonas del cerebro que controlan el dolor. En un experimento se logró que el cerebro de un experto en meditación inhibiera su respuesta al pinchazo de una aguja en la mejilla; este método podría emplearse para que los enfermos de dolor crónico reduzcan la sensación de malestar activando voluntariamente el efecto placebo.

40. Los investigadores científicos trabajan en diseños de prótesis de brazos para ayudar a pacientes con parálisis casi total. Gracias a monitoreos de la actividad cerebral los científicos infieren cuál es el movimiento que quieren reproducir, y usan esta información para guiar un brazo artificial ...

miércoles, 6 de octubre de 2010

Aún nos quedamos sin entender nada

A pesar de lo real que es este Argumento,
el hombre siempre se queda sin entender nada,
tanto antes de haberlo escuchado como tras haberlo escuchado;

Puesto que aún cuando todas las cosas terminan ocurriendo de acuerdo con
este Argumento,
los hombres se comportan como ignorantes o inexpertos cada vez que acometen o
experimentan
tanto palabras como acciones,

mientras que yo, por mi parte, hago patentes tales palabras y cosas
separando cada una de ellas de acuerdo con su real constitución
para mostrar luego como es;

En cuanto al resto de los hombres,
ellos no caen en cuenta de lo que hacen tras despertarse
así como se olvidan de lo que hacen mientras duermen.

Heráclito, Fr. 1
(- 544 a - 484)

lunes, 27 de septiembre de 2010

Mentiras y verdades sobre el cerebro,1ra Parte



Sandra Aamodt y Sam Wang, neurólogos norteamericanos, se dedicaron a investigar las falsas creencias existentes acerca del órgano más fascinante de nuestro cuerpo, publicando los resultados en el libro "Entra en tu cerebro". A continuación, algunas de las mentiras más divulgadas en todo el mundo con respecto a este importante instrumento del sistema nervioso. Posteriormente, en una segunda entrega publicaremos 40 verdades acerca de la mal llamada "maquina de pensar", dilucidadas por estos dos científicos.

Sandra Aamodt se graduó en la Universidad de Rochester, obtuvo un Phd. en neurociencias en la Universidad de Yale, y fue editora jefe de la revista Nature Neuroscience. Samuel Wang es profesor asociado de biología molecular y neurociencia en la Universidad de Princeton; posee un doctorado en neurociencia de la Universidad de Stanford, California, y entre otras cosas, desarrolló un nuevo método para entender los sondeos previos a las elecciones presidenciales.

10 MENTIRAS

1. Tomar alcohol no destruye las neuronas, pero beber en exceso a lo largo de toda la vida hace que el cerebro se haga más pequeño, más, esto puede revertirse. Incluso, investigadores han descubierto que tomar dos vasos semanales de vino tinto o hasta tres copas diarias minimiza la posibilidad de derrames cerebrales.

2. La hipnosis no quita la amnesia ni tampoco un fuerte golpe en la cabeza, con respecto a la neurocirugía ha sucedido el que produzca la pérdida de la memoria.

3. El hemisferio izquierdo no es el lado "racional". En esta zona se ubican los centros del habla, el reconocimiento de la escritura, los números, las matemáticas y la lógica, sin embargo ello no significa que sea el lugar que se ocupa de la razón. El cerebro si no le encuentra sentido a algo, inventa una explicación aceptable.

4. Las mujeres no tienen estados de ánimos más inestables que el de los hombres. Ambos géneros tienen la tendencia a acordarse mucho más de los cambios emocionales de ellas.

5. El cerebro no es como una computadora. Tiene funciones que han progresado por selección natural a través de millones de años, y las mismas se originaron con una finalidad en particular para después adecuarse a otros fines, incluso el cerebro puede funcionar bien aún teniendo un daño cerebral, en cambio una computadora es hecha para un fin y si se daña.. deberás ir a una tienda o buscarte a un técnico.

6. Los ciegos no tienen mejor oído que las personas videntes, lo que sí poseen es una destacada memoria, ya sea en el lenguaje o para ubicar sonidos débiles. Estas aptitudes les sirven como ayuda para distinguir lo que hay a su alrededor.

7. Si un bebé escucha a Mozart no se vuelve más inteligente. Tal afirmación es una ficción emanada de un estudio hecho por universitarios, quienes se percataron que Mozart genera un efecto de mayor atención de sólo media hora. Aprender a tocar un instrumento musical sí incrementa la inteligencia espacial.

8. Las vacunas no producen autismo. Cuando se eliminó el ingrediente de aquellas vacunas que se pensaba producían este síndrome, no bajaron los índices de autismo en los países donde se efectuaron los cambios en las vacunas.

9. Los pliegues del cerebro no tiene nada que ver con la inteligencia, están vinculados con el tamaño del cerebro. No existe un centro del cerebro donde resida eso que llamamos inteligencia.

10. No usamos sólo el 10% del cerebro. Tal afirmación surgió en EE. UU. con Dale Carneige, un escritor de libros de autoayuda que no tenía nada de científico. Semejante dislate se debió a que Carneige refirió erróneamente un fragmento del psicólogo William James, el cual dijo que tan sólo empleamos una pequeña porción dentro de la gran capacidad poseída por el cerebro. Esta mentira es la más extendida en el mundo. “De ser así, al remover un 90%, no deberíamos observar cambios. Es decir, funcionaríamos con 140 gramos de cerebro, casi como el de una oveja”, explica Facundo Manes, director del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.