lunes, 20 de septiembre de 2010

Pareces loco

Antiguo tarot italiano

Según Jean Chevalier y Alain Gheerbrant, “Diccionario de Símbolos” (un excelente dicc. en su especie) en el tarot, dentro de los arcanos mayores el loco tiene nombre más no tiene número, es decir, carece de lugar determinado, la razón de ello es porque puede afectar a todos los demás arcanos. Los autores citados agregan que el loco, “viajero errante”, puede decir con impunidad lo que sea, pues él está mas allá de las reglas sociales; añaden que para el loco nada es seguro y que su existencia nos hace recordar que en nosotros siempre pervive un lugar donde no se respeta reglas.

“..cuando la piedra oprima tu carne temerosa..”

Según M. Foucault (“Historia de la Locura”, página 20-32), hasta la segunda mitad del siglo XV, la peste y las guerras advertían el fin del mundo, el tema de la muerte amenazaba todos los órdenes y su presencia penetraba la médula de la tierra. La fatalidad y el horror marcaban los límites de su descarnada aparición, y la continua manifestación de esta, se convirtió en el descubrimiento de una necesidad, cuyo contenido contrajo todos los destinos al vacío. La vida llegaba a su término y la locura de los hombres radicaba en no advertirlo, por ello se hizo obligatorio aproximarlos a la sensatez por medio del espectáculo de la muerte.

Triunfo de la Muerte, Pieter Brueguel.

Hacia finales de este siglo, un movimiento sobre sí mismo ocurrió en las entrañas de esta angustia. La interiorización de la risa descarada de la muerte junto con su horror dio paso a la ironía incesante, y el rictus de la muerte se volvió gesto continuo y constante de la vida. La muerte quedó despojada de sus amenazantes significaciones y se hizo cómica, fue domesticada. Esta destrucción simbólica no fue nada puesto que la misma existencia era sólo vanidad. Inusitadamente, apareció un nuevo motivo en la literatura y en las imágenes de la época: la figura de La Nave de los Locos; el loco se convirtió en un personaje de importancia, unido a todas las grandes experiencias del Renacimiento. “Burlarse de la locura sustituyó el burlarse de la muerte seria.. el loco llega a ocupar un lugar relevante, en su ambigüedad: Amenaza y cosa ridícula, vertiginosa sinrazón del mundo -de la cual nadie es culpable pero que arrastra a todos los hombres..”

Tabla satírica de un tríptico flamenco.


“La razón de la sinrazón que a mi razón se hace..”

Blaise Pascal al afirmar que “los hombres están tan necesariamente locos, que sería estar loco, con otra clase de locura el no ser loco”, nos hace ver la imposibilidad de constatar cualquier sentido debido a la inestabilidad del conocimiento. Este desequilibrio se deriva necesariamente, de las mismas estructuras cognoscitivas del hombre. Y no es que, toda la realidad sea, por sí misma incognoscible sino más bien es, que el sujeto no puede conocer al objeto, ya que la razón y los sentidos carecen cada uno de honestidad, se timan recíprocamente el uno al otro: Los sentidos engañan a la razón con falsas apariencias, y este mismo fraude que hacen a la razón, lo reciben de ella a su vez; ésta se toma la revancha. Es por esto, que los “sentidos” presentados por el mundo existente encubren muchos otros sinsentidos y que lo absurdo está allí, recluido, gritando en la misma prisión en donde pena el “sentido”, confundiéndose con él. De este modo, el orden imperante es “insensato” pues, si existe lógica en la existencia de los hombres, esta es la lógica del absurdo. De nuevo Pascal, “el sentido desde que lo hay no es suficiente”.

Pieter Bruegel
Combate entre el Carnaval y la Cuaresma, (detalle)


Durante los últimos años del siglo XV y gran parte del siglo XVI, estar loco, -con o sin motivo- es parte del juego de las semejanzas, existente en la época ya que en este período, la locura se convierte en una forma relativa de la razón. Es decir, razón y desatino entran en un perpetuo intercambio de roles, y se hermanan a través de un vínculo reversible, el cual produce “que toda locura tenga su razón, la cual la juzga y somete, y toda su razón su locura, en la cual se encuentra su verdad irrisoria”. Cada una proporciona la dimensión de la otra, y en ese ejercicio de mutua alusión, ambas se rechazan y al mismo tiempo, se fusionan la una en la otra, de tal modo que se puede hacer "locuras" sin estar loco y/o, al estar loco, actúar conforme a la razón de la locura y con ello re-doblar a la locura misma. Duplicidad de lo real.

Ahora bien, si la locura subyace en el interior de todos los seres, es debido a que lo que trasluce la verdad en su apariencia no es su propia imagen, sino una atroz contradicción subyacente en la misma facultad de discernir, absurdo muy bien expuesto en este pensamiento pascaliano:

“No hay nada tan conforme a la razón como esta desaprobación de la razón”