No soy de los más antiguos que a las Indias pasaron. Mi nombre es Ulloa e ha mucho tiempo que estoy acá. Embarqué a destas tierras de árboles muy verdes e temperamento suavísimo hasta llegar hacia la parte del valle de los toromaynas, ciudad fundada como Santiago de León de Caracas. Mi corazón, obligado a la aventura, puso empeño en fisgar con propios ojos, las meravillas del Nuevo Mundo e más que del oro, encontré muchas juglarías para contarle, a cambio de recebir los favores que pretendo de vuesarced.
Un viejo soldado del Conquistador Losada llamado López me dixo, que en llegando con tropas al Valle de la Sierra Grande Guararia Repano, acamparon en riberas del Catuche por miedo a indios envenenadores de ríos. Yendo a buscar desta agua, él i un jinete que mientan Martínez el castizo, encantados con guacamayos i dementes monos araguatos e persiguiéndolos, fueron dar lejos de sus compañeros.
Al otro lado de la aguada detrás de un montecillo, tres toromaynas de recios i fornidos cuerpos e una hembra dentrambos, yban sin descubrir a los fijodalgos. El primer día dencontrados cada quisque quedaron quietos, e todos vidos a los ojos; los indios atentos a disparos e los jinetes a flechas alevosas. Los xripstianos non fizieron cosa querellosa contra dellos al dar la cuenta que los infieles eran más curiosos que fieros e con sonrisas dulcísimas como frutos del valle, los nativos lograron provecho de los caballeros. La indiana, desnuda en pecho ojeó templada a los xripstianos, pero a Martínez enclavó con ojos negros igual a noches graves e lindas de Guararia.
Sin moverse, largo tiempo pasó desto, miránse unos i otros, entonces los indios comenzaron facer a ellos gestos. Con mano cóncava una, e la otra hacía de sacar hacia arriba algo desta, después señalan la aguada i tócanse el hombro. Los soldados entendieron en primeras, aviso de no tomar líquido por ser envenenado, más fue l’alma del castizo lo emponzoñado. A poco pensar supieron las señas desa raza, querían yevarse aguas en grandes vasijas a lados arribeños de Guararia, dizque montaña sacra. Ansí, al querto día de semana por un mes, Martínez tuvo nescessidad de aquestos seres en la ribera, i mucho caminaba para encontrarlos i mirarse quietos un rato, luego los indianos hacían mesmos gestos i con el río en hombros marchabanse. Un día, más cerca dellos, el castizo diose cuenta que la india non facia gesto igual que en primeras veces; la toromayna, después de encuencar su mano e simular recoger algo del fondo de su palma con los dedos, en vez de apuntar al río señaló los ojos del, en vez de tocar su hombro tocóse los labios della.
Martínez, cogido en fuegos enantes ausentes vido a Gauraria Repano e corrió trastornado en mientes con la hembra, e perdido muy adentro de la sierra prendió la lengua desta moza e fizola suya. Non sabía que destos hijos nacería en el valle raza nueva de ojos garzos e morena.
..nunca jamás súpose dellos…
El gobernador Don Juan de Pimentel asegura que Santiago de león de Caracas está fundada en una comarca que se llama Toromaynas, porque los naturales que en ella viven se llaman así y dicen que en tiempos pasados, según se ha podido averiguar, vinieron de otra comarca, donde ellos eran naturales, que se llamaba Toromayna, y éste nombre es propio de un pájaro que en su canto parece que dice mayma, y el nombre general de estos pájaros es toro, y es como si dijesen: pájaro que canta mayma
El conquistador Gabriel del Avila que por tener encomienda en la sierra Guararia Repano le quitará el nombre indiano de Guararia Repano para darle el suyo propio 'del Avila'
* Las crónicas de Ulloa, Amerindia Castro © todos los derechos reservados.
Este relato fue un intento de reunir en una sola página formas de enunciación
del español antiguo que en lo real tardaron siglos.
Un viejo soldado del Conquistador Losada llamado López me dixo, que en llegando con tropas al Valle de la Sierra Grande Guararia Repano, acamparon en riberas del Catuche por miedo a indios envenenadores de ríos. Yendo a buscar desta agua, él i un jinete que mientan Martínez el castizo, encantados con guacamayos i dementes monos araguatos e persiguiéndolos, fueron dar lejos de sus compañeros.
Al otro lado de la aguada detrás de un montecillo, tres toromaynas de recios i fornidos cuerpos e una hembra dentrambos, yban sin descubrir a los fijodalgos. El primer día dencontrados cada quisque quedaron quietos, e todos vidos a los ojos; los indios atentos a disparos e los jinetes a flechas alevosas. Los xripstianos non fizieron cosa querellosa contra dellos al dar la cuenta que los infieles eran más curiosos que fieros e con sonrisas dulcísimas como frutos del valle, los nativos lograron provecho de los caballeros. La indiana, desnuda en pecho ojeó templada a los xripstianos, pero a Martínez enclavó con ojos negros igual a noches graves e lindas de Guararia.
Sin moverse, largo tiempo pasó desto, miránse unos i otros, entonces los indios comenzaron facer a ellos gestos. Con mano cóncava una, e la otra hacía de sacar hacia arriba algo desta, después señalan la aguada i tócanse el hombro. Los soldados entendieron en primeras, aviso de no tomar líquido por ser envenenado, más fue l’alma del castizo lo emponzoñado. A poco pensar supieron las señas desa raza, querían yevarse aguas en grandes vasijas a lados arribeños de Guararia, dizque montaña sacra. Ansí, al querto día de semana por un mes, Martínez tuvo nescessidad de aquestos seres en la ribera, i mucho caminaba para encontrarlos i mirarse quietos un rato, luego los indianos hacían mesmos gestos i con el río en hombros marchabanse. Un día, más cerca dellos, el castizo diose cuenta que la india non facia gesto igual que en primeras veces; la toromayna, después de encuencar su mano e simular recoger algo del fondo de su palma con los dedos, en vez de apuntar al río señaló los ojos del, en vez de tocar su hombro tocóse los labios della.
Martínez, cogido en fuegos enantes ausentes vido a Gauraria Repano e corrió trastornado en mientes con la hembra, e perdido muy adentro de la sierra prendió la lengua desta moza e fizola suya. Non sabía que destos hijos nacería en el valle raza nueva de ojos garzos e morena.
..nunca jamás súpose dellos…
El gobernador Don Juan de Pimentel asegura que Santiago de león de Caracas está fundada en una comarca que se llama Toromaynas, porque los naturales que en ella viven se llaman así y dicen que en tiempos pasados, según se ha podido averiguar, vinieron de otra comarca, donde ellos eran naturales, que se llamaba Toromayna, y éste nombre es propio de un pájaro que en su canto parece que dice mayma, y el nombre general de estos pájaros es toro, y es como si dijesen: pájaro que canta mayma
El conquistador Gabriel del Avila que por tener encomienda en la sierra Guararia Repano le quitará el nombre indiano de Guararia Repano para darle el suyo propio 'del Avila'
* Las crónicas de Ulloa, Amerindia Castro © todos los derechos reservados.
Este relato fue un intento de reunir en una sola página formas de enunciación
del español antiguo que en lo real tardaron siglos.